Análisis de Miasmata (PC)
Uno de los géneros con más subgéneros que podemos encontrar en los videojuegos en el de la simulación. Sin pensar mucho seguro que podemos recordar simuladores de conducción, de fútbol, de baloncesto, de trenes o aviones. Pero hay un subgénero que desde luego no es tan popular: la supervivencia. Esto es lo que nos propone Miasmata, un simulador de supervivencia que nos dejará sueltos en una isla, digamos, poco poblada, mientras luchamos por sobrevivir contra una enfermedad que nos consume poco a poco.
Desde el primer momento queremos dejar claro que es un juego que nos ofrecerá una experiencia distinta y casi, casi tan compleja como quedarnos tirados en una isla en la vida real. Así que no os esperéis una aventura del estilo de Uncharted, espectacular, con indicadores en pantallas o siquiera, con diálogos. Miasmata es una historia austera, pensada para espíritus aventureros que quieran poner a prueba sus capacidades virtuales de supervivencia. Si estáis buscando una experiencia de juego arcade, os aseguramos que no la encontraréis aquí.
La isla y nosotros
Miasmata nos ubica en una isla, en otro momento y en otro lugar. Estamos enfermos, y sabemos que nuestra enfermedad no sólo merma nuestro estado físico, sino que nos consumirá hasta matarnos. También sabemos que en la isla se ocultan los componentes para crear la cura y en ese momento, la necesidad de supervivencia del ser humano se impone y nos arrastra a encontrarla. Así empieza Miasmata, pero por supuesto, según progresa el desarrollo del juego descubrimos que oculta mucho más de lo que en un primer momento podríamos imaginar. Pero vayamos por partes.
El título que nos ocupa, volvemos a señalar, es un simulador de supervivencia que tiene su perspectiva en la primera persona. Tan sólo contamos con un mapa aún por completar, un diario, un reloj, una brújula y una cantimplora. No podemos llevar más de un objeto en cada mano y las únicas armas con las que contamos son aquellas que encontremos en el entorno. Como un auténtico superviviente, tendremos que aprender a aprovechar todo lo que nos ofrece la isla, ya que no contamos con ningún tipo de ayuda por parte de juego. No hay indicadores en pantalla ni pistas más allá de algunas notas que encontramos en el juego.
Para que os hagáis una idea, comenzamos ya tocados, tras una accidentada llegada a la isla. Estamos débiles, por lo que no podremos nadar durante un tiempo prolongado o correr como si estuviésemos santos. Esto parece obvio, pero como sabéis, no es algo común en los videojuegos. En nuestro estado, será fácil sufrir fiebre y/o delirios, lo que nos obligará a crear remedios naturales con las plantas y hongos que crecen salvajes en la isla. Combinar las plantas requerirá audacia, ya que si no las mezclamos con éxito tendremos que salir a buscar más; no podemos probar hasta acertar. La fiebre también nos deshidratará, por lo que tendremos que beber agua para mantenernos frescos. Ojo, por supuesto, no podremos beber agua de la que rodea a la isla, ya que ésta es salada; tendremos que buscar ríos, lagos u otras fuentes de agua dulce o potable para poder satisfacer nuestra sed y rellenar nuestra cantimplora.
Sobreviviendo
Si a estas alturas sigues pensando que Miasmata es un juego de aventuras similar a cualquier otro juego actual, volvemos a recordarte que no. Como ya decimos, el estado de nuestro personaje es vital y éste se refleja con claridad a la hora de jugar. Esto lo percibimos en detalles que se reflejan en cómo nos movemos por el terreno o cómo vemos. Por ejemplo, no podemos andar a la misma velocidad por un puente de madera o sobre una extensión de hierba y por un camino pedregoso o lleno de ramas que entorpezcan el camino. Sentiremos el esfuerzo del protagonista al subir por una colina, o incluso al subir unas meras escaleras si estamos agotados físicamente. De igual modo, la fiebre puede producir delirios y mareos que alterarán momentáneamente la percepción del entorno.
Como ya hemos mencionado, tan sólo es posible transportar dos objetos simultáneamente (sin contar los objetos propios de la aventura, como el diario y la cantimplora, que siempre estarán con nosotros), y además, si sufrimos un accidente importante como caernos por un desnivel, perderemos aquello que llevemos en nuestra manos, tanto si es una simple arma como si es el ingrediente que necesitamos para curarnos la altísima fiebre que nos afecta. Luego puede que los encontremos o, lo que es más probable, que no los volvamos a ver jamás, pero es sin duda otro elemento que destacar en el particular concepto de juego.
También es muy reseñable la importancia del fuego. Podremos guardar la partida en aquellas zonas en las que encontremos algo que podamos encender, ya sea una hoguera o una vela, así como en camas que encontraremos en pequeños asentamientos en una isla que obviamente ha estado (¿o está?) habitada. El fuego será también lo que nos proteja por la noche –aunque no os diremos de qué– y alumbre nuestro camino. En caso de que nos sorprenda la oscuridad en medio de una zona boscosa tendremos que buscar algunos rastrojos que quemar para usar a modo de antorcha, ya que la luz de nuestro mechero no será suficiente para iluminar el entorno de manera segura.
