Análisis de Murasaki Baby PSN (PSVITA)
Uno de los juegos que más nos han llamado la atención del catálogo de juegos descargables de PS Vita producidos por XDev ha sido Murasaki Baby, ya el año pasado os hablamos de él y lo personalísimo de su apartado gráfico. Detrás está Massimo Guarini, director de Naruto Rise of a Ninja en Ubisoft Montreal y sobre todo Shadows of the Damned en Grasshopper Manufacture, lo que explica un poco el retorcido mundo que vamos a ver en este juego. No conocemos mucho de la escena independiente italiana, así que esta es una buena oportunidad para que Ovosonico se plante en el panorama europeo con un lanzamiento sonado.
En un primer vistazo la mayoría de jugadores lo identifica con el estilo entre tétrico e inocente de Tim Burton, y no es una impresión muy desencaminada. La protagonista es un bebé que se despierta en mitad de la noche para buscar a su madre, y como suele pasar en el mundo de las pesadillas infantiles, la oscuridad de la noche se convierte en un lugar misterioso repleto de personajes y monstruos inquietantes. Queremos decir, aún más que la propia niña que tiene la cabeza volteada y va acompañada siempre por su globo con forma de corazón color violeta –de ahí lo de murasaki-, globo que vas a proteger a toda costa porque representa la vida de la niña; desprenderse de él significa morir.
Por otro lado, no hay ningún mensaje más en la historia que el oscuro viaje. Es un juego muy directo que comienza sin rodeos, con la niña saliendo de su habitación al mundo exterior. Ni diálogos ni moralina, y los tutoriales se presentan de una manera poco intrusiva. Un poco al estilo Limbo, Murasaki Baby te suelta en un mundo extraño e incómodo, del que no conoces bien sus reglas la primera vez que aparece un nuevo tipo obstáculo, donde deberás recordar bien tus habilidades con cada bloqueo.
Se trata de un juego de puzles, poquísimo de plataformas y nada de acción. ¿Y cómo funciona exactamente? El bebé se limita a caminar y no dispone de ningún arma. Sin embargo, deslizando los dedos por el panel trasero se cambia el ambiente del escenario, como si pasáramos una galería fotográfica en un smartphone. Estos entornos varían según el tipo de zona, a cada cual más surrealista. Y no se trata de un simple cambio de color o de ilustraciones en el fondo, cada ambiente va asociado a un efecto especial, además de que algunas superficies desaparecen y aparecen según la dimensión actual, así que es necesario ir pasando por varias; cuidado no lo hagas sobre suelo que no existe al cambiar de fondo, porque caerás al vacío –una pista: en algún caso sí será necesario hacerlo un instante para bajar a un piso inferior-.
Uno de los primeros ejemplos ya os lo describimos en nuestro primer artículo hace un año: hay un objeto flotante en un cauce seco, basta poner el ambiente de tormenta y hacer que llueva, luego cambias por el viento y te impulsas. A medida que avanzamos aparecerán muchos nuevos sustituyendo a los antiguos, nunca se acumulan más de cuatro, con efectos de lo más variado. Un muro de televisiones se activa mostrando un personaje que mantiene despistado a uno de los niños que encontraremos en las primeras horas, en otro de los fondos hay un enorme criatura destruyendo una ciudad al estilo Godzilla que da un salto a nuestra orden y derrumba construcciones frágiles, en un paisaje desolado explota el sol y convierte el globo temporalmente en una piedra –un peso que sirve para bajar plataformas móviles o impulsar a la joven sobre gomas-, una tormenta de frío congela los líquidos –pero cuidado, puede desinflar el globo si te pasas de tiempo-, y así unos cuantos ejemplos más.
La dificultad de los puzles no es excesiva, ya que la solución siempre la tienes en tu mano y existe una lógica para resolver las situaciones. Sin embargo hay muchos peligros que tienen como objetivo pinchar el globo o hacer que la chica lo suelte. Si es este último caso, aún tienes la oportunidad de devolvérselo arrastrando el objeto de vuelta a su dueña con la pantalla táctil. Más mortal son los bichos que pretenden explotarlo, sean mosquitos imperdibles, monstruos de patas afiladas, zarzas en el techo, niños que lanzan dientes por la ventana, el fuego… En definitiva, si es necesario deberás controlar el globo con un dedo para que se aleje del riesgo, usar algún tipo de paraguas para protegerlo o derrotar a los enemigos con toques en la pantalla.
Uno de los objetivos de Ovosonico era jugar con las emociones de la niña, y eso es algo que podemos ver cuando teme a un gato furioso: queda bloqueada por el miedo, o sufre un susto que le hace soltar el globo, y si la llevas tan rápido por el escenario termina por tropezarse. No es nada del otro mundo, pero las reacciones están bastante mejor recreadas que las que da un personaje de juegos estándar que obedece sin rechistar. El truco está en que los desarrolladores han querido conectar al usuario con la niña de manera similar a Tearaway, el juego de Media Molecule en el que nosotros somos un actor más y el bebé no nos representa. Para explicar mejor esto habría que comentar la particularidad del control.
