Análisis de Urban Reign (PS2)
La japonesa Namco, ahora en fusión con Bandai, es una de las grandes compañías niponas, especialmente en lo que a las recreativas se refiere. La compañía de los Nakamura es responsable de buena parte de la revolución tridimensional de mediados de los 90, y ha destacado como creadora de juegos de lucha, con dos sagas de gran reputación y éxito de ventas como Soul Calibur y Tekken. Sin embargo, la compañía, por extraño que parezca y en contraposición a las otras grandes de la lucha, como Capcom y Sega, nunca ha hecho un "yo contra el barrio" al estilo de Final Fight o Spikeout. Con Urban Reign, aunque no estrictamente un juego de este género, intenta un acercamiento.
Urban Reign parece un juego de "yo contra el barrio" y toma muchos de sus elementos, pero en realidad es un juego de lucha 3D donde haremos frente a varios luchadores a la vez con un gran grado de interacción con el escenario. Es una especie de término medio entre Tekken y Final Fight, donde nos moveremos en un escenario limitado, aunque altamente interactivo, y haremos frente a uno o varios luchadores, y algunas veces estaremos acompañados; en esencia un híbrido entre la lucha y el "yo contra el barrio".
Urban Reign nos introduce en la típica –en lo que a videojuegos se refiere- ciudad invadida por bandas de maleantes, con la no menos típica misión de librarla de ellas. Para ello contaremos con un alto repertorio de movimientos que tendremos ocasión de desplegar y aumentar a lo largo de decenas de misiones, todas ellas desperdigadas a lo largo de una serie de escenarios de la ciudad, y con objetivos diversos. En algunas tendremos que hacer frente a un solo enemigo, en otras a varios, en otras acabar con un enemigo en un tiempo límite, en otras sobrevivir… una gran variedad de misiones rotando todas ellas alrededor de la premisa básica: dar la mayor cantidad de sopapos posibles, y evitar recibirlos.
Urban Reign usa un sistema de control bastante sencillo, que destaca por la existencia de solamente un botón de golpe, en contraposición a los dos habituales. De este modo, el tipo de golpe no lo decide la pulsación del botón, sino la dirección que pulsemos en el analógico al dar al golpe será la que determine si el golpe es alto, bajo, una patada o un puñetazo y, por supuesto, el combo que estemos realizando. Las opciones de ataque se complementan con un botón de llave que no pararemos de presionar, pues el juego incluye llaves sensibles al contexto, haciendo una llave diferente dependiendo de la posición en la que nuestro jugador se encuentre respecto al enemigo, y el movimiento que esté haciendo el susodicho.
Complementan los botones principales el botón de guardia, que habrá que pulsar en el momento apropiado para que tenga efecto, y que nos puede permitir evitar llaves dolorosas o bien esquivar golpes del enemigo y situarnos a su lado; y el botón de correr, que nos hará hacer movimientos automáticos al llegar al encuentro del enemigo, y con el que podremos subir por las paredes para hacer ciertos movimientos especiales; hay además, finalmente, un ataque especial que se hace pulsando el botón de llave y de ataque normal y que nos librará muy a menudo de enemigos que nos tengan rodeados. Este ataque usa una barra de energía que se llenará según vayamos golpeando o recibiendo golpes, dependiendo de lo bien o lo mal que lo hagamos.
Esta disposición de botones, más botones auxiliares para fijar blanco o vacilar a los enemigos, entre otros, hace que el juego sea muy sencillo de controlar, aunque también que el control sea un tanto limitado al rebajar las posibilidades de combinación y ceder gran parte de nuestro poder de decisión al juego. Quizás queramos hacer un golpe en concreto, pero al ser la mayoría de las acciones sensibles al contexto, puede que el juego no lo ejecute, por lo que nuestros planes con frecuencia se truncarán. Contaremos con poderosos movimientos dependientes de la situación, como la posibilidad de hacer un agarre doble cuando haya dos enemigos pegados ante nosotros.
