Call of Duty Warzone está atravesando una época un tanto complicada. La llegada de Call of Duty Vanguard ha perjudicado al battle royale en todos sus aspectos, sirviendo Caldera como un buen descanso para Verdansk en sus inicios, pero con el tiempo se ha postulado como uno de los peores mapas imaginables para el free-to-play de Activision que actualmente corre a cargo de Raven Software en lo que atañe a actualizaciones y mantenimiento, además de adición de novedades, ajustes y demás. En la era de Modern Warfare éramos felices y no lo sabíamos. Incluso con la implementación de Black Ops Cold War, que estuvo cargada de polémica por los ajustes a Verdansk en su versión de los ochenta (ese Estadio todavía nos sigue atormentando a día de hoy) Warzone lucía como un entretenimiento muy digno. Un multijugador con un buen mapa, balance de armas más o menos correcto y novedades de pase de batalla más que aceptables para seguir pasando por caja a cada temporada que pasaba.
Por ahora el volantazo de Vanguard es correcto
Vanguard, por el contrario, tuvo su momento de auge con su incorporación, pero solo por la fatiga de los jugadores de esta recibiendo pocos soplos de aire fresco para mantener fresca la esencia del battle royale principal. La temporada 3 se ha estrenado hace nada y menos y por ahora se presenta como la mejor que ha vivido Warzone desde que la Segunda Guerra Mundial arrasó a la Guerra Moderna y a la Guerra Fría. Raven Software no puede explotar Caldera de un plumazo, eso es imposible, pero sí ha ido realizando algunos cambios, como en Peak, que ayudan a que haya zonas del mapa que no se toquen ni con un palo (perdón por decirlo así) si no es imprescindible. Es decir, que el círculo de gas nos obligue a tener que pasar por esa área por narices. La verticalidad del escenario ha sido finalmente lo que ha matado al mapa. Lo que parecía que iba a contraponerse bien con la horizontalidad de Verdansk, es la pesadilla de muchos jugadores, puesto que aquí, al más puro estilo Obi-Wan Kenobi, quien tiene la altura tiene ventaja. Ergo, gana los enfrentamientos sin despeinarse.
El cambio más notable de lejos han sido los balances desmesurados en los rifles de francotirador, que se han cargado parte de ese problema de alturas en Caldera, pero a su vez han fastidiado la experiencia en Rebirth Island dependiendo de cómo sea nuestro estilo de juego (si es agresivo ni se nota, eso sí). Fusiles de largo alcance como el Kar98K o el Swiss K31 ahora son historia. Son viejas glorias que solo dan hitmarker o quitan las placas de un tiro a la cabeza a determinadas distancias.
A vueltas con el meta
Si queremos volver a convertirnos en soldados expertos en francotiradores, toca volver a Modern Warfare, al AX-50, HDR y compañía (el ZRG 20MM también es una opción excelente). Eso ha hecho que el juego se torne algo diferente a medias y largas distancias. De ritmo más pausado, más calmado y hasta más estratégico, porque esos fusiles más pesados no se pueden mover como el Kar98K y los jugadores que tengan buen movimiento se cargarán sin problemas a la mayoría (que no todos) de quickscopers que vayan deambulando por la zona.
Caldera es ahora un lugar hecho para los fusiles de asalto complementados por un subfusil para aquellos que quieran ir eliminado equipos sin parar. Es una fórmula que siempre ha estado en el battle royale, pero este mapa en particular, a diferencia de Verdansk, casi obligaba a tener que portar un francotirador para poder enfrentar a jugadores que se situaban en puntos alejados. Ahora los cara a cara toman más partido, y eso es bueno a fin de cuentas, porque obliga a los usuarios a tener que acercarse y realizar estrategias de rotación más perfiladas. Por supuesto, esto no se aplica para nada a Rebirth Island en todos los aspectos, porque si lo que se busca aquí es jugar agresivo, entonces el Kar98K y Swiss K31 siguen funcionando, básicamente porque estamos muy cerca de los enemigos y la distancia no afecta al daño a la cabeza en ese sentido.
El meta está dando más vueltas que un balón de fútbol en esta etapa, lo que está mareando mucho a los profesionales, hasta el AK-47 de Cold War está de moda una vez más, superando incluso a los arsenales nuevos (ah, ¿qué fue de esa época en la que cada arma nueva estaba rota durante una semana?). Pero ahí está habiendo un punto muy positivo que Modern Warfare no pudo vivir nunca realmente y que Black Ops Cold War en cierto modo solo introdujo; que es la variedad. Ahora se pueden usar armas de cada uno de los tres Call of Duty y se pueden rascar buenas bajas si sabemos cómo usar ese arsenal. La M4A1 puede perfectamente verse las caras como una STG-44 o una XM4. Y la MP5 todavía puede hacer sus estragos contra la MP40 o la Owen, y lo mismo ocurriría con la MAC-10, aunque aquí ya empezamos a cojear un poco.
Y todavía falta el gran evento de cine
La temporada 3 y sus ajustes para las armas y el mapa son por ahora correctos y están haciendo que valga la pena jugar a cualquiera de las dos modalidades de Call of Duty Warzone. Falta por supuesto la adición del gran evento de la season: Godzilla vs King Kong y la Operación Monarch, que llegará el 11 de mayo. No sabemos si estará al nivel del primer Haunting of Verdansk (el primer Halloween) que de lejos sigue siendo el mejor evento que ha tenido el videojuego, seguido quizá de uno de los finales de la etapa de Modern Warfare. Pero desde luego pinta de maravilla y es un regalo para los amantes del kaiju eiga y el audiovisual en general.
Raven Software debe seguir este camino, aportando variedad al arsenal, retocando el mapa de Caldera poco a poco y sobrevivir como pueda hasta la llegada de Warzone 2 o la temporada de Modern Warfare 2 (que ya tiene logo oficial). La Segunda Guerra Mundial ahora mismo se siente bien, pero sigue necesitando contenido para que sea atractiva en el free-to-play. Es un buen paso hacia adelante y es lo mejor de Vanguard, pero eso no quiere decir ni mucho menos que Warzone haya vuelto a su era dorada, está todavía a años luz de eso.