Análisis de Final Fantasy XIV: Heavensward (PS4, PS3, PC)

Ya han pasado casi dos años desde que Square Enix, y más concreto el equipo dirigido por Naoki Yoshida, nos dejara con la boca abierta con el espectacular renacer del que hasta entonces era uno de los mayores fracasos de toda la historia de la veterana compañía, obrando el milagro de convertir algo roto, disfuncional y destinado a manchar la reputación de una de las sagas más queridas por los jugadores de todo el mundo, en uno de los mejores y más jugados MMORPG de los últimos tiempos.
Pero Final Fantasy XIV: A Realm Reborn no fue (y es) solo un gran MMORPG, sino también un título que supo estar a la altura de su nombre y llevar con orgullo el número 14 en él, ofreciéndonos algunos de los mejores momentos que hemos vivido en la saga y haciéndonos disfrutar de una experiencia digna de sus más aclamadas entregas, tanto por sus valores audiovisuales, como jugables y argumentales.
El esfuerzo tuvo su recompensa y los jugadores no tardaron en responder, convirtiendo a Final Fantasy XIV: A Realm Reborn en uno de los MMORPG más exitosos de la actualidad con más de cuatro millones de jugadores registrados (datos de febrero, por lo que es de esperar que esta cifra haya aumentado a día de hoy) y capaz de mantener con soltura un modelo de suscripción mensual, algo de lo que tan solo unos pocos elegidos pueden presumir, como su predecesor espiritual, Final Fantasy XI.
Desde entonces, el juego ha estado recibiendo contenidos de forma constante, por lo que si sois de los que solo jugaron durante sus primeros meses y decidís volver, os vais a encontrar con una cantidad de novedades tan grande que casi ni sabréis por dónde empezar: Hunts (cacerías), más batallas contra Primals, más raids, muchas más mazmorras, nuevas misiones, una historia muy extendida a la que dedicarle unas buenas horas, housing, barcos voladores para los clanes o el Gold Saucer (mucho ojo con el Triple Triad y las Carreras de Chocobos, ya que ambos minijuegos son peligrosamente adictivos), por mencionar solo unos pocos ejemplos.

Explicaros y detallaros toda la evolución que ha seguido el juego nos daría pie probablemente a escribir un reportaje entero solo dedicado a ello, pero hoy lo que nos ocupa es ni más ni menos que su primera expansión: Heavensward, con una nueva avalancha de contenidos para tenernos pegados todavía más horas frente a nuestro televisor o monitor disfrutando de más aventuras en las mágicas tierras de Eorzea. Y creednos, no os las vais a querer perder.
Una guerra milenaria
Lo primero que queremos dejar claro es que no podréis acceder a los contenidos de Heavensward hasta que completéis toda la historia principal de A Realm Reborn, incluyendo los capítulos que se han ido lanzando mediante las diversas actualizaciones que ha ido recibiendo el juego a lo largo de los meses, por lo que ya de entrada necesitaréis subir al nivel 50.
Hablar de la historia en este caso nos resulta bastante complicado, ya que estamos ante la continuación directa del argumento de A Realm Reborn, por lo que casi cualquier cosa que digamos podría ser considerada como un spoiler y no queremos arruinarle a nadie las sorpresas que aguardan en su guion.

Simplemente decir que nuestro héroe, el Guerrero de la Luz (o Guerrera), se verá obligado por diversos motivos a viajar a las frías tierras del norte de Eorzea, donde acabaremos inmersos en una guerra de más de mil años de duración entre la imponente y religiosa ciudad de Ishgard y las hordas de dragones comandadas por Nidhogg.

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