Entonces Urban Reign no es un juego de dominar los movimientos de nuestro personaje, a la sazón llamado Brad Hawk, sino más bien de dominar la sincronización del sistema de lucha, cuándo dejar de golpear a un enemigo para encargarnos del que se acerca por detrás, cuándo el enemigo fuerte al que nos enfrentamos a solas va a hacer el ataque especial imparable del que tendremos que huir, y a qué distancia es mejor empezar un ataque, entre otras cosas. Y, sobre todo, cubrirnos correctamente, y en el momento adecuado. Esto es decepcionante, pero hace el juego mucho más accesible ya que con tan solo pulsar dos botones podremos hacer movimientos espectaculares y muy bonitos de ver, pero se compensa con dos factores: la configuración del personaje, que nos permitirá irlo mejorando en las áreas que queramos, y el sistema de zonas de golpeo.
Este último es toda una novedad en el género, y divide a nuestro luchador –y a los enemigos- en tres zonas de impacto: cabeza, torso y piernas. Según vayamos –o nos vayan- castigando esas zonas, cambiaran a un color u otro, y dependiendo de lo perjudicadas que estén el enemigo, o nosotros, recibirá un daño extra cuando le golpeemos en esas zonas, y además en ocasiones se quedará inconsciente durante algunos momentos, haciendo mucho más fácil abatirlo… o viceversa. El problema de esto último es que nosotros casi siempre estaremos en inferioridad numérica, lo que hace verdaderamente complicado enderezar la lucha cuando hayamos recibido tres o cuatro golpes seguidos de los enemigos, especialmente si son en la misma zona, ya que podremos entrar en una especie de proceso de ser apalizado sin piedad por los macarras que nos rodean. Es entonces el momento de hacer el movimiento especial y conseguir un poco de respiro.
Aparte del sistema de lucha, que está bastante bien aunque como decíamos carece de cierta profundidad en lo que al dominio de los golpes se refiere, el juego no ofrece mucho más en su modo historia. Luchamos en una ciudad, pero no podemos explorarla, tendremos que resignarnos a ir de misión en misión –en ocasiones se nos ofrecen en grupo, pudiendo elegir cuál completar antes-, luchando, sin nada de exploración más allá de la interacción con el escenario que puede esperarse de un juego de lucha, es decir, coger alguna que otra arma, golpear al adversario contra diferentes objetos, etc… Además, aunque el juego contiene 100 misiones, éstas pueden llegar a hacerse verdaderamente repetitivas, y la historia es simplemente una excusa para llevarlas a cabo, no algo que realmente atraiga la atención del jugador porque le cuenta algo en concreto.
En cuanto a los modos extra, a medida que avancemos en el modo historia iremos desbloqueando contenido y modalidades extra, incluyendo los muy anunciados cameos de Marhsall Law y Paul Phoenix, conocidos luchadores de Tekken. El juego contiene también un modo multijugador en donde hasta cuatro jugadores podrán participar, y cinco niveles de dificultad muy de agradecer, especialmente los fáciles, pues el juego tiene una curva de dificultad un tanto sinuosa.
A nivel gráfico Urban Reign está bien, sin fallos graves, ofreciendo un apartado sólido, con buenos modelados y animaciones, y completos escenarios, aunque no al nivel de otros juegos del género, ni tampoco como los otros juegos de la compañía, léase Soul Calibur 3 y Tekken 5. Aún así, y sin ofrecer nada espectacular, cumplen bien su cometido. Por su parte, el apartado sonoro del juego cuenta con un doblaje en inglés nada memorable, unos efectos de sonido bien realizados, y una banda sonora que ambienta bien la acción del juego.
Urban Reign es en global un buen juego de lucha, accesible, aunque un tanto difícil según vamos avanzado, eventualidad para la que será muy útil su selector de nivel de dificultad. Es divertido de jugar, y muy sencillo de controlar, aunque esto sea sacrificando el número de combos disponibles y el control real que tenemos sobre lo que hace nuestro personaje. Namco no ha creado una nueva saga de lucha para recordar, una "tercera vía" aparte de Soul Calibur y Tekken, pero sí un buen juego que aunque solo es una compra recomendada para los acérrimos, hará pasar una buena tarde a quien se anime a alquilarlo.