Análisis de Sinner: Sacrifice for Redemption (Xbox One, PC, PS4, Switch)
Raro es el juego que, a día de hoy, no tiene algún tipo de sistema de progresión que nos permita hacernos más fuertes, versátiles y poderosos, algo que si se hace bien, ha quedado demostrado en innumerables ocasiones que puede resultar de lo más satisfactorio para el jugador, animándonos constantemente a seguir jugando para ver hasta dónde podemos llegar.
Sin embargo, Sinner: Sacrifice for Redemption busca ofrecernos todo lo contrario al plantearnos un juego en el que avanzar significa sacrificar las fortalezas de nuestro héroe. Cada paso que demos hacia adelante, nos hará más débiles y dificultará los próximos retos a los que nos tendremos que enfrentar.
La idea, desde luego, nos parece muy original y fresca, por lo que teníamos mucha curiosidad por probar esta peculiar propuesta de Dark Star Game Studios, un estudio indie formado por antiguos veteranos de Blizzard, Ubisoft y Konami. Por desgracia, el resultado final no ha sido todo lo brillante que habría cabido esperar.
El duro camino hacia la redención
Esta vez nos encontramos ante un juego de acción centrado únicamente en combatir contra jefes finales, por lo que no esperéis encontrar ningún tipo de "fase" o mapa que explorar, ya que estos formidables enemigos son lo único que hay.
Su historia nos lleva a encarnar a un veterano guerrero que busca la redención para reencontrarse con su amada en un mundo medieval decadente y oscuro. Para ello, tendrá que expiar sus pecados redimiendo y dando descanso a las almas de aquellos a los que sus acciones acabaron llevando a la locura y convirtiendo en auténticos monstruos.
En total, tenemos siete poderosos rivales a los que abatir, uno por cada pecado capital, más un enemigo final del que evidentemente no diremos nada. Un detalle que nos ha gustado bastante es su estructura, ya que podremos escoger el orden en el que nos queremos enfrentar a estos retos.
Esto crea una sinergia muy interesante con el sistema de sacrificios, ya que para poder abrir el acceso a un jefe, tendremos que dar algo a cambio. Cada jefe exige su propio sacrificio, y estos pueden ser cosas como reducirnos permanentemente la defensa, empeorar nuestras armas, bajar nuestro número máximo de pociones y su efectividad, etcétera.
De este modo, nos obligan a valorar cuidadosamente el orden en el que queremos luchar contra ellos, ya que esos sacrificios pueden ponernos las cosas muy difíciles contra los siguientes adversarios. Por ejemplo, si un jefe se te da mal y te cuesta esquivar sus ataques, llegar a él con defensa reducida y con menos pociones puede acabar por convertir ese enfrentamiento en una auténtica pesadilla.
Por suerte, existe la posibilidad de retirar los sacrificios por si nos vemos en la necesidad de cambiar el orden para asegurar la victoria contra algún contrincante que se nos haya atragantado, aunque si lo retiramos de la puerta de un jefe al que hayamos vencido, este revivirá. Evidentemente, esto significa que tendremos que volver a acabar con él para poder llegar al final.
Hay cierto ensayo y error, y algo de estrategia en todo esto, teniendo aquí uno de los mayores atractivos del juego, ya que buscar nuestro "orden ideal" resulta muy adictivo (cualquiera que haya jugado a algún Mega Man entenderá esta sensación a la perfección).
Sin embargo, los problemas comienzan a aparecer una vez nos disponemos a disfrutar de estas luchas. De entrada, el diseño de estas bestias nos ha parecido bastante genérico, tanto en lo visual como en lo jugable, con mecánicas y patrones de ataque que hemos visto cientos de veces en otros juegos y que no ofrecen nada realmente original, aunque al menos no paran de cambiar mecánicas y sorprendernos con diferentes rutinas a medida que la vida les va bajando, así que no podremos relajarnos en ningún momento y siempre tendremos que estar adaptándonos a lo que ocurra en pantalla.
Aquí tenemos que destacar que nuestro personaje tiene una movilidad muy limitada y no es especialmente rápido. Básicamente nuestras acciones quedan reducidas a ataque flojo, fuerte, usar cuatro objetos distintos, correr, rodar para esquivar y bloquear, pudiendo realizar una parada perfecta si cuadramos esto último con el golpe del rival. Además, existe un sistema de energía que limita la cantidad de golpes, paradas y esquivas seguidas que podemos realizar antes de tener que esperar a que se recargue de forma automática.
Siendo sinceros, no nos ha convencido nada la gestión de este medidor, ya que cualquier cosa que hagamos lo consume casi por completo, convirtiendo los enfrentamientos en unas batallas lentas, engorrosas y hasta aburridas. Hay jefes que, literalmente, los hemos tenido que matar sin poder dar más de un ataque seguido, ya que un segundo adicional nos acababa dejando sin energía para esquivar su siguiente ataque, por no hablar de otros tantos que nos hacían rodar y correr con tal frecuencia que para cuando se quedaban vendidos no nos quedaban suficientes fuerzas como para poder golpear.
Para empeorar las cosas, tenemos unas cajas de colisiones muy traicioneras y que no siempre funcionan como deberían, por lo que no serán pocas las veces en las que veamos cómo hemos fallado ataques que claramente han impactado, o al contrario. Lo mismo se aplica a los golpes que recibe (o no) nuestro héroe, lo que transmite una sensación de imprecisión que no le sienta nada bien y que puede llegar a resultar muy frustrante.
Por supuesto, al haber tan solo ocho jefes, gran parte de su longevidad recae en su altísima dificultad. Nuestros ataques apenas quitan vida, mientras que nuestros rivales serán capaces de destrozarnos a poco que consigan tocarnos, así que os podemos asegurar que moriréis bastante, especialmente en la recta final, cuando tengáis un buen número de sacrificios pesando sobre vosotros, algo que puede hacer que el nivel de desafío se dispare a cotas verdaderamente infernales.
Curiosamente, esta alta dificultad y su estructura ha conseguido "picarnos" para reintentar cada batalla todas las veces que fuesen necesarias para aprendernos todas las artimañas de los jefes y descubrir las mejores tácticas para hacerles morder el polvo, por lo que si conectamos con su propuesta, puede llegar a entretenernos más de lo que cabría esperar en un principio.
Evidentemente, su duración es algo muy variable, ya que depende totalmente del nivel de habilidad de cada jugador. Son solo ocho jefes, pero si no tenemos el día fino podemos llegar a tirarnos muchísimo tiempo muriendo contra ellos antes de darles muerte.
Gráficamente tampoco es ninguna maravilla, y al menos en la versión de Switch, los dientes de sierra son palpables y hemos sufrido alguna que otra pequeña ralentización, aunque nada especialmente grave y que entorpeciese su disfrute. Más preocupante nos parece la tendencia de nuestro protagonista a "atascarse" con algunos desniveles del escenario e incluso con los propios jefes (uno de ellos nos "bugeaba" con su pie con una facilidad inusitada). Por lo demás, modelados y escenarios muy simples, y animaciones muy pobres y rígidas.
El sonido sigue una línea similar, con una banda sonora no demasiado inspirada y un tanto machacona que se limita únicamente a ambientar y a estar de fondo, por lo que no es capaz de captar ni realzar la supuesta épica de los enfrentamientos. Por su parte, los efectos son meramente funcionales.
Conclusiones
Sinner: Sacrifice for Redemption es un juego con una buena idea pero que ha fallado en lo más básico: su jugabilidad. Los combates contra los siete pecados capitales no nos han parecido especialmente memorables y algunas de sus taras jugables, como un sistema de energía muy restrictivo o unas cajas de colisiones con mucho margen de mejora, acaban por propiciar unos enfrentamientos lentos, engorrosos y no especialmente divertidos, pero que pueden llegar a enganchar por el desafío que presentan y lo exigentes que llegan a resultar.
En la parte positiva de la balanza tenemos su original sistema de sacrificios, el cual funciona muy bien y nos anima a valorar con mucho cuidado el orden en el que queremos enfrentarnos a los jefes, aportando además un valor rejugable muy interesante, ya que, dependiendo de lo que hayamos sacrificado previamente, las batallas las tendremos que encarar de una forma u otra.
A pesar de todo, no deja de ser un título curioso y con cierto interés, aunque os avisamos que no es para todo el mundo y existen otros boss rush mucho más recomendables en el mercado a día de hoy.
Hemos realizado este análisis gracias a un código de descarga para Nintendo Switch que nos ha facilitado Stride PR.