El reloj y la brújula también nos serán claves para orientarnos, ya que los mapas no cuentan con ningún tipo de posicionamiento activo y sólo nos podremos guiar por los puntos cardinales y nuestra intuición. Podremos ir completando el mapa poco a poco con nuestros conocimientos de cartografía, tomando como referencia puntos característicos de la isla desde dos ubicaciones distintas, pero no habrá en ningún caso, un punto que nos señale dónde estamos en cada momento de la aventura. A nuestra orientación, por supuesto, tenemos que añadir que los escenarios cambian con la luz y los cambios climáticos, que complicarán encontrar la ruta de vuelta al campamento. Salvo comer, defecar y miccionar, tendremos que vivir casi como en circunstancias reales.
Aspectos técnicos
Miasmata es un juego resultón, lo que no significa que sea una maravilla gráfica. Realmente, a la hora de jugar cumple muy bien, pero nos encontramos frente a un juego independiente, por lo que es difícil llegar al nivel de los grandes sobre todo en entornos gráficos tridimensionales realistas. Su mayor problema es la optimización, y es que un ordenador que puede mover con soltura Crysis 2 al máximo y a 1080p tiene problemas para mantener una tasa de imágenes por segundo estable con "la misma" configuración en Miasmata. Una mayor optimización podría haber que todo en conjunto luciese mucho mejor, aunque por supuesto, siempre podemos jugar con menor calidad gráfica o resolución.
Optimizaciones aparte, nos encontramos con una isla bastante frondosa, con mucha flora y muy poca fauna, bien diseñada y que es capaz de mostrar detalles que favorezcan la orientación del jugador. La iluminación es muy buena, y nos ofrecerá algunos momentos de absoluta belleza, y la transición entre el día y la noche o los cambios climáticos son sensacionales. En general, el diseño cumple con creces, pero la parte técnica modera la experiencia visual, que podría haber llegado mucho más lejos. La generación de escenarios no es brusca en su conjunto, pero sí lo es en sus detalles, con hierbas y rocas que se generan ante nuestros ojos. Las texturas se repiten en exceso (algo palpable sobre todo en determinados elementos como las cabañas de madera) y tras un rato sentimos que todo se encuentra un tanto inerte, y desearíamos que la isla fuese más interactiva.
Miasmata ofrece un aspecto sonoro casi inexistente, pero una vez más, está pensado para servir de guía al jugador. Estaremos rodeados de sonidos ambientales, además de la respiración, tos o quejidos de nuestro protagonista, lo que nos dará una pista de su estado sin necesidad de mirar su diario. Estos sonidos ambientales también nos servirán para meternos en situación y dar un ligero toque de terror al juego. Imaginaos que estáis en medio de la nada con la única compañía de un mechero que no alumbra más allá de vuestros pies y comenzáis a escuchar que algo se mueve a vuestras espaldas, y que, aunque os giréis, apenas podréis discernir qué es. Ahí lo dejamos. Por último, ligeras melodías acompañan los acontecimientos importantes, que dejan entrever que vamos progresando en la historia.
A la hora de jugar, Miasmata responde muy bien. Está pensado para jugar con teclado y ratón, aunque se puede configurar en opciones para usar un mando. Esto es un problema parcial, ya que a veces el juego nos dirá cosas como "Pulsa [BT19 LS-X] para correr" (por poner un ejemplo), bastante más confuso que decirte "Pulsa L3", sobre todo en función de la situación. Además, el juego está únicamente en inglés, lo que, a pesar de lo obvio de su jugabilidad, puede presentar problemas puntuales con las medicinas o el argumento. No hace falta decir que estos problemas podrían solucionarse con una actualización, algo que esperamos que acabe sucediendo.
Una auténtica experiencia de supervivencia
Miasmata es, sin más, un simulador de supervivencia. En él tenemos que encontrar la cura a nuestra enfermedad mientras descubrimos, mediante misivas, la historia que sirve de trama al juego. Es difícil concretar cuánto tiempo podremos invertir en completar el juego, ya que si bien es posible conseguir la cura en una tarde (aunque probablemente con guía y/o conociendo el juego en profundidad), una partida normal, independientemente de completarlo al 100% nos llevará bastantes horas, y todo ello sin contar que la suerte es un factor muy importante. Consigue transmitir la experiencia de estar totalmente abandonados a nuestra suerte en una isla aparentemente desierta y depender tan sólo de nuestro ingenio, despertando el instinto de supervivencia que tenemos los seres humanos. Echamos de menos un modo fácil con algún tipo de ayudas para que el juego pudiese llegar a un público más amplio, ya que, una vez más, estamos solos con la única ayuda de una brújula y nuestros conocimientos de cartografía, lo que puede llegar a desesperarnos.
Al igual que otros juegos nos permiten saber qué se siente conduciendo un superdeportivo, gestionando un equipo de fútbol o siendo un francotirador de élite, por mencionar algunos, Miasmata nos quiere poner en la piel de un naufrago enfermo que lucha por su vida. Primero tenéis que plantearos si ésta es una sensación que queréis experimentar, y, en caso afirmativo, saber que os enfrentaréis a algunas carencias técnicas propias de un ambicioso juego independiente pero que no emborronan la jugabilidad del título. Si todo esto os parece correcto, entonces Miasmata os permitirá vivir algo que probablemente nunca hayáis vivido. Profundo e inmersivo, es un juego que no todo el mundo podrá disfrutar, pero los que consigan hacerlo se llevarán para sí mismos una de las aventuras más particulares de los últimos años.