Si alguna vez has notado que las patas de tu perro desprenden un olor similar al de los cheetos o el maíz tostado, no estás solo. Este fenómeno es más común de lo que parece y, lejos de ser preocupante en la mayoría de los casos, tiene una explicación completamente natural.
Según María Vetican, veterinaria especializada en bienestar animal, este aroma característico proviene de la combinación de bacterias y hongos que viven de forma habitual en la piel de los perros. En España es una preocupación importante, ya que hay actualmente unos 10,2 millones de perros registrados, según la Red Española de Identificación de Animales de Compañía (REIAC), frente a una población humana de 49,1 millones de habitantes según el INE en abril de 2025. Esto significa que hay aproximadamente un perro por cada cinco personas.
Los perros pisan suelo, tierra y otras cosas
Las almohadillas de los canes, en constante contacto con el suelo, tierra y otros elementos del entorno, acumulan microorganismos que prosperan en ambientes húmedos y cálidos. Además, a diferencia de los humanos, los perros sudan principalmente por las patas, lo que contribuye a la aparición de ese olor particular que, para muchos, recuerda al queso o a los populares snacks de maíz. “Es un olor típico y no debe alarmar si no viene acompañado de otros síntomas”, aclara Vetican.
Señales a las que estar atentos
Sin embargo, no todo olor es inocente. La veterinaria advierte que es importante observar si este aroma viene acompañado de señales como enrojecimiento, picor, hinchazón, secreción, o un lamido constante de la zona por parte del animal. Estos síntomas podrían estar indicando un problema más serio, como una infección bacteriana, una dermatitis por contacto o incluso una alergia. “En esos casos, sí es imprescindible acudir al veterinario para realizar un diagnóstico y tratamiento adecuados”, señala.
El llamado "olor a chetos" se ha convertido incluso en una anécdota compartida entre dueños de mascotas en redes sociales, pero conviene saber distinguir cuándo es parte del olor natural de nuestro perro y cuándo puede ser una señal de alerta. Mantener una buena higiene, revisar las patas con regularidad y evitar entornos sucios o contaminados puede ayudar a prevenir complicaciones.