Para Inafune, el problema de los desarrolladores japoneses es que los creadores de juegos son muy parecidos a los consumidores japoneses, por lo que tienen una visión estereotipada de cómo deberían ser, y jugarse, los videojuegos que diseñan. Esto provoca, desde su punto de vista, que las compañías japonesas hagan juegos siempre dentro de los géneros clave del mercado nipón, y no piensen más allá.
El diseñador considera que los mercados occidentales son mayores y más variados, y que muchos tipos de juegos son populares, pero que muchos de ellos al llegar a Japón no reciben interés por parte de los jugadores. Por eso, dice, los diseñadores japoneses no piensan desde un punto de vista global, sino que solo se centran en el mercado japonés y en los gustos de sus jugadores. Inafune opina que "necesitan cambiar los puntos de vista estereotipados sobre cómo deben ser los juegos y qué juegos hacer".
Inafune pone como ejemplo el caso de Street Fighter IV, que vendió 200.000 unidades en Japón pero más de dos millones en el resto del mundo, y considera que quizás algunos desarrolladores japoneses piensen que no ha vendido muy bien, porque solo se fijan en las ventas japonesas. "No se dan cuenta de que equilibrar los títulos entre el este y el oeste es la estrategia correcta, hasta que tras un tiempo algún editor japonés desaparezca, y entonces se den cuenta: 'vaya, Japón no es un mercado lo suficientemente grande'", concluye el diseñador.