Análisis de Grand Theft Auto: Liberty City Stories (PSP)
Lo que empezó como un juego notablemente minoritario en el mundo de los ordenadores personales y PlayStation allá por 1998, cuando sus programadores todavía eran conocidos como DMA Design y su nombre se asociaba, ante todo, con Lemmings, consiguió con el paso a las tres dimensiones en PlayStation 2 que nos ofrecieron a través de GTA III ampliar el concepto de libertad en un videojuego y calar hondo entre crítica y público. Esta fórmula se depuró en Vice City y alcanzó nuevos hitos en el soberbio San Andreas. De este modo, la saga Grand Theft Auto se ha labrado una posición preferente ante muchos jugadores, y ahora llega a la portátil de Sony.
No es el primer título de la saga para portátiles, ya que ha habido entregas en Game Boy Color (cedidas a Tarantula Studios) y Game Boy Advance (a cargo de Digital Eclipse Software), pero sí es el primero de su clase que se enmarca en el estilo de juego tridimensional de las últimas entregas (para PS2, Xbox, y PC) y programado con una activa participación de Rockstar North, es decir, los padres de la saga y responsables de las entregas para los sistemas domésticos. Es así como ésta es la primera que el equipo se implica en un desarrollo portátil, lo que nos da una buena idea de las ambiciones con las que se abordó este proyecto.
La historia que nos cuentan en Liberty City Stories nos devuelve a la mítica ciudad de Liberty City, donde tuvieron lugar los hechos de la tercera entrega de la serie, pero en esta ocasión durante 1998, es decir, un poco antes de que todo tuviese lugar. De este modo, muchos de los entornos resultarán familiares a quienes jugasen a esa entrega, pues, de hecho, las tres islas que conforman esta ciudad y que aparecían en PlayStation 2 están recogidas también en la pequeña PSP con una calidad muy elevada en líneas generales.
Como es lógico, no siempre está a la altura de la consola doméstica de Sony, pero hay que reconocer que mantiene el tipo excelentemente y en ocasiones mejora algunas zonas, con efectos de iluminación mucho más elaborados y, en consecuencia, con modificaciones ambientales superiores, también en todo lo referente a la climatología. Además, por si había alguna duda, toda calle, callejón, carretera y camino que hubiese en PS2, está en PSP, con algunas diferencias derivadas, tan sólo, de que las historias de ambos juegos no coinciden en el tiempo y, por tanto, hay pequeños cambios, como zonas en construcción, negocios que cambiarán de manos, etc.
Tomaremos el papel de Toni Cipriani, un matón más espabilado de lo que parece al principio, que trabaja para Salvatore Leone, aunque el gran capo mafioso no confiará demasiado en nosotros y en un primer momento nos pondrá bajo las órdenes de Vincenzo, uno de sus hombres de confianza. Poco a poco, sin embargo, iremos consiguiendo su respeto para convertirnos en su mano derecha, pero no será una tarea fácil, sino al contrario: una labor sucia, llena de plomo, sangre y muchos neumáticos quemados. Abrirse camino hacia posiciones dominantes en la familia, mientras ésta se ve acosada por competidores de todo tipo (desde clanes rivales hasta las tríadas y los yakuza), nos exigirá afrontar multitud de misiones de todo tipo, que pueden ir desde rescatar a algunos hombres que están siendo acosados por la policía, hasta acabar con un grupo de matones.
Por suerte o por desgracia, aunque las primeras misiones son claramente orientativas, destinadas a que nos demos unos paseos de reconocimiento por las primeras zonas de juego y asumamos las pautas y mecánicas de juego esenciales (conducir, disparar, pelear...), el juego no tarda demasiado en plantearnos retos reales en los que esos primeros objetivos sencillos y asequibles darán paso a misiones arriesgadas y complejas que nos exigirán habilidad.
El juego se estructura, como es habitual, en una serie de misiones en las que en cada una se nos da un objetivo (en ocasiones más, pero en cualquier caso de forma secuencial), ya sea matar a cierto personaje, llevar a alguien a un lugar determinado, recolectar cierta cantidad de objetos o dinero, etc. Estas misiones nos suelen reportar beneficios económicos y, aunque no se presentan de manera lineal, pues tendremos la posibilidad de ir afrontándolas con cierta libertad. Así, por ejemplo, una vez hayamos completado las primeras misiones de Vincenzo, podremos realizar un par más para otro personaje que nos dará, asimismo, la posibilidad de hacer trabajos para un tercero. En este contexto, podremos ir haciendo unas u otras según nos apetezca más. Por supuesto, hay misiones ineludibles que hacen avanzar la historia, y otras son totalmente opcionales, como convertirnos en un conductor de taxis para sacarnos unos dólares o hacer demostraciones de vehículos a compradores potenciales. Estos son tan sólo unos pequeños ejemplos, pero desde luego hay muchas más opciones, como el tradicional reparto de pizza, o en un giro bastante irónico hacernos con un vehículo policial para patrullar por las calles de la ciudad. Quien lo prefiera, podrá dedicarse al robo selectivo de coches por encargo, una actividad tan lucrativa como cabría esperar. Siempre hay algo que hacer en Liberty City.
