Ni China ni Estados Unidos. Los océanos son pieza clave en el tablero de la geopolítica global, y España acaba de realizar una jugada maestra. La Armada ha puesto en servicio el S-80 Plus, un submarino que marca un antes y un después en la ingeniería naval: es el único del mundo capaz de operar sin diésel, sin baterías convencionales y sin necesidad de propulsión nuclear.
Su secreto está en una combinación puntera de química, biocombustibles e innovación tecnológica: una pila de combustible alimentada con hidrógeno generado a bordo a partir de bioetanol vegetal.
España asombra al mundo con su nuevo submarino revolucionario y logra un hito militar sin precedentes
Construido por Navantia, el S-80 Plus incorpora un sistema revolucionario conocido como AIP-BEST (Bio-Ethanol Stealth Technology), que permite al sumergible permanecer bajo el agua hasta 28 días sin necesidad de emerger. Este sistema de propulsión independiente del aire (AIP) le confiere una autonomía y discreción similares a las de un submarino nuclear, pero sin los elevados costes ni los riesgos asociados a la energía atómica o los gastos de otros combustibles cada vez más caros.

A diferencia de los modelos de otros países —como los AIP alemanes, que dependen de depósitos de hidrógeno o etanol altamente inflamables—, el S-80 Plus genera su propio hidrógeno a bordo de forma controlada y segura, mediante un proceso catalítico a partir de bioetanol, un combustible renovable y de origen vegetal. Esto elimina la necesidad de almacenar grandes cantidades de hidrógeno comprimido, lo que supone una mejora significativa en seguridad. Además, reduce tanto la firma térmica como el ruido del submarino, factores clave para pasar desapercibido en misiones de sigilo.
Este avance tecnológico tiene raíces científicas al otro lado del Atlántico. En 1991, el químico argentino Miguel Laborde, investigador del CONICET y profesor en la Universidad de Buenos Aires, desarrolló un método para producir hidrógeno a partir de etanol. Años más tarde, en 2005, la empresa española Abengoa firmó un acuerdo con el CONICET para aplicar esa tecnología a sistemas de pila de combustible, abriendo así la puerta a lo que hoy es una realidad naval sin precedentes.
El S-80 Plus es prácticamente invisible bajo el mar. Sus emisiones —principalmente vapor de agua y CO₂— se disuelven en el agua salada como agua carbonatada, lo que minimiza cualquier rastro detectable. Con una longitud de más de 80 metros y un diseño derivado del proyecto Scorpène, el submarino es ya un desarrollo 100 % español. Desde la ruptura del acuerdo con la francesa DCNS en 2009, Navantia ha seguido su propio rumbo, reforzando así la soberanía tecnológica de España en el ámbito naval. Más de cien años después de que Isaac Peral diera vida al primer submarino torpedero, la Armada vuelve a hacer historia .