Análisis de El Señor de los Anillos: La Conquista (PS3, NDS, PC, Xbox 360)
El Señor de los Anillos: La Conquista lo tiene todo para ser un éxito: unos libros que llevan décadas captando lectores, con el respaldo de una de las producciones fílmicas más exitosas (y, sorprendentemente, aclamada), y la realización de los padres de Star Wars: Battlefront (y su secuela), que también suma una miríada de seguidores nostálgicos.
Y es que en ningún momento se ha intentado esconder la herencia que se ha inyectado en La Conquista, sino más bien al contrario. Desde un primer momento vamos a tener clarísimo que estamos ante un Battlefront aplicado no al universo de los ewoks, sino al de los hobbits. Esto, sin duda, hará las delicias de multitud de aficionados que llevaban tiempo esperando un nuevo juego de estas características.
Como es evidente, hay importantes cambios derivados de sustituir las pistolas y los sables de luz por espadas y arqueros... bueno, quizás no tantos. En realidad, lo cierto es que los cambios a la fórmula jugable no son tantos, lo que muestra que se han mantenido fieles a ese espíritu, y que, además, el concepto sigue funcionando bien a día de hoy. Y los que no lo conozcan, no tienen nada que temer, pues el juego ofrece un tutorial plenamente integrado en los primeros pasos de la campaña para un jugador.
De hecho, lo peor del juego es el tutorial, que no acaba de conseguir un buen ritmo. Es decir, consigue su objetivo, nos enseña las claves del juego, y cómo van a funcionar los mecanismos esenciales, como los combos, la conquista de las posiciones enemigas, a cambiar de tipo de personaje, etc., pero lo cierto es que estamos deseando desde un primer momento que se acabe. Es muy posible que esto se vea influenciado por el conocimiento de las estructuras jugables de antemano, pero la sensación no es tan acusada en otros títulos donde esto nos sucedía. Lo importante, en cualquier caso, es que una vez tenemos campo libre y no somos acosados por consejos, instrucciones y pasos obligatorios (como cambiar a un personaje para ver cómo es y sus características específicas), todo va ganando: en ritmo, contundencia y desarrollo.
En la campaña podemos escoger entre jugar con el bando de los buenos, o con los malos, lo que aporta, asimismo, una perspectiva que no se ha dado de la historia, y creada específicamente para este título, lo que es todo un incentivo. Además, puesto que las campañas son francamente cortas, el tener dos ayuda a alargar la duración de un título que está claramente orientado al multijugador, siendo lo que más se resiente, como es habitual, la duración de la aventura para los solitarios. En cierto modo, la verdad es que es mejor afrontar este título como un multijugador puro, como ya sucedía con los Battlefront. La inteligencia artificial es buena, pero no sustituye siempre de la mejor manera a los aliados humanos, y todo está pensado para ser disfrutado en compañía... bueno, mediante el juego en línea.
En líneas básicas, tenemos cuatro tipos diferentes de personajes, cada uno con sus ventajas y contratiempos, que tendremos que ir alternando para alcanzar la victoria. Hay que evaluar qué tipo de enemigos nos acosan, la orografía de la zona, los compañeros que tenemos, etc., y, también, cómo de cerca están nuestras zonas para cambiar (estatuas especiales, o los puntos conquistados). Como es de esperar, los que están más preparados para el combate directos son los guerreros, contando con golpes contundentes y un amplio abanico de combos. Más sibilino, aunque similar, es el comportamiento del explorador, mientras que arqueros y magos están más orientados a atacar a distancia.
La diferencia principal entre el explorador y el guerrero es que el primero puede hacerse invisible (al clásico estilo Predator) y está más orientado a atacar por la espalda, haciendo relativamente poco ruido. De esta manera, siempre puede usarse como avanzadilla, para eliminar vigías, o en algunas otras situaciones concretas, aunque desde luego no es un personaje tan "todoterreno" como el guerrero. Los arqueros, por su parte, permiten atacar a distancia, e incluso lanzar diferentes tipos de flechas, pero el mecanismo para apuntar ralentiza la acción.
