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Elon Musk rompe su gran promesa: SpaceX saldrá a bolsa como única solución para financiar su nueva obsesión en el espacio

Si quiere que esa “cosa más” —los centros de datos orbitales— pase del tuit al hardware, necesitará cantidades de capital que ni las rondas privadas ni el propio Starlink pueden garantizarle por sí solos.
Elon Musk rompe su gran promesa: SpaceX saldrá a bolsa como única solución para financiar su nueva obsesión en el espacio
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Actualizado: 13:13 11/12/2025
economía

Durante casi dos décadas, Elon Musk repitió como un mantra que SpaceX no saldría a bolsa hasta que sus cohetes estuvieran llevando personas a Marte con regularidad. El argumento era claro: el cortoplacismo de Wall Street choca con un plan “multi-generacional” para colonizar otro planeta. Sin embargo, el guion ha cambiado.

Según filtraciones recientes, la compañía prepara una oferta pública de venta para finales de 2026 o principios de 2027, con la vista puesta en una valoración que podría aspirar a 1,5 billones de dólares y una inyección de más de 30.000 millones en efectivo, lo que la convertiría en la mayor IPO de la historia de una empresa estadounidense.

El matiz importante es para qué quiere Musk ese dinero. Hasta ahora, el relato de SpaceX se sostenía sobre dos pilares: Starship, el cohete gigante totalmente reutilizable, y Starlink, la constelación de satélites que ya da internet a millones de usuarios y se ha convertido en una máquina de generar caja. Pero en las últimas semanas, el propio Musk ha deslizado en X (antes Twitter) que las subidas de valoración dependen del progreso de Starship, de Starlink… “y de una cosa más, posiblemente la más significativa”. Esa “cosa más” encaja con un plan mucho más ambicioso: usar su dominio del lanzamiento para crear una red de centros de datos de inteligencia artificial en órbita.

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De cohetes reutilizables a granjas de IA en el espacio

La idea, que ya explora en público, es convertir futuras generaciones de satélites en nodos de cómputo: una megaconstelación de satélites con chips de IA, alimentados por energía solar continua y conectados por láser a la red Starlink. Musk ha llegado a poner cifras: lanzar del orden de un millón de toneladas de satélites al año, con unos 100 kW por satélite, lo que equivaldría a añadir unos 100 GW de capacidad de IA al año en órbita. En teoría, estos centros de datos espaciales esquivarían dos grandes cuellos de botella de la Tierra: la electricidad barata y estable, y la refrigeración de miles de GPU trabajando a la vez. En órbita, hay sol casi 24/7 y el calor se puede disipar directamente al espacio mediante radiadores, sin torres de refrigeración ni piscinas de agua.

Musk no está solo en esa fiebre del oro orbital. Google ha hecho público su proyecto Suncatcher, que imagina constelaciones solares con TPUs y enlaces ópticos para escalar el cómputo de IA en el espacio. Blue Origin, la empresa espacial de Jeff Bezos, también está desarrollando tecnología para centros de datos en órbita, según adelantó recientemente The Wall Street Journal y recogió Reuters. Y startups como Aetherflux anuncian planes para lanzar su propio “Galactic Brain” en 2027: satélites que funcionen como pequeños data centers para inferencia de modelos de IA. La diferencia es que ninguna de estas compañías controla hoy el volumen de lanzamientos ni tiene una infraestructura en órbita tan madura como SpaceX.

La ventaja de SpaceX y el nuevo relato para los mercados

Ahí está la gran ventaja competitiva de Musk. SpaceX ya opera miles de satélites Starlink interconectados por láser, domina el mercado mundial de lanzamientos comerciales y está afinando Starship, un cohete gigantesco concebido para abaratar aún más el acceso al espacio gracias a la reutilización. Si consigue que Starship entre en rutina y que el coste por kilo caiga lo suficiente, lanzar “granjas de servidores” orbitales deja de sonar a ciencia ficción pura y pasa a ser, al menos, un escenario de negocio discutible sobre el papel. Otra cosa es resolver problemas nada triviales como la gestión del calor a gran escala, la latencia de las comunicaciones con la Tierra, las reparaciones en órbita o el impacto ambiental en forma de basura espacial y contaminación lumínica.

Para los mercados, la potencial IPO de SpaceX no sería solo una operación financiera gigantesca, sino un cambio de relato: de ser “la empresa de cohetes e internet por satélite” a aspirar a columna vertebral de la infraestructura de IA del futuro. ARK Invest, la gestora de Cathie Wood, ya maneja escenarios en los que SpaceX alcanza un valor empresarial de 2,5 billones de dólares en 2030, sobre todo gracias a los ingresos recurrentes de Starlink y al abaratamiento de los lanzamientos con Starship.

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