Si hemos jugado a los anteriores títulos estaremos familiarizados con muchas de estas misiones, y podremos imaginarnos otras muchas de las que no hemos dicho nada, pero, también, reconoceremos durante la partida a varios personajes que han aparecido en otros títulos de la saga, sobre todo, cómo no, en la tercera entrega. Por otro lado, echaremos de menos a algunos de ellos. Y si bien es cierto que las misiones son tan variadas y divertidas como en las versiones domésticas, la historia del juego no acaba de cuajar. Cuando llevemos unas horas con el título empezaremos a notar que la narración no consigue despegar del todo, con momentos en los que realmente le cuesta avanzar y en otros en los que la elipsis narrativa afecta a momentos que sí nos hubiese gustado ver. En este sentido, el planteamiento no ha sido tan bueno, pero, con todo, sigue ofreciéndonos una historia oscura en ambientes criminales; es tan sólo que San Andreas, quizás, dejó el listón demasiado alto en cuanto a cómo desarrollar una historia de este tipo, combinando la brutalidad esperable con un humor insospechado a través de personajes carismáticos y tan desviados de la sensatez y salud mental como cierto hippy trasnochado, aunque hay honrosas excepciones, como nos mostrará la primera aparición de Toole.
Liberty City Stories ha logrado un gran nivel visual en la portátil de Sony, pero peca de una proliferación de la ralentizaciones aún más evidente que en las entregas para PlayStation 2, lo que empaña notablemente el resultado final. En ocasiones, como al subir a los tejados de un edificio algo elevado, el horizonte de dibujado está situado muy lejos, y hay un buen nivel de detalle en lo que podemos ver, pero nos moveremos a una velocidad anormalmente lenta, algo que se puede prolongar durante unos segundos incluso al haber vuelto a estar a ras de suelo. Otro pequeño incidente similar sucede al bajar o montar en un coche: ocasionalmente el juego se parará durante unos breves instantes, pues estará cargando la música de la radio. Por otro lado, el juego presenta una iluminación más lograda que en las últimas entregas para PS2, sobre todo durante los atardeceres y con la iluminación de los faros de los diferentes vehículos, y el modelado de los personajes se muestra, en líneas generales, igual o superior.
Del mismo modo, la aplicación de las texturas es bastante acertada, con pocos fallos (desaparición, tembleque), y los efectos climatológicos (aunque incrementan el problema de las ralentizaciones) están igualmente mucho más logrados en la pantalla de la PSP. Pese a lo que se podía esperar, dados algunos antecedentes en la consola, el juego reduce al mínimo los tiempos de carga, de tal modo que tras la espera al principio del juego, el resto de transiciones son imperceptibles para el jugador, con la excepción de una pausa de unos cinco segundos al cambiar de isla y una mínima carga antes de las cinemáticas. Todo esto parece reducir la vida de la batería, pues hace una lectura intensa del disco UMD, pero desde luego vale la pena.
Desde muy pronto estaremos inmersos en la lucha entre las familias Sindacco y Forelli por erigirse como la indiscutible dominadora del crimen organizado en Liberty City, siendo ésta una historia que se nos va contando a través de escenas realizadas con el motor del juego, y normalmente de buena factura, que destacan gracias a las voces –en inglés- que incluye el juego. No son tan frecuentes ni están tan elaboradas como en las últimas entregas de la saga, pero desde luego están más que a la altura de lo esperable en un juego para PSP. Las interpretaciones son buenas, y las animaciones de los personajes durante estas escenas resultan naturales, lo que conforma una fuerte sensación de verosimilitud muy necesaria para llevar correctamente el desarrollo de los hechos. Sin embargo, carece, como decíamos, de cierta profundidad, y en muchas ocasiones realizar misiones no nos conduce a ningún sitio, ya que no repercute en cambios ni en Cipriani, ni en sus relaciones con los demás, ni en el estado de los demás personajes de su entorno.
