Análisis de The Turing Test (PC, Switch, PS4, Xbox One)
A principios de mes os hablamos de The Turing Test, un interesante juego de puzles en primera persona de Bulkhead Interactive, creadores del simplemente correcto Pneuma: Breath of Life. Con el nuevo proyecto apuestan todo a la resolución de problemas de lógica, dejando a un lado la parte de exploración. Al igual que Q.U.B.E, Magnetic: Cage Closed y otros muchos juegos del género, bebe del estilo de juego y narración de Portal, presentando directamente una serie de habitaciones que debemos resolver para progresar en dificultad e historia.
El argumento, como os contamos en las impresiones, nos presenta a Ava Turing de la agencia espacial ISA. Se nos ordena investigar qué ha sucedido con el personal de una base de investigación en Europa –satélite de Júpiter- que no responde a la comunicación. Al llegar únicamente nos encontraremos con la voz de una inteligencia artificial y una serie de compartimentos bloqueados a modo de examen que dificultan la entrada hasta las instalaciones más profundas a todo lo que no sea humano. Parece que los científicos quieren huir de alguien o algo…
Y sí, obviamente el título del juego hace referencia al test de Turing. Normalmente los juegos de puzles con aspiración a contar historia escogen un tema filosófico, y Bulkhead se apunta al carro con la ciencia ficción. ¿Cuánto se diferencia una máquina de los humanos? ¿Qué grado de libertad tienes en tus decisiones? Estas y otras muchas preguntas forman parte de la conversación permanente con la IA. Además, localizaremos muchos objetos y correos de los científicos que aportan un poco más de trasfondo a sus investigaciones o la vida cotidiana.
Precisamente donde lo dejamos en nuestras impresiones, aproximadamente a mitad del juego, descubrimos parte del misterio clave de The Turing Test. Por supuesto no os vamos a hablar de ello, y aunque no deja de ser una mera disculpa para crear ambiente, como pudiera ser el humor en la saga Portal, invita a continuar con nuestra aventura. Eso sí, os advertimos que lamentablemente trae textos y voces en inglés, así que será necesario conocer el idioma para disfrutar de esta parte del juego -y algunos audios no disponen de textos-.
La mecánica gira sobre interruptores. Puertas y artilugios necesitan un núcleo de energía para funcionar, y habitualmente hay menos de los necesarios. ¿Solución? Pasar estas esferas de un dispositivo a otro con nuestra pistola. El problema es saber el orden exacto, cuál puedes recoger y a dónde pasar la energía. El diseño de los mapas está pensado para que esto funcione con sentido, por ejemplo apuntar por una ventana y retirar el núcleo de una puerta por la que no vamos a volver.
A esta idea se le aplican variantes: baterías –que a diferencia de los núcleos liberados, hay que colocar físicamente y no con disparos- o los pulsos intermitentes. En lugar de un flujo constante, se encienden y apagan a los pocos segundos, lo que significa que colocados en un ascensor subirá y bajará según su tiempo de activación. Puede interesar o no dependiendo de lo que deseemos hacer con el aparato.
Otras situaciones nos plantean la necesidad de utilizar varios núcleos para activar una puerta o maquinaria. O utiliza dos conectores y sólo dispones de energía intermitente, es decir, que debes colocar núcleos que funcionen a ritmo diferente para transmitir la electricidad en todo momento. Son algunas de las situaciones, pero hay muchas otras aprovechando superficies que requieren peso, grúas magnéticas, láseres y puentes de rayos.
Según avanzamos por los capítulos se van añadiendo nuevos gadgets y se aumenta el número de pasos necesarios para resolver cada habitación. Una vez superado el ecuador la jugabilidad presenta un cambio importante del que no hablamos en nuestro anterior artículo: cambiar el punto de vista. Un poco similar al juego République, podremos manejar las cámaras de vigilancia y robots móviles para hackear aparatos electrónicos. Mientras saltas entre cámaras la protagonista queda inmóvil, pero es muy útil para llegar a lugares que la vista de Ava no llega, o para modificar el flujo de una conexión.
En esencia la segunda mitad del juego continúa con la misma base de siempre: encender los interruptores para el orden correcto. La diferencia es que ahora también hay que tener en cuenta lo que pueden hacer las cámaras, y cómo alternar el control para que la protagonista pueda avanzar.
The Turing Test es un excelente juego de ingenio, donde prácticamente nunca se utilizan los reflejos ni la habilidad, que era una –o la única- crítica a la serie Portal con sus saltos y giros en el aire. Sólo te encontrarás bajo presión en situaciones con tiempo cronometrado, y el tiempo es más que suficiente para no sufrir problemas. A pesar de eso, hay que aclarar que se trata de un juego asequible, con una curva de aprendizaje muy cómoda. El nivel es sencillo para la media del género, y no lo decimos como algo negativo, de hecho podría ser un motivo de compra para aquellos que huyan de constantes bloqueos o rechacen tirar de ayuda en guías.
Una de las explicaciones a su facilidad se debe al reducido número de acciones posibles de la mayoría de habitaciones. En muchos casos salta a la vista la solución, en otros basta con probar un poco qué núcleo corresponde con cada dispositivo. Esto sí sería una pequeña pega, puesto que no parece tan creativo; casi siempre lo único que puedes hacer es la respuesta.
No obstante, hay que señalar que además del recorrido principal de vez en cuando encontraremos puzles opcionales. Su recompensa: grabaciones de audio con diálogos de los científicos con la inteligencia artificial, información para conocer con más detalle qué ha pasado y la "personalidad" de la voz que nos acompaña. Las pruebas de estas habitaciones sí suben sensiblemente la dificultad, están mejor diseñadas y hacen un uso más original de los artefactos. Una pena que sean escasas, porque son de lo mejor de la aventura.
Conclusiones
¿Aguanta bien las comparaciones The Turing Test con su competencia? Lo cierto es que está un peldaño por debajo de los mejores exponentes del género, y no por problemas: lo que hace, lo hace bien. Sin duda va a gustar a cualquier aficionado a los puzles. Pero las pruebas pierden su chispa en las primeras horas, y unido a la repetitividad del escenario –una aséptica instalación metálica- se hace un poco monótono en una larga sesión de juego. Tiene una duración aproximada de cinco horas, el tiempo justo para este tipo de juegos.
Aunque está un poco falto de personalidad, The Turing Test presenta una historia interesante, gráficos llamativos –dentro de lo que puede ofrecer un estudio independiente- y una base sólida para las pruebas. Sólo echamos en falta más variedad de elementos jugables y visuales que ahuyenten cualquier atisbo de reciclaje.
Hechas estas puntualizaciones, si lo que buscas es un nuevo título donde poner a prueba tu agudeza mental, debería ser una compra obligada.
Hemos realizado estas impresiones en su versión de PC, con un código de descarga que nos ha proporcionado Kartridge.