Eso parece más destinado a mantener un buen equilibrio entre la rentabilidad de uso de las diferentes clases que a un fallo en el control, aunque un sistema de manejo más ligero para los arqueros nos hubiese gustado. Los magos, por su parte, resultan un tanto desequilibrados, pues sus ataques mágicos (de alto alcance, y buena potencia) quizás inclinan demasiado la balanza a su favor, y los aspectos negativos (menos resistencia física, principalmente) se pueden compensar fácilmente por lo difícil que es llegar hasta ellos para atacarles con contundencia, y el bajo nivel de ataque relativo de los arqueros. Así que si no tenemos otro mago, es difícil hacerles frente con eficiencia.
Más allá de los personajes genéricos, en modos y circunstancias concretas, el título nos permite combatir junto -o controlando directamente- a algunos de los personajes protagonistas de la historia, como Aragorn o Gandalf, por poner unos ejemplos populares. Por supuesto, sus diseños están sacados íntegramente de las películas, y eso los hace más reconocibles para el gran público. Además, son un soplo de aire fresco dentro del aspecto genérico de todos los personajes normales, tanto los buenos como los malos.
En esa línea, el desarrollo del juego se centra en ir conquistando posiciones como misión principal. Según nos abrimos camino, se nos asignan algunas otras misiones específicas, como derrotar a un enemigo en concreto, todo ello mediante las órdenes que nos dan en pantalla. Esto se aplica tanto a la campaña de los buenos como la de los malos, que se encuadra en la campaña Alzamiento de Sauron (frente a la Guerra del Anillo, la campaña de los buenos), y es que no hay diferencias jugables en la práctica entre un bando u otro. Esto iguala ambos frentes, pese a las diferencias muy concretas que puede haber en la plasmación de algunos elementos, pero lo cierto es que son idénticas por completo. Eso sí, primero hay que superar la Guerra del Anillo, y sólo entonces se nos abrirán las puertas de Mordor desde el otro lado.
En la práctica, la verdad es que una de las pocas diferencias que podemos considerar como realmente sustanciales es la aparición de los grandes héroes de cada bando, claro. Si en el lado de los buenos tenemos a Aragorn, Elrond, Gandalf, Legolas y Eowyn de Rodas, en el de los villanos estarán Lurtz, Saruman, Rey Brujo, Boca de Sauron y Lengua de Serpiente. Fuera de eso, no hay cambios sustanciales entre un bando y otro, lo que iguala las fuerzas y muestra que es una elección muy acertada para el multijugador. Lo destacable es que esos personajes protagonistas tienen habilidades especiales que pueden ser desestabilizadoras en el combate, como héroes que son, pero su contundencia está muy bien equilibrada entre los de un bando y los del otro. De esta manera, el que los personajes protagonistas ofrezcan algunos movimientos y características especiales se convierte en un atractivo muy destacable, junto a la carismática presencia de los mismos en la batalla, todo un guiño a los fans. Del mismo modo, descubriremos que hay en el juego Wargos, Ents, Olifantes, Trolls de las cavernas, el Balrog...
El multijugador, como ya hemos dicho, es el eje principal del juego, y como tal, tiene un buen abanico de opciones. Realmente no nos ofrece nada rompedor en el género, sino variaciones de modos clásicos, como capturar la bandera, con algunos aspectos que lo hacen encuadrarse con mayor holgura en lo que se espera del universo de Tolkien.
Uno de los inconvenientes que se pueden encontrar es que en un título tan centrado en la experiencia multijugador y, al mismo tiempo, segmentado en diferentes sistemas, es que puede ser un poco más difícil encontrar jugadores disponibles para las partidas que en títulos centralizados en una única plataforma, pero es sólo un problema menor que se irá solucionando cuento el título tenga mayor recorrido comercial y haya, por tanto, más jugadores en todos los sistemas.
Eso sí, en cuanto juntamos a una pequeña tropa, la experiencia multijugador nos muestra cuáles son las virtudes de El Señor de los Anillos: La Conquista, unas características que quedan algo diluidas en su vertiente monojugador. Y es que, al fin y al cabo, las campañas no dejan de ser una variación de capturar la bandera, como sabrán quienes hayan disfrutado en el pasado de los Battlefront, pero puede ser un inconveniente para los jugadores menos familiarizados con esa fórmula, o más reticentes a darle una oportunidad.
