Análisis Frogun, una carta de amor a los plataformas 3D (Switch, PC, Xbox One, Xbox Series X/S, PS5, PS4)
Casi todos los grandes plataformas en tres dimensiones están asociadas con marcas icónicas como Crash Bandicoot, Banjo Kazooie y, por supuesto, Mario. No es fácil desmarcarse de estos pesos pesados, y menos si se hace desde el desarrollo independiente. Frogun intenta ofrecer una experiencia fresca con bases tradicionales, sin perder de vista la nostalgia y cometiendo los errores propios de un equipo amateur; lo desarrolla el estudio español Molegato y, aunque no es su primer videojuego, sí parece ser el más ambicioso, como poco es el primero que llega editado por una compañía externa: Top Hat Studios.
Jugablemente parte de lugares de sobra conocidos: saltos, plataformas, obstáculos, trampas, enemigos… Esta estructura se desarrolla en niveles cerrados a los que accedemos mediante una pantalla de selección en la que una fase no se abre hasta que completamos la anterior. Pese a la linealidad de los niveles, Frogun apuesta por un desafío revisitable a base de esconder monedas y otros objetos coleccionables fuera del recorrido básico.
Además, destaca por una dirección artística muy característica de la época de la primera PlayStation y Nintendo 64; una estética que sirve de inspiración para un juego que rebosa nostalgia al mismo tiempo que se postula como una óptima puerta de entrada al género por parte de nuevas generaciones. Os contamos qué nos ha parecido este simpático proyecto.
Saltar sólo es el principio
En Frogun controlamos a una joven aventurera cuyos padres se han perdido explorando unas misteriosas ruinas. Toca lo obvio: adentrarse a explorar sus extrañas salas. No lo haremos en solitario, sino en compañía de una pistola parlante en forma de rana. Es la que da nombre al juego, así que podéis imaginar que no es un arma al uso: no dispara balas, sino una lengua de rana que sirve tanto para atrapar enemigos como para romper objetos o para engancharnos a plataformas, además de muchas otras acciones.
Esta herramienta es la novedad mecánica más llamativa del juego de Molegato y es la que a nivel jugable le aporta el toque de frescura para no estar ante una simple copia de un plataformas 3D cualquiera. A lo largo del juego se darán muchos momentos en los que la habilidad de la pistola-rana nos será de utilidad, desde ganar carreras a otros exploradores hasta pelear contra jefes finales, pero no es una de esas mecánicas que hace sombra al resto del juego. Es decir, hay un buen equilibrio entre el movimiento plataformero tradicional y este extra de versatilidad, aunque lo cierto que no destaca en ninguna de las dos facetas.
Tanto en los controles básicos (salto y movimiento del personaje) como en la mecánica de apuntar, agarrar y disparar, Frogun adolece una notable falta de refinamiento. Si bien es cierto los clásicos del género se caracterizan por un esquema de controles rígido y exigente, a día de hoy no hay razón para calcar esos mismos parámetros en pos de la nostalgia. El homenaje no justifica un salto mal calibrado, unas plataformas mal medidas, unas colisiones de rango exagerado o un impreciso sistema de apuntado. Heredar esas imperfecciones no hace más que entorpecer una experiencia que desprende cariño en todos sus aspectos, excepto en ese.
Un exigente ciclo de juego
En lo que respecta a su estructura de juego, Frogun escoge un formato tradicional de niveles estancos a los que accedemos mediante un hub central de formato lineal; es decir, no podemos ir a una nueva fase si no hemos pasado la anterior. Cada una de ellas esconde muchos más desafíos que el simple objetivo de llegar a la meta: gracias a los secretos, monedas y coleccionables ocultos, cada escenario de Frogun gana en rejugabilidad y busca que volvamos a ellos después de la primera vuelta. En este sentido, el diseño de los niveles expone muy buenas ideas para conseguir que un recorrido más o menos lineal gane en posibilidades.
Como contrapartida, hay una decisión que medra en el interés por revisitar los niveles para conseguir todos los objetivos secundarios (que son bastantes): cada vez que morimos se reinician las monedas obtenidas y además tenemos que empezar desde el principio. Hay banderolas que funcionan como puntos de control, pero son pocas, están colocadas en sitios poco aprovechables y no mantienen el progreso en la obtención de monedas, gemas y otros coleccionables. Aunque se trate de una característica que aporta un plus de desafío, choca ver cómo Frogun no ofrece alternativas a quienes no quieran tener que repetir buena parte del nivel cada vez que fallen.
Por otro lado, aunque el diseño de niveles consiga disponer varias rutas para alargar la vida de cada fase, a nivel general suelen presentar un acabado algo tosco cuyas normas dan la sensación de estar establecidas de una forma aleatoria o poco consensuada. En ciertas ocasiones los recorridos no son claros, los espacios no son fáciles de leer y las reapariciones están posicionadas en sitios no del todo adecuados. Esto es algo que también alcanza a su modo competitivo local para dos jugadores, una modalidad que nos desafía a coger más monedas que nuestro rival en escenarios simétricos con cámara fija; parece casi un añadido obligado que no termina de resultar divertido de jugar y en el que se agudizan los problemas del diseño de niveles del juego.
Visualmente adorable: una mirada moderna a los clásicos
Si hay algo por lo que destaca Frogun es por su faceta visual, una que sabe aprovechar en su favor la estética de la generación de los 64 bits. Gráficamente es una maravilla, con una comprensión muy buena de la forma de crear videojuegos de aquella época; no sólo hablamos de personajes de diseño poligonal, texturas pixeladas y escenarios en los que la niebla no nos deja ver apenas el sitio en el que estamos, sino que también la propia manera de dibujar a los personajes, sus cuerpos, caras y movimientos, parecen sacadas de unas generaciones más atrás.
Todo derrocha una sensación de agradabilidad muy nostálgica para quienes disfrutamos de aquellas consolas, algo que se ve reforzado gracias a filtros de televisión que ayudan a ensuciar la limpieza de la imagen original de Frogun. También en el modo foto podemos juguetear con algunas opciones, sacando instantáneas de Renata en posiciones divertidas; eso, junto a los efectos especiales (brillos, iluminaciones, partículas…) son buenos ejemplos de cómo aprovechar avances modernos para rendir homenaje a un género tan icónico y tan enmarcado en una época tan concreta de la historia del videojuego.
No podemos decir lo mismo del apartado sonoro, que recrea con demasiada fidelidad los temas y los efectos sonoros de la época, dando como resultado una banda sonora demasiado repetitiva, poco inspirada, y con efectos (gritos, sonidos de salto, disparos de la pistola-rana…) poco pulidos.
Conclusiones
Frogun se presenta como una carta de amor al género de las plataformas en tres dimensiones y consigue efectivamente homenajear ciertos aspectos de clásicos de la época de los 64 bits. Sin embargo, aunque proponga una experiencia divertida y carismática con alto nivel de rejugabilidad, tiene ciertos problemas troncales en la manera en la que ejecuta el movimiento de la protagonista y la estructura de juego; estos fallos hacen que sea muy difícil adentrarse en su propuesta, que no termina de encontrar un punto adecuado entre producto para nostálgicos y buena puerta de entrada para nuevas generaciones. Entre sus mejores características se encuentra la dirección artística, que sí consigue entender las virtudes estéticas del género y traerlas al presente con muy buen resultado final.
Hemos realizado este análisis en Nintendo Switch con un código proporcionado por Top Hat Studios.