Análisis de Moto GP (PSP)
Después de ofrecer la saga de velocidad sobre cuatro ruedas Ridge Racer, Namco Bandai tenía que ofrecernos tarde o temprano su visión de la competición sobre dos ruedas: Moto GP, que ya ha pasado por múltiples entregas para PlayStation 2. En la consola portátil, los programadores han buscado ceñirse a lo más básico del juego para suprimir buena parte del contenido accesorio, con las ventajas y peligros que esto puede representar.
El juego combina un espíritu arcade muy claro con elementos de simulación, muy especialmente el elevado contenido de motos y pilotos licenciados, pero por desgracia, al catálogo relativamente amplio de esos elementos, se añade una lista de circuitos francamente limitada, lo que produce que los campeonatos de temporada sean más cortos que lo esperable.
Y, desde luego, eso no es demasiado bueno ni satisfactorio para el jugador.
Los corredores pertenecen a la temporada de 2005, contando, claro, con personajes como Sete o Rossi, por lo que en este sentido hará las delicias de los aficionados al motor, pese a no estar tan actualizado como sería deseable. Podremos usar las motos y a los corredores en cualquiera de los dos modos de juego que presenta el título: arcade o temporada. Resulta tan escaso como suena, ofreciéndose tan sólo ocho circuitos en los que competir contra el resto de pilotos. De este modo, en el modo arcade podremos disputar carreras sueltas sin complicaciones de ningún tipo frente a veinte pilotos, una cifra muy respetable. Por descontado, el núcleo de juego no estará allí, sino en jugar todo un campeonato tomando el papel de uno de los pilotos incluidos en el juego, o bien con uno creado desde la nada. El sistema evalúa nuestro rendimiento al final de cada una de las ocho carreras de cada temporada, ofreciéndonos –siempre que no juguemos con uno de los pilotos reales- un proceso de ganancia de puntos en función de la posición que ocupemos en la clasificación, con lo que tendremos acceso a nuevos contratos en mejores equipos, que podremos aceptar o rechazar, a nuestra elección, para seguir compitiendo en nuestro equipo hasta el momento. Todo este sistema, suponemos que por cuestiones de licencias, no tiene cabida al utilizar un piloto real. En este caso, las temporadas no están conectadas entre sí y no existen las mismas posibilidades que se nos presentan al usar a un piloto genérico.
La cosa está en que el sistema de progreso por fichaje con otros equipos es notablemente insustancial, al no haber diferencias palpables entre ellos... cuando la realidad es, por supuesto, diferente, y desde luego el espíritu arcade que empapa al esquema de juego no es excusa para esto.
Las opciones del juego son también un poco limitadas, aunque el surtido es más que suficiente para suplir las necesidades básicas del jugador. Por ejemplo, el título cuenta con tres niveles de dificultad, y podemos escoger cuántas vueltas son necesarias en cada circuito para acabar la carrera. No es gran cosa, pero, como decimos, suple los parámetros básicos esperables en un juego de estas características.
El sistema de control es muy generoso, haciendo casi imposible darse de morros contra la carretera en el modo arcade, permitiéndonos, por tanto, centrarnos en pisar a fondo sin más complicaciones. Es más, incluso al impactar contra un rival, rara será la vez que acabemos en el suelo. El otro lado de la moneda es el modo simulación, que podemos activar en las opciones del juego, en el que el control exige una precisión absoluta para, simplemente, mantenernos en el circuito sobre la moto. Del mismo modo, perder el control en un derrape es algo que nos pasará con demasiada frecuencia hasta que empecemos a tener un buen control sobre la máquina, algo que lograremos con un poquito de tesón y dedicación, obteniendo una experiencia de juego más satisfactoria, en nuestra opinión, que en el modo arcade, si bien esto es algo que dependerá de cada persona.
En cualquier caso, lo más común será optar, seguramente, por el nivel de dificultad más elevado, ya que los dos anteriores son más fáciles de lo esperable, en buena medida debido a la total ausencia de inteligencia artificial. El resto de pilotos seguirán, impertérritos, su trazada bajo cualquier circunstancia, sin intentar entorpecer nuestros adelantamientos ni hacer cualquier tipo de maniobra más que la de ir por donde les toca. Como sucedía en los juegos de antaño, los pilotos malos son lentos, y los buenos sí le pisan al acelerador, pero no hay ninguna diferencia más, lo que muestra lo primitivo de la construcción del comportamiento (e incluso la ausencia virtualmente total de acción-reacción) por parte de los rivales. Pese a todo, en la intensidad de la carrera, esto no se nota hasta que llevamos varias horas de juego, gracias a que la competición suele mantener un buen ritmo. Sin embargo, una vez nos hemos percatado de estos hechos, el juego empieza a perder toda sensación de dinamismo para el jugador, que descubre por dónde van los rivales y, por tanto, elude todo problema a la hora de adelantar, hasta tal punto que pueden considerarse poco más que bultos que esquivar mientras vamos a toda velocidad hacia la meta.
El juego, al menos, ofrece una interesante experiencia multijugador en red local para hasta ocho jugadores simultáneos (cada uno con su propia copia del juego), en los que, por descontado, los problemas de la ausencia de inteligencia artificial desaparecen (aunque esto depende mucho de nuestros compañeros de juego, claro), y aunque tampoco tenemos demasiadas opciones, vuelven a ser las justas y necesarias. Definir el número de vueltas y el hándicap para que los jugadores novatos no estén en desventaja no es demasiado, pero desde luego cubre las necesidades básicas a las que nos enfrentamos en el género a la hora de configurar partidas multijugador. Se hubiese agradecido poder hacer algo más elaborado que carreras sueltas, como jugar una temporada en competición directa con nuestros amigos, pero siempre podemos montar liguillas con el sistema tradicional de ir haciendo carreras sueltas y apuntando los resultados. Si el título hubiese incluido algún tipo de funcionalidad en red para potenciar este aspecto multijugador en ausencia de amigos en las cercanías, la sensación global sería muy superior, pues los problemas de la inteligencia artificial de los pilotos son el motivo principal por el que la vida del juego puede ser breve, más allá de la escasez de circuitos y ausencia de modos de juego variados.
Gráficamente, el juego luce bien, con un nivel de detalle más que respetable. Los circuitos incluidos, como Jerez, están bien representados, siendo unas reproducciones bastante fieles de los reales, sobre todo teniendo en cuenta las limitaciones de la resolución de la pantalla de la portátil, que aunque es de gran calidad, no es comparable a un televisor. El juego complementa el apartado técnico con cuatro cámaras diferentes, y la posibilidad de guardar las repeticiones de las carreras en la tarjeta de memoria. Sus puntos negativos residen en las ralentizaciones, un tanto frecuentes, que se producen al tomar ciertas curvas o en algunos pelotones de pilotos, lo que es muy molesto en un juego de carreras.