En toda generación de consolas se continúan viejas sagas y surgen otras nuevas, algunas con el suficiente éxito que les permite prolongarse durante años, ya que llegan para quedarse definitivamente. Sin duda una de ellas es Gears of War, una saga exclusiva de Xbox 360 en el caso de las consolas y que no solo ha vendido bien, y ha creado una legión de fans, sino que además ha creado tendencia. Con su primera entrega en 2006 dejó a todo el mundo alucinado, con los gráficos más avanzados nunca vistos en consolas. Acción en tercera persona con un protagonismo esencial para el sistema de coberturas, que han imitado decenas de juegos desde entonces, y una campaña cooperativa que se ha vuelto casi obligatoria en todo título de acción que se precie.
En 2008 llegaba su continuación, más y mejor en todo, aunque no tan sorprendente. Y ahora, el 20 de septiembre concretamente, llega la tercera entrega, para cerrar una de las trilogías más exitosas de esta generación, sin duda, el rey de la acción en tercera persona. Ya tuvimos todos ocasión de probar la excelente beta multijugador en el mes de abril, y sorprendernos por su mejorado aspecto gráfico, por ello, teníamos ya muchas ganas de poder probar la campaña, que imaginábamos sería espectacular.
Y no nos equivocábamos, si os gustó la campaña de los dos primeros Gears of War, vais a alucinar con la de este, que además se podrá jugar de manera cooperativa para cuatro jugadores, lo que promete ser terriblemente divertido.
Hemos podido jugar las primeras tres horas y media –aproximadamente- de la campaña, lo que nos sirvió para superar el primer acto, de los cinco que tendrá. Estaréis tentados de hacer la multiplicación y dar con la duración total, pero esto no es así, ya que por lo que vimos curioseando entre los trofeos o búsquedas secundarias de cada nivel, no parece que todos los actos vayan a tener la misma duración que el primero. A pesar de esto, sin duda la campaña de Gears of War 3 será la más larga de toda la saga, ya veremos cuánto, pero según ha dicho Epic, superará las diez horas. Esto no es lo único que hicimos en esta visita a las oficinas de Microsoft, ya que descubrimos otras sorpresas del juego.
Como maestro de ceremonias tuvimos al productor ejecutivo, Rod Fergusson, que nos hizo una breve presentación antes de comenzar a jugar, algo que estábamos deseando hacer. Nos enseñó una de las novedades, un curioso Anteriormente en Gears of War, un vídeo que te resume de manera perfecta lo ocurrido en las dos primeras entregas, y que viene genial para ponernos en situación y comenzar esta tercera parte sin ninguna duda argumental. Es cierto que la historia y el guión nunca han sido los puntos fuertes de la saga, pero como ya vimos en la segunda parte, en la que se hizo un esfuerzo por mejorar la narrativa, en este tercera entrega hemos experimentando un empuje todavía mayor a la historia, que estará mejor o peor, pero que se nota sin duda más trabajada. Rod Fergusson nos recomendó que por favor jugáramos en el nivel de dificultad elevado, para tener una auténtica experiencia Gears of War, y como chicos obedientes, así lo hicimos.
Para los temerosos de los destripes o spoilers podéis estar tranquilos, no vamos a dar ningún detalle argumental, solo vamos a hablar de su jugabilidad, escenarios y situaciones, sin entrar a desvelar el guión. Solo decir que empezamos controlando a Marcus Fenix, en un extraño y peculiar entorno de colores oscuros, casi blanco y negro, que resulta ser un sueño. Un espectacular prólogo de apenas unos minutos que sirve de antesala a los créditos iniciales, pero que es una buena carta de presentación, dejándonos claras sus intenciones desde un primer momento: quieren sorprendernos y dejar boquiabiertos con el mayor espectáculo posible.
Después despertamos en una celda, y comienza la acción de verdad. Estamos en un barco, donde se desarrolla el primer –y largo- tramo del juego. A los pocos minutos de comenzar otros tres personajes nos acompañan, quedando claro que todo se ha diseñado pensando en el cooperativo para cuatro jugadores. En estas más de tres horas que jugamos casi siempre combatimos en un equipo de cuatro, con un par de situaciones, clásicas de la saga, en las que tienes que elegir un camino, dividiéndose el grupo en dos.