Por suerte, en otros momentos toda la acción alcanza unas cotas de dinamismo y profundidad gracias a la participación cada vez más activa de algunos personajes relevantes, bien trabajados, y que salvan –todo sea dicho- el guión. La pena es que muchos de los personajes mejor elaborados tardan en salir, y, por tanto, aunque su presencia es esencial, hace palpable la ausencia de personajes a su altura durante las primeras horas de juego. Será en esa casi recta final del juego cuando descubramos que los chicos de Rockstar sí guardaban lugar para auténticos desequilibrados mentales, como cierto filántropo muy interesado en hacer carrera política, un personaje como los hay a cientos en el plano político nacional.
Cumplir con todas las misiones principales del juego nos llevará algo más de diez horas, quizás algo menos para los más aficionados a esta saga, pero esto no significará que el juego se haya acabado. Como es tradicional, habrá cientos de misiones alternativas y objetivos secretos que cumplir, como algunas que ya os hemos explicado anteriormente, o recolectar paquetes perdidos. Por descontado estarán presentes las carreras ilegales, y muchos elementos típicos, que multiplicarán sustancialmente la duración del juego para todos aquellos que quieran sacar todos sus secretos.
Para adaptar el estilo de las misiones a las peculiaridades de una consola portátil, los programadores han decidido dar un giro hacia la sencillez. De este modo, si en las últimas entregas las misiones eran complejas y mostraban con frecuencia objetivos múltiples, además de algunos secuenciales y modificaciones en su planteamiento durante el mismo desarrollo de éstas, redundando en una disminución de la dificultad pura para conseguir una buena balanza en la jugabilidad, Liberty City Stories regresa a los orígenes dándonos muchas más misiones pero más simples y más cortas, eso sí, con honrosísimas excepciones. Gracias a su simplicidad (mata a una persona, roba determinado elemento, etc.) el juego es mucho más accesible para partidas cortas, y no precisa de una gran inmersión en este sentido por parte del jugador.
Como hemos dicho, aparecerán también misiones de mayor complejidad, pero están en clara minoría con respecto a las más sencillas. Esto puede gustarnos o por el contrario parecernos un gran fallo, pues es cierto que a la larga se pierde variedad en el planteamiento de las misiones, pero desde la perspectiva de una consola portátil es quizás la mejor opción que se podía tomar. Al fin y al cabo, las misiones complejas requieren más tiempo, y se trataba de reducirlo. Paradójicamente, frente al mayor dinamismo de las misiones más breves, tan sólo tenemos tres lugares para salvar, uno en cada isla, por lo que aunque la misión sea relativamente corta, nos puede llevar cierto tiempo desplazarnos hasta un lugar de salvado.
Cabe señalar que si fracasamos durante una misión, podremos desplazarnos automáticamente mediante un taxi hasta el lugar necesario para volver a empezar la misión, lo que agiliza el dinamismo del juego en este sentido, pero no es gratis: perderemos todas nuestras armas y equipamiento, lo que puede representar un coste monetario severo además de perder de vista armas raras que se encuentran únicamente en puntos concretos del escenario. Es una muy buena opción a tener en cuenta en situaciones determinadas, pero habrá que evaluar si nos compensa el coste asociado a esto.
Con todo, lo cierto es que nos encontramos tan pronto con misiones que son muy divertidas con otras bastante anodinas, y algunas directamente frustrantes, ya que al principio del juego no estaremos bajo ningún concepto preparados para afrontar ciertos retos, como enfrentarnos a grupos elevados de matones armados. Más adelante la dificultad ni aumenta ni se reduce, pero desde luego nuestro arsenal nos permite afrontar esos enfrentamientos con una soltura impensable durante las primeras horas de juego. De esta manera, al principio un reto similar pasará de ser casi imposible de superar a ser un mero trámite sin gracia alguna. En cualquier caso, habrá ocasiones en las que nos enfrentemos a misiones realmente descompensadas, con muchos enemigos muy bien armados.
Y si hacemos hincapié en esto es porque, frente a la suave conducción que ofrece Liberty City Stories, el sistema de uso de armas de fuego no se ha conseguido adaptar del todo bien. En realidad es bastante sencillo usar las armas, gracias a que se han recuperado muchos elementos de su uso que se introdujeron en San Andreas, pero al apuntar automáticamente la cámara puede volverse loca y girarse hacia el rostro de nuestro personaje, por lo que no veremos nada, o apuntar a cualquier cosa menos al tipo que se acerca hacia nosotros corriendo mientras da buena cuenta de su subfusil. Esto, que no nos da grandes problemas durante buena parte del juego, cuando llegamos a ciertas misiones se convierte en un hándicap muy grave que se muestra mucho más acentuado en entornos reducidos.
En la calle la policía puede ser un problema también preocupante. