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Cada semana, un artículo sobre música de videojuegos.

Hans Zimmer. El lastre de la partitura cinematográfica

Hablamos de la carrera del más famoso compositor de cine y su relación con los videojuegos.
Hans Zimmer. El lastre de la partitura cinematográfica
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Actualizado: 21:31 17/8/2020

La música de videojuegos lleva existiendo más de 40 años. Quienes la viven de cerca saben que es un ente propio, pero desde fuera arrastra todavía demasiados prejuicios para poderse considerar un igual con la música de cine o la ópera. Es por eso que durante mucho tiempo se ha intentado sin descaro emular las convenciones de la partitura cinematográfica con el fallido propósito de ganar adeptos.

Por eso hoy hemos preparado un artículo que además de reflexionar sobre esto, repase la carrera del hombre que ha liderado este efecto. Nos referimos cómo no a Hans Zimmer, el compositor mejor pagado de la industria del séptimo arte, que ha recibido en ocasiones ofertas para colaborar en algunos videojuegos, generalmente de éxito. ¿Esto es bueno para el medio interactivo? Veamos su repercusión.

Remote Control Productions

La carrera musical del alemán despegó tocando el teclado y el sintetizador en bandas como Krakatoa, The Buggles, Krisma e incluso Mecano, un lapso que duró desde finales de los 70 hasta mediados de los 80, coincidiendo con su mudanza a Londres. Allí Hans Zimmer conocería a Stanley Myers, el compositor de la bella «Cavatina» sobre guitarra clásica que se hizo famosa en El cazador (1978) de Michael Cimino, y empezaría a componer para cine.

El gran salto a Hollywood se produce con la película Rain Man (1988), que además le dio una enorme repercusión gracias a que el largometraje ganó el Óscar. Entre aquellas primeras bandas sonoras se encuentra su trabajo más auténtico, destacando sobre todo las de Paseando a Miss Daisy (1989), Black Rain (1989) o Días de trueno (1990), bañadas por un estilo muy ochentero y AOR, con teclados, guitarras eléctricas, melodías marcadas y percusión.

En 1989 funda Remote Control Productions, empresa desde la que operará a partir de entonces. Durante la primera mitad de los 90 llegaría el culmen de su carrera, primero con Amor a quemarropa (1993) y las marimbas de ese «You’re so Cool» que rendía homenaje al «Gassenhauer» de Carl Orff, famoso por la película Malas tierras (1973) de Terrence Malick, y desembocando en las bandas sonoras de El rey león (1994), que le valió el ansiado Academy Award for Best Original Score —única estatuilla de los Óscar que ha ganado hasta la fecha— y Marea roja (1995), que le dio su segundo Grammy.

A partir de ahí todo cambió. Sus habituales colaboradores empezaron a establecer una sinergia con el estilo de Zimmer, algo que puede verse claramente en La roca (1996), compuesta entre Nick Glennie-Smith, Hans Zimmer y Harry Gregson-Williams, seguramente una de las razones por las que Hideo Kojima reclutó a este último para Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty. Los elementos electrónicos adheridos a la orquesta y esa sensación de epicidad se convirtieron en el sello de Remote Control, algo que poco a poco se iría sumando a la pérdida del protagonismo de la melodía en sus escrituras.

El verdadero punto de inflexión vendría con La delgada línea roja (1999) y su famoso «Journey to the Line», siguiendo por Gladiator (2000), El último samurái (2003), la serie Piratas del Caribe —cuya primera película él no compuso, fue su compañero Klaus Badelt a partir de bocetos de Zimmer— y seguidamente las colaboraciones con Christopher Nolan, que le han brindado el pico más elevado de fama a través de El caballero oscuro (2008), el «Time» de Origen (2010) y por supuesto Interstellar (2014), quizás su partitura más fresca en décadas, en parte gracias al uso del órgano. Dunkirk (2017) y Blade Runner 2049 (2017) —por la que fue duramente criticado— han sido sus recientes obras.

En 2009 fue invitado para componer su primer videojuego, Call of Duty: Modern Warfare 2, en el que únicamente aportó el tema principal, siendo su amigo Lorne Balfe quien completó el resto de la banda sonora. Algo parecido sucedió con Crysis 2 en 2011, en el que además del tema principal dejó seis piezas más, siendo de nuevo Balfe junto a Boris Slalov y Tilman Sillescu los que hicieron el trabajo duro. Además de esos aportes como mero reclamo, su nombre ha aparecido en labores de producción, como es el caso de Beyond: Dos Almas, cuya música es de nuevo enteramente de Balfe.

Recientemente, Hans Zimmer y Lorne Balfe fueron llamados a componer la música del modo carrera de FIFA 19, donde esta vez sí, el alemán se involucró al completo, algo que se agradece mucho más que cuando solo pone su firma. El álbum fue editado bajo el título The Journey: Champions Original Soundtrack.

Sin embargo, la sombra de Zimmer no acaba ahí, muchos de sus colaboradores de Remote Control han acabado dando el salto a los videojuegos y esparciendo el estilo cinematográfico:

Temp Music

El concepto de orquesta de Hollywood, que es a lo que nos referimos con la partitura de cine, ha ido cambiando a lo largo de las décadas. Cada momento de la historia del celuloide ha estado marcado en mayor o menor medida por un compositor: desde Miklós Rózsa, pasando por Bernard Hermann y John Williams, es inevitable reconocer que nos encontramos en la etapa de Hans Zimmer. Y esto no ocurre solamente por sus bandas sonoras, sino por todas las de sus compañeros. El auge de la llamada temp music —la práctica de usar música de referencia en el montaje— ha hecho que los directores, en especial los asociados al cine de acción y los blockbuster, hayan pedido imitar el estilo de Zimmer.

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A los antes mencionados, se suman otros de éxito como Junkie XL, Marc Streitenfeld o Benjamin Wallfisch, que muy posiblemente no tarden en dar el salto a los videojuegos. Sin embargo, en este punto es necesario defender que, no solo existen grandes compositores fuera de la épica del muro de sonido y las progresiones amelódicas, como Michael Giacchino —que de hecho como vimos venía de los videojuegos—, Alexandre Desplat, John Powell, Justin Hurwitz, Jonny Greenwood y figuras orientales como Ryuichi Sakamoto, Joe Hisaishi o la gran Yoko Kanno, sino que los videojuegos tienen una identidad propia fuera del cine, nacida del chiptune, y que se debe conservar. Después de todo, incluso la orquesta se usaba mucho antes que Video Games Live o The Game Awards.

Edgar S. Fuentes
Colaborador
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