Análisis de Saints Row (Xbox 360)
En los videojuegos parece que todo está inventado. Al margen de nuevas formas de jugar como los llamados juegos sociales –Eyetoy, Singstar o Buzz- o la mismísima Wii, parece que no queden géneros nuevos por llegar.
Hace años era muy común que un juego, aunque no fuera realmente el primer exponente de un género, sirviera como molde para los sucesivos juegos que siguieran su estela, con lo que era común hablar de un juego como ‘tipo Doom’, por ejemplo.
Así, hace relativamente poco Grand Theft Auto en su tercera parte se reinventó a sí mismo y se convirtió en el referente de un "nuevo" género en el que casi es obligatorio mencionar esta saga para describir un nuevo exponente.
De esta forma, con este Saint’s Row estamos ante un juego del tipo GTA que no inventa nada y que casi podría parecer una nueva entrega de esta saga. Pero el caso es que es un título cuidado en todos los apartados de manera sublime, largo, entretenido y con un control magnífico, que le hace digno de ser adquirido por cualquier amante de este tipo de aventuras de conducción.
Este género, que ya no abandonará el carro de los videojuegos, ha empezado con muy bien pie en Xbox 360.
La ciudad de 'Stillwater' es todo lo que se puede esperar de ella, grande, con barrios de todo tipo (residenciales de clase media-alta, guetos, zonas comerciales o de lujo con colosales rascacielos). Sus habitantes son muy variados, los hay gordos, flacos, viejos y jóvenes, ricos, mendigos, deportistas (que corren en 'gallumbos' y escuchando música), vamos, de todo. Bueno, de todo menos niños, que ya se sabe que en un juego en el que podemos sesgando vidas por doquier no queda muy bien. Se echa en falta en el escenario que haya campo a sus alrededores, o incluso que fueran varias ciudades en un mismo juego, habiendo los precedentes que hay.
Asimismo, hay decenas de coches distintos, lo que asegura la variedad. Furgonetas, camiones, deportivos, utilitarios… la lista es interminable. Y aunque no hay queja en este sentido, ya que lo que es coches hay para aburrir, resultan incomprensible que no se haya ampliado la oferta de tipos de vehículos. Mirando al referente del género, que en sus últimas entrega contaba con lanchas, motos y aviones, es decepcionante ver cómo en este Saint’s Row no se encuentra ni uno sólo de estos medios de transporte. Esto reduce la variedad de las misiones, que se habría visto exponencialmente multiplicada si pudiéramos pasar de un tiroteo a una persecución en coche para tener que volar después y más tarde perseguir a unos enemigos en barco por el río.
Para seleccionar las armas no hay más que mantener pulsado B para desplegar un menú, aquí elegimos con el stick derecho y al soltar el botón tenemos el arma, rápido e intuitivo. El sistema de puntería es del estilo FPS, como en Max Payne, con el stick izquierdo para movernos y el derecho para mover la mirilla, que cuando la dirigimos al enemigo nos ayuda un poco orientándose hacia él. De nuevo la física de los cuerpos mejora este aspecto, ya que donde les demos afectará a sus caídas y a sus más o menos rápidas muertes. Las misiones de tiroteos a pie nos han resultado de lo más divertido del juego, tanto o más que las persecuciones.
Pero el caso es que a manos de los coches la cosa no empeora. Cada modelo tiene control distinto, habiendo distintas tracciones que repercuten en su respuesta. Hay variedad para aburrir, con camiones, camionetas, deportivos, turismos, utilitarios, etc... Aunque, como decía antes, se echa en falta de forma imperdonable la implementación de coches, barcos y motos.
En este punto destacar los talleres para reparar y tunnear los vehículos -con mil opciones- y el garaje de nuestros refugios, donde podremos guardar nuestros coches favoritos hasta un total de 160. Cuando los abandonemos por Stilwater o empecemos una misión en el que no podamos usarlo, luego los encontraremos en el garaje. Si se resulta destruido habrá que desembolsar pasta para tenerlo como nuevo en casa.
