Análisis de Castle of Illusion PSN (PS3, iPhone, Xbox 360, PC)
Se está poniendo de moda esto de hacer remakes o revisiones de grandes clásicos de los videojuegos, y sabiendo que muchos jugones ya rondamos o hemos superado la treintena, los estudios están apelando a nuestra nostalgia para traer de vuelta títulos que jugamos cuando éramos unos chavales y que inevitablemente recordamos con mucho cariño. Este verano sin ir más lejos hemos recibido un encantador remake como DuckTales Remastered, y una revisión no tan acertada como Flashback.
Ahora toca volver al Castillo de la ilusión con Mickey Mouse, recuperando un juego de 1990 que seguro que muchos de los que tuvisteis una Mega Drive recordáis. En Europa fue uno de los juegos de lanzamiento de la consola de 16 bits de Sega, lanzado siete meses antes de que llegara el verdadero bombazo de esta, Sonic the Hedgehog.
Un encantador plataformas desarrollado por Sega AM7 que sentó las bases de lo que estaría por venir en los siguientes años en las consolas de 16 bits, excelentes juegos protagonizados por personajes de Disney, una marca que se convirtió en sinónimo de calidad en el mundo de los videojuegos, nada que ver con lo que ocurre actualmente.
Este nuevo Castle of Illusion para Xbox 360, PlayStation 3 y PC es uno de los remakes más acertados que hemos tenido el placer de disfrutar nunca. Es sorprendentemente fiel al original en muchos aspectos: enemigos, ambientación de las fases, jefes finales, con las mismas mecánicas incluso, jugabilidad, situaciones exactamente iguales, hay un enorme respeto y veneración por el original, pero a la vez se han tomado las suficientes licencias para que parezca un juego completamente nuevo. Lo que entonces eran gráficos en 2D con sprites, no había otra manera de hacerlo en la época, ahora son unos preciosos gráficos poligonales con desplazamiento 2D lateral aunque con algunos momentos puntuales en los que nos movemos tridimensionalmente.
Tan fiel es al original, que también dura un suspiro, y en poco más de 2 horas te lo habrás acabado, aunque es moderadamente rejugable, ya que los niveles están llenos de secretos y coleccionables, y en la mayoría de los casos necesitaremos acabarnos cada fase al menos un par de veces para conseguirlo todo, además de desbloquearse un modo contrarreloj una vez las hemos superado. Es un plataformas más bien sencillo, como el juego de Mega Drive, aunque con algunos picos de dificultad que no están nada mal. Empezamos con tres puntos de vida, que se puede ampliar hasta cinco cogiendo estrellas, y fruto de nuestro tiempo, se han repartido por los niveles unos cuantos puntos de control por si nos matan no tengamos que empezar desde el principio, aunque consumimos vidas, algo raro de ver en los plataformas actuales.
Los controles son igual de sencillos que entonces, un botón para saltar y otro para disparar objetos, estando la gracia en que si volvemos a pulsar el botón de salto antes de caer sobre un enemigo, saldremos propulsados hacia arriba, algo que tenemos que hacer constantemente, sobre todo para encontrar todo tipo de secretos. Los momentos más complicados nos los brindan los encantadores jefes finales, en los que solo tenemos tres puntos de vida y debemos andar con bastante cuidado. Es en estos enfrentamientos, o en algunos momentos puntuales durante las fases más complicados de lo normal, cuando descubrimos que si bien el control no es malo, está lejos de ser perfecto, con una respuesta a nuestras órdenes un tanto lenta, como con retraso, lo que nos juega alguna que otra mala pasada, pero que no termina de amargar una experiencia bastante grata en todo momento.
Desde un castillo tridimensional, que nos recuerda un poco pero en versión más modesta al visto en Super Mario 64, accedemos a los distintos niveles mediante unas puertas, igual que en el juego de Mega Drive. En cada mundo hay dos pantallas más un jefe final, con un total de cinco mundos más la fase y jefe final. En un desarrollo casi por completo con desplazamiento lateral, y con muchas situaciones totalmente calcadas del original, se incluyen algunas escenas en las que nos movemos tridimensionalmente, que aportan algo de variedad, aunque evidencian más todavía los problemas de control. Entre lo corto que es, y lo variado y ameno que resulta su desarrollo, cuando nos queramos haber dado cuenta ya estaremos en el final, muy posiblemente en una única partida.
Ya que acabarse los niveles no es muy complicado, y como hemos dicho te puedes ventilar el juego en un par de horas, la gracia está en patearte todos los niveles de arriba abajo, y encontrar todos sus secretos, a quien le guste hacer esto claro. Hay 800 diamantes repartidos por todas las fases para recoger, y sin preocuparnos mucho por conseguirlos y pasándonos el juego normalmente habremos obtenido unos 600. Además hay unos chiles y naipes bastante bien escondidos, que nos permiten desbloquear trajes para Mickey.
El apartado gráfico es encantador, y nos parece muy meritorio cómo han captado la esencia del original en escenarios poligonales, con muchos detalles, llenos de vida, con fondos tridimensionales y constantes movimientos de cámara, alejándola y acercándola, en un perfecto ejemplo de lo que pueden dar de sí los juegos de plataformas 2.5D. El apartado musical cumple pero no nos parece tan acertado, ya que si bien se recuperan algunos temas del original, que tenía una pegadiza banda sonora, otros no han vuelto, y nos parece menos fiel en lo sonoro que en lo visual.
Un plataformas con el encanto de los de antaño
Si bien su aspecto visual es acorde a nuestros días, su jugabilidad, las situaciones que propone y los jefes finales, son totalmente de la vieja escuela, y transmite las sensaciones que teníamos al estar jugando a un plataformas de la era de los 16 bits. El problema es que es más fácil que aquellos, y te deja la sensación de que dura un suspiro, ya que de una sentada es muy probable que te lo acabes, de dos partidas como mucho. Si te gusta el género, y además guardas un gran recuerdo del original, seguro que no te decepciona. Otro ejemplo más del buen estado de salud del género, que si bien no consigue destacar en nada en especial, en unos días en los que están saliendo auténticos juegazos como Rayman Legends o Puppeteer, se juega con agrado, y te deja una sensación de buen rollo, una breve pero agradable vuelta a los 90.