Murasaki Baby es un juego casi exclusivamente táctil. De vez en cuando utiliza las palancas –para unas secciones con vehículos-, pero nuestra interacción básica es la pantalla. ¿Cómo se avanza en el juego? Pues no con la cruceta o el control analógico, sino que hay que llevar al bebé de la mano, que agarra nuestro dedo y tiramos de ella con cuidado. La inspiración quizás provenga de Ico y Yorda, donde Fumito Ueda utilizó algo así –la obligación de mantener pulsado un botón- para transmitir la conexión de manera física, y se consigue el efecto en la mayoría de ocasiones. En la práctica lo hemos visto como uno de los puntos que posiblemente sean de los más polémicos del juego, y dará que hablar entre quienes entiendan su razón de ser y aquellos que lo consideren un obstáculo para la diversión.
Hay dos fallos en Murasaki Baby, uno más subjetivo y otro que podríamos decir objetivo. El primero está en el control táctil, no tanto por llevar a la niña con el dedo a lo largo del nivel, pues es un juego de puzles sin demasiada presión por la velocidad –salvo un par de casos-. Lo que complica el manejo es que ese movimiento se suma todas las otras acciones que en la mayoría de momentos se deben realizar simultáneamente, lo que causa un pequeño juego del Twister –el juego de posturas sobre un tapete de lunares de colores- con los dedos. Imagina que debes avanzar por un recorrido –dedo para caminar-, aparecen mosquitos para ser aplastados con otro dedo, o cuando hay que controlar a la vez a la niña y el globo a lo largo de la pantalla; lo más sencillo es hacerlo con los dos índices, y eso causa por un lado la incomodidad de sujetar la portátil si no está apoyada, y que a veces tus manos ocupen casi toda la pantalla y juegues "a ciegas".
Que no se malinterprete, el control no es malo, no hablamos de minijuegos de frotar el cristal de manera compulsiva y no hay imprecisiones o problemas al nivel de Escape Plan, pero está claro que no todos los usuarios estarán contentos con esta forma de manejar a la protagonista, sobre todo porque está corriendo en una máquina que dispone de botones infrautilizados, no es un iPhone. En el fondo, es una decisión de diseño. En Tearaway se consiguió una de las mejores mezclas de controles tradicionales y táctiles, en Murasaki Baby se ha apostado todo a una de las partes, y sí, la conexión con la niña funciona mejor de lo que haría con una palanca, ¿pero tienes la mente abierta al control táctil durante toda su aventura?
El segundo fallo su repentino final: termina justo cuando se pone más divertido. La duración, como ya hemos comentado en otras ocasiones en otros lanzamientos, no es lo importante, pero para los curiosos diremos que se puede completar en unas tres horas. Lo que nos ha cortado el rollo es que tras las dos primeras horas que son algo así como un tutorial por su sencillez, sólo empieza a plantear retos con algo más de dificultad en la recta final, cuando se introducen efectos de giro de la pantalla –invertir la consola-, mecanismos temporales y pequeñas carreras. Y cuando crees que está explotando sus virtudes de verdad, aparecen los títulos de crédito. Su precio, 9,99 euros, parece ajustado a lo que ofrece, sin embargo no nos habría importado un coste mayor a cambio de una vuelta de tuerca con más zonas, fondos y gadgets.
El apartado visual es de auténtico lujo. Es uno de esos juegos de los que puedes ver una imagen y reconoces automáticamente que le pertenece. Y gana en vivo, el sombreado de lápiz está en movimiento, la chica y el resto de personajes están bien animados, tiene personalidad. Un gran trabajo que vuelve a demostrar que no hace falta un motor gráfico potente si el arte hace su papel. El estilo artístico inspirado en las ilustraciones macabras de Edward Gorey nos recuerdan a un libro de cuentos infantiles con mucho humor negro.
La música corre a cargo de Gianni Ricciardi. Está repleta de sonidos extraños que no siempre forman una melodía reconocible. No llega al extremo de Silent Hill, es algo más suave, pero la idea es parecida, la de incomodar o como mínimo aumentar más la extrañeza de este mundo. Hablando de la famosa saga de terror de Konami, su compositor Akira Yamaoka participa con una genial canción muy en línea de las que suele hacer para los survival horror, recomendamos escucharla a los seguidores de este músico. No hay muchas voces –la niña llamando a su madre- por lo que el apartado sonoro cumple con su función, que no es necesariamente llamar la atención.
Conclusiones
Murasaki Baby es una original aventura de puzles que nos deja como espina clavada por su enorme potencial. Si Ovosonico decide realizar una secuela con esta misma base, ampliando el contenido con niveles más intrincados y más localizaciones podríamos estar ante un juego que se codease con los clásicos modernos descargables. Es una lástima que este título sea sólo la punta de ese iceberg, que no obstante, no es nada malo.
Sobre el control, habrá quien prefiera un desarrollo más clásico, pero eso sería convertirlo en una experiencia diferente. No negamos que en varios momentos nos hemos preguntado para qué estaban sin usar los botones o gatillos al menos de manera opcional, y es que se mueve en esa delicada frontera que delimita una interacción brillante e imposible de hacer con botones –y por tanto, bien justificada- de la que complica en exceso la jugabilidad. Ovosonico ha preferido que toquemos al bebé, que la pantalla se convierta en una ventana en la que participar activamente; estilo por encima de sentido práctico. Y de estilo Murasaki Baby tiene mucho que ofrecer.