Análisis Everhood 2, otro psicodélico, sorprendente y surrealista viaje repleto de ritmo (Switch, PC)

Everhood es uno de esos pequeños juegos independientes que cualquier aficionado a este hobby en busca de experiencias únicas y sorprendentes debería probar al menos una vez en su vida. Una psicodélica aventura de rol y ritmo que bajo una superficial capa de humor aparentemente absurdo en un mundo que no parece tener ningún sentido, esconde una historia muy potente y oscura que se atreve a ahondar en temas como la mortalidad o la eutanasia a la vez que nos hace reflexionar sobre cuestiones existenciales.

Ahora, Jordi Roca y Chris Nordgren vuelven a la carga con una divertida secuela que, en muchos sentidos, apuesta por ofrecernos más y mejor, pero que deja un poso muy diferente por una trama y una narrativa que muy probablemente no serán lo que los fans del primer juego esperaban.

El color del alma

Así pues, en líneas generales volvemos a encontrarnos ante una aventura de rol cuya mayor peculiaridad es que los combates se desarrollan en tiempo real en unos escenarios al más puro estilo Guitar Hero donde los enemigos nos atacan con notas musicales que van apareciendo al ritmo del tema que suene de fondo.

En esta ocasión encarnamos a un ser de luz que se encuentra atrapado en un extraño plano de existencia.

Allí y sin muchas más explicaciones, un cuervo parlante nos insta a que nos enfrentemos a un temible dragón para obtener un arma que nos dará el poder para acabar con un gran mal.

A partir de aquí, da comienzo uno de los viajes más extraños que hemos vivido nunca en un videojuego y que tiene como mayor virtud su capacidad para sorprendernos a cada paso del camino. A diferencia de su predecesor, aquí visitaremos innumerables dimensiones, mundos y líneas temporales distintas en una sucesión de surrealistas situaciones que siempre se las apañan para descolocarnos y desorientarnos.

Tan pronto estaremos enfrentándonos a un ejército de verduras que explorando un gigantesco hotel donde el mismísimo Carl Jung nos habla sobre lo que significa ser humano, liberando a una raza alienígena de la esclavitud y viendo su evolución con el paso de los milenios o arreglando los errores de programación de un videojuego que se queda colgado al llegar a cierto jefe.

Nunca sabes qué es lo que te vas a encontrar a continuación y la variedad de aventuras y pequeñas historias que nos aguardan es altísima, lo que nos anima a seguir jugando con tal de descubrir cuál es la siguiente locura que sus desarrolladores nos han preparado. Además, esconde bastantes secretos y tiene una estructura poco lineal que anima a explorar e incluso a rejugar para experimentar haciendo cosas de un modo diferente en los momentos que nos lo permiten.

Por supuesto, tras toda esta locura, el título también intenta plantearnos ciertas cuestiones de carácter existencial y no faltan momentos un tanto turbios y siniestros, aunque este es un punto en el que, a nuestro juicio, se queda varios peldaños por detrás del juego original.

Si bien es un título que se ha escrito de un modo intencionalmente confuso, el viaje es tan disperso y alocado que le falta un hilo conductor sólido que le dé algo coherencia, por lo que la sensación que al final nos llevamos es la de estar viviendo pequeñas aventuras independientes en las que nos quieren hacer reflexionar sobre temas como nuestra propia mortalidad o el sentido de nuestra existencia, pero sin el impacto ni la maestría necesaria como para resonar de verdad, algo en lo que tampoco ayuda que la narrativa tenga un tono paródico más acusado que el de su predecesor.

Además, el final nos ha parecido una total y completa decepción, concluyendo la historia de un modo muy anticlimático, y los personajes secundarios carecen del carisma y de la profundidad de la que hacían gala los de la entrega original. Ojo, hay un mensaje más o menos evidente tras todo esto (o eso creemos), pero la forma en la que se ha ejecutado no nos ha permitido conectar del todo con lo que nos han querido contar.

Combos, ritmo y temazos musicales

En lo puramente jugable, esta secuela introduce un buen puñado de novedades relacionadas con el sistema de combate. La base sigue siendo la misma, es decir, movernos hacia los lados y saltar para esquivar los ataques que los enemigos nos lanzan en forma de notas musicales mientras absorbemos las que podemos siguiendo el ritmo de la música para devolverlas.

Sin embargo, ahora se le ha dado algo más de profundidad a todo esto con la posibilidad de aumentar el daño de nuestros golpes si conseguimos crear combos absorbiendo de manera consecutiva un mismo tipo de nota. Es decir, cuantas más notas iguales absorbamos antes de liberar nuestra energía, más devastador será el ataque.

La gracia de esto es que el combo se rompe si sufrimos daño o absorbemos una nota de otro tipo, lo que establece una interesante dinámica de riesgo y recompensa que aporta una capa de estrategia a las batallas que nos ha gustado mucho. ¿Apuramos el combo para intentar acabar con nuestro rival de un solo golpe y nos arriesgamos a perderlo todo si no conseguimos esquivar una nota a tiempo o soltamos la energía acumulada un poco antes para asegurar el daño?

Además, dependiendo del arma que empuñemos (cada una tiene tres habilidades cuya ejecución depende del combo que hayamos logrado antes de liberar la energía), nuestros golpes serán más o menos dañinos con ciertos tipos de notas y las propiedades de nuestros ataques cambiarán, pudiendo así, por ejemplos realizar técnicas que nos permiten absorber vida o romper escudos.

Sumadle que ahora también tenemos la capacidad de mantener el botón de absorción pulsado para hacernos con varias notas que aparezcan de manera consecutiva, y os quedará claro que los combates de esta segunda parte son más dinámicos, divertidos y tienen algo más de "chicha". Por supuesto, si las batallas nos han gustado tanto no es solo su extensísima y magnífica banda sonora o sus mecánicas básicas (que también), sino por la cantidad de locuras que ocurren en pantalla durante los enfrentamientos.

No queremos arruinaros ninguna sorpresa, pero ya os vamos adelantando que todos los enemigos son completamente únicos y que la inmensa mayoría no se va a limitar a soltarnos notas esperando a que las devolvamos, ya que tienen mecánicas y peculiaridades propias que siempre buscan pillarnos con el pie cambiado y que convierten los enfrentamientos en una experiencia audiovisual espectacular y por momentos, absolutamente psicodélica y demencial.

A pesar de todas estas virtudes, hay algunos aspectos que no nos han terminado de convencer. Para empezar, los efectos y las habilidades de las armas es algo que pasa a un segundo plano cuando nos damos cuenta de que casi siempre la mejor estrategia es la misma: crear un buen combo y acabar con el enemigo de uno o dos golpes lanzando el ataque más poderoso del arma que tengamos equipada. En el último tercio la cosa se complica y probablemente vamos a necesitar hacer esto varias veces, pero las canciones son lo suficientemente asequibles incluso en Difícil como para que esta táctica sea la opción más eficiente durante casi todo el juego si queremos hacer daño de verdad y que los duelos no se alarguen innecesariamente.

Otro problema lo tenemos en la introducción de un sistema de experiencia y subida de niveles tradicional, lo que se traduce en que ahora hay varias partes del juego con batallas contra enemigos "normales", lo que supone repetir las mismas canciones varias veces seguidas. Sumadle que estos duelos los terminamos en apenas 20 o 30 segundos y que no están tan elaborados como el resto de enfrentamientos y tendréis un añadido que resta y entorpece, especialmente durante los primeros compases de la aventura, cuando son más frecuentes.

En total, llegar hasta el final de la historia es algo que lleva entre 10 y 12 horas, dependiendo de cuánto nos queramos parar a explorar, aunque si os gusta "picaros" con la comunidad compitiendo en marcadores online os alegrará saber que existe una arena en la que poder repetir cualquier combate intentando lograr la mejor marca.

Una experiencia audiovisual tan surrealista como psicodélica

En lo que respecta a su apartado gráfico, se mantiene la línea de la primera entrega, ofreciéndonos un pixel art de trazo simple y en ocasiones minimalista, pero bastante más trabajado de lo que podría parecer al principio. Por supuesto, se sigue jugando con el 3D en los combates y en ciertos momentos y el título es capaz de cambiar el estilo de sus gráficos cuando menos lo esperamos, algo que se utiliza con fines narrativos. Ahora bien, si hay algo que ha hecho que en lo visual nos haya parecido todo un espectáculo son las virguerías y los efectos visuales que pone en pantalla durante los enfrentamientos, con momentos tan psicodélicos y surrealistas que nos van a hacer creer que hemos tomado algún tipo de sustancia alucinógena. Obviamente, esto significa también que no es un juego precisamente recomendable para quienes sufran epilepsia, por lo que se agradece muchísimo que incluya opciones de accesibilidad para poder desactivar estos efectos y que todo el mundo pueda jugarlo con seguridad.

Finalmente, del sonido no podemos poner ninguna pega, ya que cuenta con una banda sonora simple y llanamente fantástica repleta de temazos de todo tipo que se atreven a experimentar con toda clase de géneros musicales para adaptarse a las necesidades de cada situación y de cada batalla. Además, es increíblemente extensa, por lo que casi no se llegan a repetir sus melodías a lo largo de todo el juego. Los efectos también son de calidad y no hay doblaje de ningún tipo. Lamentablemente, el juego no cuenta con textos en castellano y hemos detectado algunos errores gramaticales en la versión inglesa.

Conclusiones

Everhood 2 es un juego muy único que bien merece que le deis una oportunidad si buscáis algo que se salga de lo habitual y que sepa sorprenderos a cada paso del camino. La primera entrega nos sigue pareciendo algo mejor gracias a su potente historia, pero no se puede negar que esta secuela sigue siendo un título muy divertido con el que nos lo hemos pasado realmente bien, por no hablar de que los combates nos han gustado más y la banda sonora nos ha parecido incluso superior, lo que no es decir precisamente poco. Sin duda, uno de esos juegos que, a pesar de no ser perfectos, aportan aire fresco a la industria cuando más lo necesita.

Hemos escrito este análisis gracias a un código de descarga para Switch que nos han facilitado.