Desde su finalización hace más de 20 años, la trilogía de extraordinarias películas de 'El Señor de los Anillos' de Peter Jackson no han dejado de generar el mismo debate entre los más quisquillosos: ¿Por qué las águilas no llevaron simplemente volando a Frodo hasta el Monte del Destino para que pudiese destruir fácilmente el Anillo Único? Eso hubiese ahorrado una cantidad de problemas increíbles.
Pese a que este pudiese parecer un fallo en la trama o un agujero de guion, en realidad Jackson no se inventó a las águilas. Tal vez en las películas, por cuestiones de ritmo, la explicación detrás de esta pregunta pudo quedar más diluida y de ahí que muchos sintiesen que se trataba de un deus ex machina, pero lo cierto es que en los libros de J.R.R. Tolkien se aclara bastante el motivo, y si nunca lo habías leído, ya es hora de que lo sepas.
Estas son las razones para entender por qué las águilas no podrían haber llevado a Frodo al Monte del Destino
En primer lugar, hay que considerar las enormes distancias de la Tierra Media. Desde la Comarca hasta el Monte del Destino había cientos y cientos de leguas de camino, y a nuestros queridos hobbits no les llevó unos simples días recorrer su aventura, sino que fueron años. Incluso las águilas, a pesar de su majestuosidad, podrían no tener suficiente energía como para volar un trecho tan colosal.
De cualquier manera, y como bien se aclara en los libros del profesor británico, cuando Gwaihir (el líder de las águilas) rescata a Gandalf de la torre de Saruman en Isengard, explica que las águilas no pretenden ser utilizadas como medios de transporte por otros seres. Al momento de que Gandalf es rescatado por el ave, el mago le pregunta a esta cuán lejos podría volar con él, y Gwaihir le responde: "Muchas leguas, pero no hasta los confines de la tierra. Me enviaron para llevar noticias, no cargas".
Este breve pero conciso diálogo deja patente lo que explicamos, y podría servir como el motivo principal de que las águilas nunca valorasen transportar el Anillo Único. Pero aún así, también es importante comprender que las águilas no estaban a disposición de Gandalf en cualquier momento. Un detalle que en la gran pantalla puede malinterpretarse...
Pese a que en la película se nos muestra que Gandalf llama a Gwaihir a través de una polilla para ser rescatado, en los libros es distinto. Es el mago Radagast quien les pidió el favor a las águilas de rastrear la posición de Gandalf, y cuando Gwaihir lo localiza, decide salvarle la vida. Esto nos permite dilucidar que las aves tienen sus propios intereses y son capaces de tomar sus propias decisiones, y no son simples criaturas manipuladas a merced por los magos.
A fin de cuentas, no hay que olvidar que las águilas permanecen prácticamente al margen de los asuntos de los humanos a lo largo de toda la historia de la Tierra Media. Si en este caso mencionado Gwaihir ayuda a Gandalf, es probablemente porque el águila tiene una deuda con el mago, ya que este le salvó de una flecha envenenada en el pasado, antes de los eventos de 'El Hobbit'.
Con todo, solo hay que usar un poco la lógica para terminar de cerrar este debate. Y es que volar por encima de los territorios vigilados de Sauron e ir a parar directamente en el Monte del Destino no parece el vuelo más seguro que se pueda hacer en plena guerra. Es fácil imaginarse cómo el ojo siempre atento de Sauron podría localizar al instante a estas grandes águilas en el cielo y cómo los orcos podrían llegar a matarlas utilizando flechas o los brutales Nazgûl aparecerían para acabar con ellas rápidamente. Por lo tanto... ¿Qué sentido tendría intentar una estrategia tan suicida y poco inteligente?
Es obvio que volar al Monte del Destino no era algo seguro, y hasta eso se demostró en las películas al enseñar a las águilas solo al final, cuando Sauron ya había sido derrotado y no suponía un problema. El mismísimo Tolkien siempre fue consciente de que las águilas eran una poderosa "máquina" que podrían arruinar el relato, y en sus correspondencias llegó a mencionar que él siempre las había usado con moderación para no estropear la credibilidad. Las pruebas están ahí, como hemos repasado, pero una parte del público quiso quedarse con una idea equivocada.