Análisis de Burnout Paradise Remastered (PS4, PC, Xbox One)
Los veteranos del lugar seguramente recuerden ese anuncio de Burnout 2 en el que dos coches aparcados derramaban botellas de leche y se pasaban piñas. El anuncio decía que era todo lo que les permitían enseñar para anunciar el juego: "coches echando leches y dándose piñazos". Y lo cierto es que es un buen resumen de la saga de Criterion, definida por el frenetismo y los takedowns.
La saga tocó techo con Burnout 3: Takedown, uno de los juegos mejor puntuados de la historia y, de acuerdo con Metacritic, el mejor arcade de carreras jamás hecho. Con el salto de generación, el estudio inglés redefinió la fórmula, llevándola al mundo abierto con Burnout Paradise. Paradise es un juego histórico, que cambió por completo el género, y con títulos similares que, diez años después, siguen yendo a rebufo de la obra de Criterion.
Un antes y un después
Burnout Paradise: Remastered es un juego de conducción en mundo abierto que introdujo la estructura que siguen hoy la mayoría de competidores en el género. Tenemos ante nosotros una ciudad completamente abierta para explorar, con decenas de pruebas repartidas por ella. Podemos explorar Paradise City a nuestro antojo, encontrando coleccionables como atajos y vallas publicitarias que romper, y parándonos en los cruces donde se ubican las pruebas, podemos comenzar a competir.
La diferencia con otros títulos similares es la posibilidad de hacer takedowns. Un takedown es hacer que un coche rival se estrelle, ya sea empujándolo contra un pilar o empotrándolo contra un muro.
Esta pequeña diferencia es la que hace que Burnout sea tan satisfactorio y que lo echemos tanto de menos. Esto genera momentos de auténtica tensión, en la que sabemos que un milímetro puede marcar la diferencia entre la victoria y la derrota.
Las pruebas son de varios tipos, y generalmente heredadas de las entregas anteriores –aunque hay algunas nuevas–. Tendremos que hacer una contrarreloj, ganar una carrera, realizar un cierto número de takedowns, o conseguir una serie de puntos haciendo trucos. Ahora tenemos diferentes tipos de coches (velocidad, ataque, trucos…) que necesitaremos para diferentes pruebas, dándole una mayor profundidad a la competición.
La idea es ganar pruebas para conseguir un carnet mejor y desbloquear nuevos coches. Las pruebas siempre son "las mismas" (es decir, comparten objetivos) y se reinician cada vez que conseguimos un carnet, pero su dificultad aumentará. Hay que destacar que la mayoría de carreras y contrarrelojes no tienen un recorrido determinado, sino un inicio y un final, y cómo llegamos hasta la meta es cosa nuestra.
Burnout Paradise es un juego que nos da total libertad para jugar. Podemos hacer la prueba que queramos con el coche que queramos, podemos dedicarnos a encontrar sus "coleccionables" (los mencionados atajos y vayas), meternos en el divertidísimo modo online (que ha envejecido sorprendentemente bien) o recorrer sus calles y batir los récords repartidos por ellas. A nivel de diseño, Criterion dio una clase maestra de cómo revolucionar un género, y que un pionero siga pudiendo hablarle de tú a tú a los que vinieron después demuestra lo sobresaliente que fue la ejecución de estas ideas.
Un ‘remaster’ discutible
La calidad de Burnout Paradise está fuera de toda duda. Podríamos seguir deshaciéndonos en elogios sobre lo que este juego ha significado o lo divertido que sigue siendo, pero como remasterización es discutible. Lo primero, en estos diez años hay juegos como Forza Horizon 3 que han llevado el concepto de juego de carreras de mundo abierto un paso más allá, y como cabe esperar, en una década es fácil refinar un fórmula pionera.
Esto nos lleva a pensar que, puestos a recuperar la saga, ¿por qué no hacerlo con el juego que perfeccionó su fórmula? Burnout 3: Takedown no sólo es un juego más redondo, sino que además podría llenar un vacío existente en el mercado actual. Los arcades de carreras lineales son algo raro hoy en día, y habría sido una oportunidad perfecta para darle un pequeño lavado de cara y ofrecer algo que la industria necesita. Por supuesto, EA tendrá sus razones, y han decidido lo que han decidido.
Burnout Paradise: Remastered incluye todo el contenido descargable lanzado para el original, lo que obviamente es genial, pero el darnos acceso a todos los coches adicionales desde el principio también tiene sus problemas. Hay vehículos que están diseñados claramente para el endgame, y el poder seleccionarlos desde el primer momento hace que podamos completar cualquier prueba con cero esfuerzo, ganando sobradamente. Aunque no queremos una limitación sobre qué coches podemos usar y qué coches no, estaría bien que el juego nos avisara de que elegir ciertos vehículos puede afectar la progresión.
En lo que respecta al salto visual, es una "remasterización" en toda regla. Con esto queremos decir que han cogido los materiales originales y los han remasterizado para que se vean bien en las nuevas plataformas a mayor resolución (1080p en PS4 y Xbox One, 4K en sus versiones Pro y X), pero no se ha rehecho casi nada. Además, teniendo en cuenta que el original ya iba a 60 imágenes por segundo en consola, no vamos a ver ningún salto notable más allá de la resolución y algunas texturas. Las mejoras en lo visual son mínimas.
Al menos la banda sonora se mantiene casi intacta, con 90 de los 97 temas que componían la original, música clásica incluida. Y sí, sigue estando Paradise City y, lo que es más importante, Girlfriend de Avril Lavigne. También se mantienen las voces en castellano, por lo que en este aspecto poco más se puede pedir.
Take me back to the Paradise City
Burnout Paradise: Remastered es un juego que nos deja sensaciones enfrentadas. La base es sensacional, y sigue siendo un juego divertidísimo, cargado de nostalgia para quienes lo jugamos en su momento. Por otra parte, como remasterización es bastante justita, y más teniendo en cuenta cómo está el mercado. Por los 39,99 euros que cuesta Burnout Paradise: Remastered –o incluso por menos– otras compañías ofrecen títulos clásicos totalmente rehechos con gráficos de 2018 y nuevo contenido, aunque, no lo olvidemos, también hay quien saca relanzamientos más caros que los originales.
Nosotros nos lo hemos pasado genial jugando a Burnout Paradise, y si bien creemos que el mundo abierto rompe el frenetismo y la intensidad que caracterizaba la saga, también disfrutamos redescubriendo el magistral diseño con el que Criterion inició una revolución. Como auténticos fans de la saga, nosotros habríamos hecho las cosas de otra manera, pero preferimos quedarnos con lo bueno: Burnout está de vuelta, y esperamos que este remaster sea el principio de algo grande.
Hemos realizado este análisis en su versión de Xbox One X con un código de descarga proporcionado por Electronic Arts.