Hay misiones como para no aburrirse nunca. Por un lado están las de la trama del juego, que vienen precedidas por escenas que muestran la trama. Son misiones de enfrentamiento contra las otras bandas del juego, a los que habrá que hacer la guerra en numerosos frentes. Serán niveles en los que actuar de francotirador desde una azotea, tomar a tiro limpio una estación de tren para luego volarla con c4, usurpar el puesto de un chófer para secuestrar a alguien, robar determinado coche, vestirte de una banda enemiga para hacer luego el mal por ahí y que les busque la poli... En fin, muy variadas y numerosas. El objetivo de aplastar a la competencia es, primero, recuperar el control sobre Saint’s Row; después, adueñarnos de toda la ciudad y ser el grupo que domine el cotarro.
En total son 36 barrios los que tendremos que dominar. A medida que ganemos territorios en las misiones de la trama, pasarán en el mapa a estar marcadas con el color de nuestra gente y no del enemigo. Lleva su tiempo completar la empresa de ‘Los perros de la tercera calle’, pero es que además hay cientos de misiones secundarias, aparte de las eventuales reyertas que surgen y en las que habremos de defender un territorio que es atacado por una banda rival.
Las misiones secundarias están divididas en distintos tipos y dentro de cada uno se dividen en sucesivos niveles que aumentan su dificultad. Son ‘algo’ obligatorias, es decir, podemos elegir cuál escoger, si seguir en ella o si saltar a otra, pero el caso es que debemos completar algunas para avanzar en la trama principal. A medida que completemos estos retos, llenaremos una barra de respeto que será la que nos sirva para desbloquear las misiones del guión principal. Cuando afrontemos una misión del argumento, esta barra se consumirá un poco y al agotarse, será necesario afrontar algún otro nivel secundario.
Sin embargo, en el transcurso del juego nos ha ocurrido que las misiones secundarias son tan divertidas y variadas que nos hemos encontrado con una barra de respeto como para hacer diez misiones de la trama y aún con ganas de seguir con las misiones ‘menores’. Conductor para prostitutas mientras hacen sus ‘labores’, guardaespaldas del tópico camello rastafari mientras atiende sus pedidos, son un par de ejemplos. Hay otros que representan algunos de los niveles más divertidos y originales de este título y cabe citar algunos ejemplos.
‘Caos’ es una misión en la que se nos obsequia con munición ilimitada en ciertas armas con las que llevar la destrucción algún punto de Stilwater, con lo que tendremos que volar coches y tirotear gente en un festín de violencia; ‘Fraude al seguro’ es otra divertida prueba en la que tenemos que desplazarnos a un punto de choque en el que someternos a atropellos, chocar deliberadamente con el coche para salir despedidos con el cristal y cosas por el estilo. Otra misión muy divertida es la de la arena y los ‘Coches de destrucción’, con los que al más puro estilo ‘Destruction Derby’ tenemos que acabar con determinado número de rivales.
Se trata de un sinfín de misiones que resultan muy accesibles desde el fabuloso menú y mapa de Saint’s Row, en el que podemos fijar un punto deseado del mapa y desplazarnos hasta él siguiendo una línea, como con un GPS. El menú, por cierto, es muy completo y útil y también hay información sobre a la trama que vamos desbloqueando y sobre los personajes. También encontramos un reproductor de música con el que podemos crear listas de reproducción con canciones que desbloqueamos en el juego, así como hay un teléfono con el que llamar a amigos que vamos haciendo y que, rápidos y dispuestos, acuden a nuestro lado.
Este punto, el de los amigos, es una gran incorporación de Saint’s Row. Pulsando arriba en la cruceta digital, silbamos a los compañeros de banda que nos crucemos y que sin dudar se unirán a nosotros. En un principio sólo podemos ir con un amigo pero a medida que progresamos, podemos juntar más y más. Esto cobra gran importancia para superar según qué misiones, ya que tiroteos contra decenas de enemigos resulta demasiado peligroso afrontarlos en solitario y hay muchas más posibilidades de victoria en grupo.
Nota aparte merece el protagonista y no porque destaque de forma excepcional su modelado, sino porque sus posibilidades de configuración son infinitas, lo que permitirá observar muchos detalles gráficos distintos. Es posible determinar cualquier rasgo de la cara: el tono de piel, altura, peinado, color de pelo, altura de las cejas, mentón, y un largo etcétera. Su cuerpo, claro, también se puede moldear a placer.