La jugabilidad, los controles, las armas, todo es exactamente igual a las otras dos entregas, por lo que, aunque lleves un par de años sin tocar un Gears, a las cinco minutos de estar jugando te sientes otra vez como en casa, manejando todas las acciones a la perfección. Claro que hay nuevas armas, y nuevos y muy impresionantes enemigos, pero sigue fiel a su estilo, casi de manera radical, sintiéndose muy continuista, aunque funcionando la fórmula a la perfección, sin haber envejecido demasiado pese a contar ya casi con cinco años.
Algo que sí nos dio la sensación en unos primeros instantes, y que confirmamos en las horas siguientes, es que la dinámica de juego ha variado ligeramente, con más dinamismo, obligándonos a movernos por el entorno, y no ir tanto de cobertura en cobertura como en los anteriores. Esto hace que el juego sea todavía más divertido, y las maneras en las que nos obligan a movernos de las coberturas son muy diversas, desde las clásicas granadas, a la posibilidad de que muchas de las coberturas se destruyan, y nuevos monstruos que lanzan líquidos explosivos y que nos obligan a cambiarnos de posición. El jugar de forma pasiva no es una opción, el juego te obliga de manera más o menos disimulada a no parar de moverte y estar activo, todo un acierto.
Este tramo inicial en el barco es trepidante, sin un segundo de descanso más allá de las escenas cinemáticas o de vídeo –un pelín numerosas, cortando a veces el ritmo-, que son increíbles, aunque sucede algo peculiar, ya que se ven mucho mejor las que son generadas en tiempo real que las grabadas, quizás por un problema de compresión de vídeo. En cualquier caso todas las escenas están muy trabajadas, con una notable dirección cinematográfica, e incluso el nuevo personaje, la capitana Anya Stroud, resulta sorprendentemente expresiva para lo que estábamos acostumbrados en la franquicia, protagonizada por tipos cómicamente rudos e inexpresivos.
El juego muestra en su primera hora algunas de sus cartas y nos avisa: preparaos para lo que vendrá. Este tramo cuenta con un gran protagonista, un enorme "calamar" gigante – Leviathan, dicho de manera correcta-, que nos dará más de un quebradero de cabeza, pero al que finalmente podremos dar su merecido. Llegado un momento se producen una serie de fuegos en el barco, y tendremos que coger un extintor para poder apagarlos. Sí, suena un poco raro, pero tampoco molesta y se introduce de manera más o menos natural, veremos cuántas más de estas sorpresas nos deparará el juego. Como colofón a esta parte del barco, nos montamos y pilotamos un Silverback, un traje de batalla o mecha que nos recordó al instante a los robots vistos en Avatar, y cuyo manejo es excelente. Es más lento sí, pero su potencia de fuego es brutal, y gracias a él podemos luchar de tú a tú con el Leviathan. Podemos realizar una carga, un pisotón –que viene perfecto para matar a las "pequeñas" y numerosas arañas-, pero tenemos que tener cuidado que sus metralletas no se recalienten.
Tras esto comienza el capítulo 3 del acto 1, situado temporalmente una hora antes de lo ocurrido en el barco. Encarnaremos en esta ocasión a Augustus Cole, antaño un exitoso jugador de Thrashball, en la ciudad de Hanover –su lugar de nacimiento-. Una ciudad europea con una lograda ambientación, combatiendo en plazas, entre edificios e incluso por los pasillos de un supermercado, llegando finalmente al estadio de los Cougar, donde se resguardan los supervivientes. Es en esta ciudad donde conocemos a nuevos y terribles enemigos, y volvemos a ver a otros viejos conocidos.
Combatimos a los Lambent, una variante mutada de los Locust y que están en guerra con ellos, y que ahora poco se parecen a los Locust, a diferencia de lo que pasaba en la segunda entrega. Los Drudge son una de nuestras mayores amenazas, unos corpulentos enemigos que cambian de forma en mitad de la batalla, por ejemplo creciéndoles unos tentáculos que expulsan chorros de Imulsión, que tenemos que esquivar como sea, y a los que cuesta bastante vencer. Es impresionante como surgen los Tallos Lambent de debajo de la tierra, expulsando larvas de Lambent que si destruimos rápidamente, podemos evitar que de ellas surjan enemigos, lo que es complicado.
