En el vasto e inhóspito desierto de Arabia, la historia ha permanecido enterrada durante milenios, ocultando relatos de civilizaciones antiguas que florecieron en sus arenas. Un reciente hallazgo arqueológico ha revelado el oasis de Khaybar, una joya arqueológica de 4.000 años de antigüedad, descubierta por el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) junto con expertos de Arabia Saudita. La ciudad principal, al-Natah, que data del año 2400 a.C., abarca 2.6 hectáreas y albergó a aproximadamente 500 personas, revelando detalles de una sociedad que supo prosperar en uno de los entornos más desafiantes del planeta.
Ingenio y adaptabilidad en el desierto
El descubrimiento de al-Natah, con sus 50 pequeñas edificaciones y un imponente muro de protección de casi 5 metros de altura y 14,5 kilómetros de longitud, ofrece una nueva perspectiva sobre la capacidad de adaptación de las civilizaciones antiguas. Este hallazgo reescribe capítulos de la historia de la región, destacando cómo los antiguos pobladores no solo sobrevivieron, sino que desarrollaron estructuras complejas y organizadas que desafiaban la aridez del entorno. La sofisticación de estas edificaciones sugiere un conocimiento avanzado en ingeniería y arquitectura por parte de sus constructores.
Tecnología al servicio de la arqueología
El proceso para desenterrar este enigma arqueológico no fue sencillo. Los investigadores emplearon una combinación de tecnología de vanguardia, como imágenes satelitales y fotografía aérea, para identificar patrones y anomalías en el terreno. La prospección sistemática, que implicó un análisis minucioso del área, complementada con excavaciones tradicionales, permitió al equipo delimitar las estructuras y comprender la magnitud del asentamiento. Esta combinación de métodos modernos y técnicas arqueológicas clásicas fue clave para desvelar los secretos de Khaybar.
Modelos 3D y análisis avanzados
Uno de los aspectos más innovadores de esta investigación fue el uso de la fotogrametría y el software de diseño asistido por computadora. Estas herramientas permitieron crear modelos tridimensionales precisos del sitio, ayudando a los arqueólogos a registrar con detalle las características y ubicación de cada edificación. Gracias a estos modelos, el equipo pudo visualizar cómo era la ciudad en su esplendor y documentar los hallazgos de manera que se pueda continuar con estudios posteriores de manera más efectiva.
Precisión en la datación y su impacto
Para determinar la edad de los vestigios, los científicos recurrieron al análisis por radiocarbono, complementado con un Sistema de Información Geográfica (SIG) que procesó los datos recopilados en el lugar. Esta datación precisa no solo confirmó la antigüedad del asentamiento, sino que también aportó un marco temporal para entender mejor las migraciones y el desarrollo de las civilizaciones de la región.