¿Es Sam Altman un mentiroso? Los grandes ejecutivos viven bajo un escrutinio constante. En cada intervención pública, rueda de prensa o entrevista, se juegan no solo su reputación, sino también la confianza de inversores, socios y millones de usuarios. Mantener la compostura en escenarios de máxima presión es un arte… y detectar cuándo esa fachada empieza a resquebrajarse se ha convertido en un reto para expertos en comunicación y analistas del lenguaje corporal.
En este terreno, el investigador y crítico tecnológico Gary Marcus asegura haber encontrado un patrón revelador en Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, que podría delatarlo cuando no tiene una respuesta sólida o recurre a afirmaciones incompletas. Su observación se basa en un vídeo de febrero en el que Altman, durante una charla pública, responde sobre el desarrollo de modelos de inteligencia artificial de nueva generación.
Cazan a Sam Altman en una mentira y un investigador identifica el gesto que lo traiciona: “Cuando no dice la verdad, dirige la mirada al cielo”
“Cuando dice cosas que no puede revelar o que no son toda la verdad, suele mirar hacia el cielo”, afirma Marcus, convencido de que este gesto no es casual. Según su análisis, en aquel momento Altman hablaba con aparente seguridad sobre GPT-5, a pesar de que conocía las enormes dificultades técnicas que habían enfrentado para desarrollarlo.
Marcus sostiene que el directivo hizo predicciones con gran convicción, pero sin respaldo real. “No estaba transmitiendo algo que supiera con certeza. Estaba, básicamente, fanfarroneando”, sentencia el investigador. En retrospectiva, Marcus considera que el discurso repetido por Altman sobre la supuesta magnitud del salto entre GPT-4 y GPT-5 fue más un ejercicio de control narrativo que una descripción honesta del estado del proyecto.
Para sus críticos, se trata de un recordatorio de que incluso en la industria de la IA —donde la transparencia es un bien escaso— las palabras de sus líderes deben interpretarse con cautela.















