Si hay un personaje que es sinónimo de calidad y buen hacer en la industria ese es Mario, especialmente cuando se embarca en aventuras plataformeras. Entre tantas obras maestras que tiene en su haber resulta imposible destacar una sola, pero si hay un juego que podría competir fácilmente por la corona no solo de la saga, sino de Nintendo en general, ese es Super Mario Galaxy 2, un título que desborda tantísima calidad que debíamos incluirlo sí o también en nuestro repaso de la década.
Más allá de la perfección
Como bien indica el 2 de su nombre, nos encontramos ante la secuela directa de Super Mario Galaxy, una maravillosa aventura de plataformas 3D para Wii que nos fascinó tres años antes, en 2007. La buena implementación del Wiimote, el fantástico diseño de niveles, la vuelta de tuerca que se le dio al género al llevarnos a recorrer pequeños planetas con su propio centro de gravedad (con todo lo que ello suponía a nivel "plataformero"), su increíble estilo artístico y su apabullante banda sonora lo convirtieron automáticamente en un juego casi perfecto que difícilmente podía superarse.
Pero si algo nos ha demostrado Nintendo a lo largo de los años es que son especialistas en hacer posible lo imposible, así que para su segunda parte no les quedó otra que ir un paso más allá de la perfección para volver a sorprendernos, ¡y vaya si lo consiguieron!
Aquí es necesario que contextualicemos un poco el cómo vivimos los meses antes de su lanzamiento, cuando los únicos materiales que teníamos sobre el juego eran unos pocos tráilers e imágenes donde nos mostraban una aventura prácticamente idéntica a su primera parte. Sí, se veían pequeñas novedades aquí y allá, como la demandada inclusión de Yoshi o nuevos trajes con sus correspondientes poderes, pero a efectos prácticos la sensación que transmitía era la de ser un "más de lo mismo", algo que tampoco era necesariamente malo teniendo en cuenta la enorme calidad del original.
Las plataformas, las grandes protagonistas
Pero entonces llegó a las tiendas y, una vez más. Mario volvió a hacerlo. Sí, a nivel visual no hubo un gran salto y las mecánicas básicas de la primera entrega se mantenían prácticamente intactas, desde los controles del fontanero hasta el uso de planetoides con su propia gravedad. Sin embargo, esta nueva odisea se seguía sintiendo fresca y novedosa, llevando al límite el buen hacer de los diseñadores de la compañía.
Partiendo de la sobresaliente base del primero, le dieron un vuelco a su estructura y desarrollo, eliminando de un plumazo el mundo central desde el que accedíamos a las diferentes fases para ofrecernos un mapa mucho más clásico y tradicional de selección de nivel que, sin ser tan elaborado como el de Super Mario Bros. 3 o Super Mario World, resultó ser toda una declaración de intenciones.
Con este juego se apostó por hacer un plataformas lo más puro posible, acotando de esta manera la exploración del original para centrarse en ofrecernos unas pantallas en las que tendríamos que estar todo el rato saltando, sorteando obstáculos y haciendo decenas de acrobacias para llegar a los sitios. Si la primera entrega era una aventura relajada y muy facilona, la secuela fue todo lo contrario, con montones de secciones a cada cual más intensa y desafiante en la que un paso en falso probablemente significase una vida menos, algo que alcanzaba su máxima expresión en el reto secreto final, capaz de desesperar incluso a los jugadores más veteranos y habilidosos.
Diseño y creatividad sin igual
Pero la cosa no acababa ahí, ya que a este cambio de tono y ritmo le acompañó un abrumador torrente de ideas como pocas veces se ha visto en un videojuego, maravillándonos, sorprendiéndonos y dejándonos con la boca abierta a cada paso que dábamos con su creatividad e imaginación para darle miles y miles de vueltas a una misma base y crear cientos de nuevas situaciones jugables y mecánicas que nunca volvían a repetirse. Cada paso significaba una nueva aventura, un nuevo descubrimiento y un reto totalmente inédito por superar, algo que estaba revestido con el diseño más exquisito y ejemplar que jamás ha dado de sí la Gran N.
Por supuesto, a nivel audiovisual era una auténtica gozada, con un apartado artístico espectacular y variado y una banda sonora orquestal épica (ese temazo con coros para la batalla final...), inspiradora e incluso nostálgica por la forma que tenía de rescatar melodías clásicas.
En definitiva, Super Mario Galaxy 2 es un juegazo y que esté considerado como uno de los mejores títulos de la historia no es precisamente por casualidad. Es un videojuego en la vertiente más pura de la expresión y todo un ejemplo de lo que un buen diseño puede lograr, convirtiendo la idea más básica y simple en una experiencia inolvidable y atemporal capaz de sorprender y divertir como ningún otro medio de entretenimiento aspirará jamás.
Los juegos de la década
Durante todo el mes de diciembre, cada día, vamos a hablar de unos de los juegos que creemos que han marcado los últimos diez años. Por su calidad, por su influencia, porque han sido un enorme éxito de público o porque han iniciado modas o tendencias que han influido el mundo de los videojuegos, así hasta un total de 31 títulos que hemos seleccionado:
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