Como hemos dicho antes, estos enemigos y sus "escupitajos" hacen que no estemos seguros en ningún sitio, obligándonos a movernos, y además siempre explotan al ser derrotados, con lo que tenemos que tener cuidado. Entre los Pólipos, esas pequeñas pero numerosas arañas, la gran variedad de Lambent y los Locust, que vuelven hacer aparición, os aseguramos que no tendréis tiempo para relajaros, pura acción desenfrenada sin descanso. En uno de los tramos finales que jugamos tuvimos que hacernos con un mortero para destruir una barcaza voladora, en un escenario enorme, con francotiradores y un enemigo final descomunal. La escala y espectacularidad de esta tercera entrega supera de largo a los dos primeros.
Finalizamos el primer capítulo quedándonos con ganas de más, pero todavía quedaban cosas por probar. Jugamos el nuevo modo campaña arcade. Este consiste, jugando junto a otras tres personas, en jugar la campaña como si fuera el modo cooperativo, pero compitiendo por hacer la mayor cantidad de puntos. Según vamos venciendo enemigos aumentamos el multiplicador (x1, x2, etcétera), pero si nos matan o nos revive un compañero, este contador volverá a cero, por lo que sí, hay que matar más que los otros tres jugadores, pero con cautela y no de manera suicida. Además al comenzar a jugar podremos usar mutadores, unas variables que afectarán de distintas maneras a las partidas, como enemigos más poderosos, que a falta de más detalles, promete ser divertido.
Su apartado técnico como ya dijimos con la beta multijugador sorprende por ver cómo Epic ha logrado exprimir todavía más el hardware de Xbox 360, llevando al límite el motor gráfico Unreal Engine 3. Como nos temíamos, si en la beta ya lucía visualmente de lujo, en la campaña luce de escándalo. Tanto por su técnica como su dirección artística, en espacios enormes, con monstruos gigantescos y escenarios llenos elementos y muy detallados. Además por más enemigos y explosiones que aparezcan en pantalla, y los cuatro protagonistas que participan en cada batalla, el juego se muestra robusto como una roca. Además pudimos probar una sorpresa que no estaba anunciada, su modo de imagen en 3D con gafas. Un gran añadido para quien cuente con un televisor con esta tecnología, aunque por el rato que estuvimos probándolo, no nos gustó demasiado, lo que se podía deber a distintos factores, desde una mala configuración a que todavía no esté pulido, y quizás de cara a su lanzamiento se mejore.
La música vuelve a tener unas buenas composiciones, con el tema principal de la saga, y otros que te meten de lleno y le añaden ese punto de intensidad a las escenas de acción. El juego ya se encuentra doblado al castellano, de manera muy correcta por cierto, y los efectos de sonido, entre el ruido de nuestras armas y los brutales rugidos de los enemigos, son excelentes.
Un broche de oro a esta genial trilogía
La campaña más intensa, larga y espectacular, con posibilidad de ser disfrutada por cuatro jugadores, o en la nueva modalidad arcade; el multijugador más completo y mejorado de la serie, con seis modos competitivos, multitud de posibilidades además del mejorado modo Horda y el nuevo modo Bestia, en el que tendremos que atacar a los miembros la CGO siendo un Locust. Una cantidad de contenidos y una calidad en todos sus apartados en los que se nota que Epic ha aprovechado muy bien sus tres años de desarrollo, alcanzando la excelencia en todos sus apartados.
El 20 de septiembre por fin podremos disfrutar al completo de este tercer capítulo, que tras nuestro primer contacto con la beta multijugador, y ahora jugando más de tres horas a la campaña, no nos puede haber dejado mejores sensaciones. Un nuevo referente en la acción en tercera persona, que encantará a los amantes de la saga y a los que no lo son tanto, con unos argumentos contundentes e irrebatibles: acción desenfrenada y sin descanso, puro espectáculo y diversión.