Análisis de Kaiju Panic (PC, Xbox One)

Vivimos tiempos curiosos desde el punto de vista del desarrollo de videojuegos. Antaño, para poder conseguir desarrollar para consolas, había que viajar desde Europa hasta Asia, convencer a Nintendo o Sega, leerse las instrucciones del sistema de desarrollo en japonés (o inventárselas) y otras lindezas del estilo. Hoy en día, un estudio como Mechabit, que viene de hacer juegos en game jams como la Ludum Dare, en cambio, tiene la oportunidad de dar el salto a pelearse en las grandes ligas de manera muy directa, ya sea en competiciones de desarrollar el mejor juego posible en realidad virtual u otros gadgets más modernos, o apareciendo no sólo en Steam, sino también en consolas como Xbox One. Y en el caso concreto que nos ocupa, da la casualidad que aunque son ingleses, han tenido la suerte de estar apadrinados por un banco que tal vez os suene, y es el Banco Santander, que tiene una incubadora de empresas tecnológicas en Liverpool, donde han incorporado a Mechabit.
Kaiju Panic es un título que ha estado rondando los eventos independientes desde hace un tiempo. Se le ha podido ver en el Rezzed, en la Eurogamer Expo, el Tokyo Game Show o el Insomnia de Houston, además haber sido votado por Greenlight, y tener el apoyo de Greenshoots, un programa conjunto entre Creative England (un sistema de financiación de industrias culturales de Inglaterra) y Microsoft (razón por la que este juego aparece en ID@Xbox).
Así que este juego está bien considerado, especialmente en tierras inglesas, donde se ha labrado un cierto camino. Y aprovecha una moda relativamente reciente, aunque el nombre de Kaiju llevase entre nosotros, especialmente si tenemos cierta filia a lo nipón, desde hace unas cuantas décadas. Al final para enseñarnos una extraña mezcla de tower defence y The Last Guy.

Y lo cierto es que les ha quedado bastante majo. El juego nos pone al mando de una especie de batallón de defensa de la Tierra (al principio, Inglaterra, luego, el mundo), y a diferencia de otros tower defense lo primero que hay que hacer es poner a nuestra gente a trabajar creando un recolector de recursos. Estos recursos no se almacenan automáticamente, sino que tendremos que mover nuestro batallón a la posición de las diferentes piedras para poder incrementar nuestra cuenta de cristales, que es el recurso básico.
Una vez ya tengamos nuestro recolector en funcionamiento, y mientras esperamos las diferentes oleadas de kaijus, toca reconocer el terreno y rescatar a los civiles. Esto es un hecho curioso en un juego de este estilo, y se realiza de una manera parecida a The Last Guy, esto es, paseando por el escenario se nos unirán los civiles cuando estemos suficientemente cerca. Para añadir más complejidad, hay personas que sólo se unirán a nosotros cuando cumplamos determinadas condiciones, como por ejemplo, en la primera fase ya encontraremos una chica que sólo se vendrá con nosotros si hemos encontrado primero a su perrito.

Por contra, también puede pasar que otros civiles no se junten si llevamos a alguien que no desean cerca (en la siguiente fase tenemos que rescatar a una chica que sólo se junta si llevamos un gato… que no se juntará con nosotros si el perro nos acompaña). Esta mecánica le da bastante gracia, y es bastante irónica si estamos pensando que a la vez estamos haciendo lo posible porque nuestra ciudad no caiga pasto de monstruos venidos del espacio exterior.

Últimos análisis de PC y Xbox One