De hecho, lo cierto es que resulta, al final, más divertido el multijugador y los modos incluidos en las opciones de acción instánea que la campaña multijugador, que al final se convierte en un simple trámite por el que pasamos. En la acción instantánea nos encontramos los mismos modos que en el juego en línea, esto es, conquista, combate con héroes, combate por equipos, o captura del anillo, sin tener que buscar partidas y jugando contra la máquina, lo que nos puede servir tanto como entrenamiento como vía para obtener una diversión directa mucho más en consonancia con el espíritu del juego que la propia campaña.
Puesto que todos los modos son obvios, vamos a centrarnos en el algo más original captura del anillo. En este modo, uno de los jugadores encarnará a Frodo, el hobbit, y llevará con él el anillo único. Los otros jugadores serán los nazgûl, deseosos de hacerse con el anillo de poder, lo que les obliga a buscar al mediano y, también, luchar entre ellos para alzarse con el ansiado trofeo. No queremos dejarnos en el tintero tampoco la presencia de una variante mucho más estratégica del juego en la que los equipos se enfrentan por hacerse con el dominio de toda la Tierra Media.
Pese a eso, no podemos obviar que el juego no tiene una profundidad jugable muy reseñable por sí mismo. Las clases son pocas, las situaciones de juego no resultan muy variadas en la práctica, y hay más similitudes que diferencias entre ambos bandos. Todo eso hace que el título pierda muchísimo encanto cuando no estamos hablando del multijugador, pues es el componente humano y su enorme accesibilidad lo que lo convierten en un título atractivo. Si no contamos con ese respaldo, sus carencias a nivel de diseño señaladas se hacen evidentes y la diversión pierde enteros.
A nivel técnico destaca sobre todo la localización completa a nuestro idioma, lo que le hace ganar muchos enteros en producción. La narración y las escenas conforman una presentación de gran calidad, aunque sin las mismas voces que en las películas. La música, extraída de la banda sonora de la trilogía fílmica, los contundentes efectos sonoros, y todo su apartado sonoro, en definitiva, resultan de gran calidad y harán las delicias de los aficionados.
En el apartado gráfico, el juego tiene muy buenos fondos y localizaciones, aunque la poligonización y texturas en las zonas cercanas no es brillante. Esto se debe a que se ha optado por mover cantidades ingentes de enemigos y escenarios bastante grandes frente a la espectacularidad técnica pura. Así, el juego luce algo peor en imágenes estáticas, y no es tan impresionante como los exponentes gráficos actuales, pero el resultado global es sólido y acorde con las intenciones jugables del estudio para este título. Los diseños de los personajes comunes son un tanto genéricos, pero la cosa mejora, y mucho, con las representaciones de las grandes estrellas.
Los diseños de los protagonistas de las películas están sacados directamente de éstas, y eso los hace reconocibles para el gran público. Es más, el juego se complementa con escenarios (como las minas de Moria, o Isengard, por poner ejemplos que hemos visto en las primeras horas de juego) también extraídos de las películas, con bastante buen nivel de detalle, pero, como decíamos, sobre todo en lo que vemos en segundo plano, lejos de la acción que protagonizamos nosotros. Por otro lado, no podemos obviar que, ocasionalmente, la cámara se pone un poco peleona y tenemos que trabajarla, y que nos han sorprendido aquí y allá ralentizaciones varias, pero de escasa importancia y sin afectar a la jugabilidad. Pese a todo, lo que más llamará la atención en el lado negativo de las cosas es que sus animaciones son un poco robóticas y no resultan muy naturales.
Conclusiones
El Señor de los Anillos: La Conquista consigue con éxito ofrecer a los aficionados de la narrativa de Tolkien, y de las películas, un videojuego consistente, con acción intensa, y una representación fiel de las batallas más espectaculares, llenas de sorpresas que no os hemos desvelado. Al mismo tiempo, ofrece una oportunidad a los seguidores de Battlefront de volver a disfrutar de su concepto jugable (aunque con las evidentes diferencias, claro); así que está destinado a atraer a un amplio espectro de jugadores y darles lo que buscan.
Pero hay que tener en cuenta que se da un fuerte desequilibrio entre la experiencia de juego que se obtiene entre el multijugador (hasta 16 en línea, o cooperativo en línea para dos, y hasta cuatro si optamos por la pantalla partida) y el monojugador, que queda más soso, deslucido y no tan divertido, la verdad. Por eso, quienes no vayan a apostar por disfrutar de él principalmente con otros jugadores deberían plantearse si van a saber sacarle el jugo a su propuesta. Pero para los demás, es diversión asegurada.