El rock español está de luto. Robe Iniesta, líder del mítico grupo español Extremoduro, ha fallecido. La noticia llega de madrugada a través de un mensaje escueto de su representante -“Nuestro Robe ha fallecido. Estamos rotos”-. Tenía 63 años y, aunque aún se desconocen las causas exactas, hacía un año había cancelado sus últimos conciertos en Madrid tras serle diagnosticado un tromboembolismo pulmonar, una dolencia grave que lo obligó a detener la que él mismo consideraba “la mejor gira de mi vida”.
"Hoy despedimos al maestro de maestros. Y es que, es unánime, todo el que ha tenido la suerte de trabajar con Robe, después de hacerlo, reconoce ser mucho mejor profesional, y mucho mejor persona. Muy tristes por esta pronta despedida, pero igualmente agradecidos, a más no poder, de haber recibido un tesoro en forma de legado para seguir el camino que nos queda en la vida", han indicado en el comunicado de Dromedario Records que ha anunciado su fallecimiento.
Robe Iniesta fallece a los 63 años: el líder de Extremoduro deja huérfano al rock español
Su última gran conversación con la prensa, en mayo de 2024, ya dejaba entrever cierto cansancio. Presentaba Se nos lleva el aire, un disco monumental, mientras bromeaba con su edad: “En la próxima gira voy a tener muchos años algunos de joven me cuentan como años de perro”. Robe era así: brutalmente honesto, profundamente humano.
La magnitud de su figura en la música española es difícil de abarcar. Desde los márgenes, y casi por accidente, levantó uno de los proyectos más influyentes del rock en español. Extremoduro nació sin apoyo industrial, financiado con papeletas vendidas entre amigos, y aun así terminó convirtiéndose en un fenómeno que transformó el panorama: letras que alternaban la crudeza de la calle con una filosofía áspera y luminosa, discos que crecían en garitos antes de llenar pabellones, himnos que viajaron de generación en generación.
Su representante lo definió hoy como “el último gran filósofo” del rock hispano, un elogio que, lejos de sonar grandilocuente, se siente preciso. Porque Robe fue mucho más que un cantante: fue un narrador del desgarro y la esperanza, un poeta autodidacta que lo mismo citaba a Manolo Chinato que a Neruda, un creador que elevó el rock urbano a territorio literario.
Esta mañana, cientos de mensajes han inundado las redes para despedirlo. Su legado, vasto y terco, seguirá respirando allí donde alguien necesite una verdad cantada a quemarropa.















