Nintendo publicó este 28 de marzo un gameplay de The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, la aventura de mundo abierto que llegará el 12 de mayo a Nintendo Switch, con el que dejó claro el foco de esta secuela de The Legend of Zelda: Breath of the Wild: llevar más allá la jugabilidad sistémica o emergente que caracterizó a sus predecesor.
Entre las nuevas mecánicas de juego hay una que, como aficionados a los títulos que nos obligan a ser creativos para superar los retos propuestos, nos ha maravillado. Se trata de una mezcla de habilidades, la Combinación y la Ultramano (toma referencia al mítico juguete de Nintendo), que nos permitirá crear vehículos con los objetos que encontremos desperdigados por los escenarios, lo que promete construcciones curiosas que aprovechen las físicas para llegar hasta donde nos propongamos.
De los saltos a la construcción
Esa idea nos ha recordado a otro título, a uno que en unos meses cumplirá 15 años, y procedente de uno de los estudios cuya filosofía de diseño más se parece a la de Nintendo y que, de hecho, trabajaron como second party para la compañía japonesa durante muchos años. Hablamos nada más y nada menos que de Banjo & Kazooie: Baches y cachivaches, un título de Rare lanzado para Xbox 360 en 2008 que recibió críticas variadas y comentarios ásperos de los jugadores principalmente por un motivo: no era un Banjo & Kazooie en lo que a jugabilidad se refiere.
Evidentemente, estaban el oso y el pájaro, y el objetivo era conseguir Jiggys y muchísimos otros objetos coleccionables repartidos por los niveles. A ellos se accede desde un mundo central, una suerte de Castillo de Peach que se va abriendo poco a poco conforme conseguimos esas piezas de puzle equivalentes a las estrellas de Super Mario 64. Sin embargo, aquí no superamos fases de plataformas, sino retos con vehículos que nos desbloquean nuevas piezas para personalizar esos cachivaches de modo que podamos completar otros desafíos.
La creatividad y el ingenio
Con un editor accesible y sencillo (que no simple), que recuerda a las construcciones de LEGO, podemos utilizar más de 1000 partes para diseñar vehículos: ruedas, asientos, motores, amortiguadores, depósitos y muchos otros elementos. Dependiendo de qué colocamos y cómo lo hacemos, podemos hacer que el cacharro se desplace por tierra, aire y/o superficies acuáticas. El rendimiento del aparato, desde su velocidad a cómo toma las curvas, depende de las piezas utilizadas gracias a un sistema de físicas fantástico y poco realista.
Así, dentro de cada nivel encontramos varios retos: algunos son pruebas con temporizador para llegar al destino, pero otros son minijuegos de distinto tipo que nada tienen que ver con la velocidad. Por tanto, la clave está en experimentar constantemente con la modificación de los vehículos, en juguetear con sus físicas alocadas, para adaptarlos a cada necesidad.
Se nos da así libertad para averiguar cómo hacer que los cachivaches superen los baches, se nos pide que utilicemos el ingenio, y se nos ofrecen múltiples maneras de completar los desafíos. En definitiva, se ofrece un gameplay sistémico donde los distintos elementos del título (la construcción, las físicas, el diseño de las fases) se entremezclan para que utilicemos nuestra creatividad, y no necesariamente nuestra habilidad. Lo mismo a lo que parece apuntar Tears of the Kingdom, lo mismo que consiguió Breath of the Wild, y lo mismo que logran algunos de los mejores juegos de la historia.
Original, emergente e innovador
Es curioso cómo este tercer Banjo & Kazooie mutó de ser un remake de la primera parte a un plataformas en el que el jugador competía permanente contra Gruntilda a, finalmente, una innovadora experiencia de construcción. Banjo & Kazooie: Baches y cachivaches fue en su estreno un título muy original, una de las obras que demuestra la creatividad que desborda Rare, y un juego adelantado a su tiempo, que llegó antes de que conociéramos el término jugabilidad emergente, antes de que se profundizara en los sistemas de físicas, antes de Minecraft.
Banjo & Kazooie: Baches y cachivaches está disponible en Rare Replay, un recopilatorio incluido en Xbox Game Pass para Xbox Series, Xbox One y Xbox Cloud Gaming.