La misión Dragonfly será una de las incursiones de la NASA más emocionantes de la próxima década, y la agencia espacial se ha hecho hoy eco de los detalles que entrañarán este nuevo proyecto. El objetivo es explorar Titán, la gélida luna de Saturno, y para ello enviarán una sonda que se lanzará en el año 2027; para el 2030, la nave con suerte estará sobrevolando estos cielos y nos permitirá echar un vistazo más de cerca a esta superficie. Uno de los lugares que se investigará podría llegar incluso a albergar vida.
Misión Dragonfly: El próximo paso de la NASA
"Mi principal intereses científico es comprender Titán como mundo complejo similar a la Tierra y tratar de comprender los procesos que están impulsando su evolución", expresó Alex Hayes, uno de los coautores del nuevo estudio en la página web oficial del proyecto. "Eso implica todo, desde las interacciones del ciclo del metano con la superficie y la atmósfera, hasta la orientación del material por toda su superficie y el posible intercambio con el interior".
Tal y como indica el propio Hayes, son muchas las preguntas que la comunidad científica quiere resolver en lo que respecta a Titán. No es la primera vez que la ciencia trata de abordar esta luna: la sonda Huygens de la ESA se posó en su superficie en el año 2005, tomando toda una serie de fotos que nos hacen pensar en planetas como el de Arrakis de Dune. La sonda Cassini también estuvo recopilando información sobre Titán durante su visita a Saturno. Sin embargo, Dragonfly irá un paso más lejos que estas misiones.
El nombre de Dragonfly, para empezar, se corresponde con un dron de media tonelada con ocho rotores (cada uno de ellos de un metro de longitud) que seguirá la estela de Ingenuity que vimos hace unos meses llegar a Marte, convirtiéndose en el segundo vehículo aéreo que sobrevuela un mundo extraterrestre y el primero que planea por encima de una luna, como bien explican desde Gizmodo. Esta sonda aterrizará en el ecuador de Titán, alrededor de 700 kilómetros al norte de donde se posó la Huygens. Uno de los lugares que visitará será el cráter Selk, que podría albergar vida.
Uno de los problemas que podría enfrentar Dragonfly es la lluvia de metano líquido, que los investigadores no están del todo seguros de cómo podría afectar a la nave. Aparte de eso, las condiciones parece que serán las propicias para el vuelo de este dron: los vientos de Titán no se caracterizan por ser violentos y la atmósfera cuenta con la densidad apropiada para que el vuelo se sostenga. La mayor parte del tiempo la pasará realizando experimentos científicos y enviando sus datos de vuelta a la Tierra.
La rutina de trabajo de Dragonfly
La misión tendrá lugar durante el invierno del hemisferio norte. Nuestro Dragonfly sólo volará entre 30 minutos y una hora, una vez cada dos días de Titán (hay que señalar que un día de Titán se corresponden con 16 días de nuestra Tierra). Con sus ocho cámaras, dos espectrómetros y un taladro, su modus operandi será similar al del rover de Marte: desplazarse por diferentes puntos de Titán para tomar muestras.
Por supuesto, los científicos no descartan buscar formas de vida "tal y como la conocemos"; lo que se refiere a organismos que también necesiten de agua líquida para sobrevivir... pero también "la vida como no la conocemos", lo que quiere decir que los científicos no descartan encontrar también vida en los mares de hidrocarburos líquidos de la luna.