Hay cientos de modelos distintos de coches ficticios basados en reales -la versión del Beetle (Escarabajo) es Ant (Hormiga), por ejemplo-. Con los golpes sus carrocerías se deforman, la chapa se arruga, se abolla, el morro se achata, el capó se desprende de una forma muy lograda. También hay pinturas de todas las clases y colores: al afanar un coche puede estar en buen estado y ser mate, brillante, metalizada... o, por contra, estar oxidada y desprendida. Un factor, el de la pintura, que otorga más variedad a la vista en lo que a coches se refiere.
Hay que destacar en este apartado los efectos gráficos, que como en muchos otros títulos de la nueva generación, son la guinda de un suculento pastel. El agua del mar, por ejemplo, es otro cantar con respecto a la generación pasada y en este Saints Row es muy realista y refleja los edificios de forma real. Las explosiones resultan espectaculares y el fuego tiene un efecto de distorsión de calor. Llama la atención el cuidado que se ha puesto en los efectos de luces, dinámicos en prácticamente todos los focos. La luz natural proyecta las sombras de todos los edificios y farolas y va moviéndose conforme pasa el día, algo espectacular; y estas sombras, se proyectan sobre todos los objetos, personas, coches o cubos de basura ajustándose a sus contornos. Un ejemplo es el de los focos de los coches, que si situamos a nuestro personaje delante se iluminará y su sombra se proyectará de forma muy creíble. En este sentido, probamos a situar a un nutrido grupo de 'Santos de la tercera calle' delante del morro de un coche y las sombras de unos se proyectaban sobre otros, un buen detalle.
Otro punto a destacar son los interiores, que también cuentan con luces dinámicas, texturas de mucha calidad, numerosos objetos -en su mayoría destructibles- y brillos en suelos como, por ejemplo, un parquet en un piso de la zona cara de la ciudad.
Hay algún que otro defecto anecdótico en este apartado como es el 'popping' de algunos elementos, que los faros al golpearse -por un tiro, un choque- dejan lucir pero no se rompe el cristal, que se aprecia la junta entre polígonos del suelo en dos o tres puntos de la ciudad o, por último, que no se ha cuidado el reflejo del asfalto cuando llueve, con lo que resulta menos espectacular de lo que cabría esperar. Además, aunque los cuerpos tienen una física espectacular gracias a la técnica 'rag-doll', cuando el cadáver -es decir, cuando ya está bien muerto- de alguien está tendido en la calzada, si un coche pasa, lo atraviesa cual fantasma.
También sufre el juego alguna ralentización en determinados momentos, que dependen de la resolución, y que importarán más a unos jugadores que a otros. En mi caso no me ha molestado en demasía ya que son muy puntuales y no afectan a la jugabilidad.
Con todo, un apartado sobresaliente, que hereda algunos fallos de juegos del género en la anterior generación, pero eso es porque alcanza un nivel sobresaliente y acorde con los esperado de 360.
Además, es posible atracar las tiendas. Si lo hacemos durante el día tendremos que apuntar al dependiente que irá a abrir la caja, si es por la noche tendremos que abrirla nosotros mediante un minijuego de movimientos con el stick, totalmente clavado del sistema de pintadas de ‘Jet Set Radio’ para Dreamcast. Un detalle adicional que aporta más variedad y diversión.
Los productos comestibles que adquiramos sirven para recuperar vida y hay hamburguesas, patatas, refrescos… pero también alcohol o incluso porros, aunque estos dos últimos lo que hacen es provocarnos efectos alucinógenos durante un periodo limitado de tiempo. Hasta cuatro de estos consumibles podemos llevar encima para echar mano de ellos cuando nos haga falta.
Las canciones, por otro lado, aparecen cuando tomamos un coche y no cuando vamos a pie. Podemos sintonizar una emisora, apagarla o conectar el reproductor de música. Resultan variadas y hay varios géneros distintos, desde el hip-hop al rock, con lo que raro será quien se canse de la banda sonora de Saint’s Row. Asimismo, los efectos sonoros brillan con luz propia: tiros, explosiones, derrapes, choques o golpes son una constante en este videojuego sin bajar la calidad ni un momento.
En definitiva, resulta otro apartado impecable que va acorde con el buen nivel que alcanza todo el programa. Actores profesionales poniendo las voces y canciones variadas y conocidas. Poco más se le podría pedir.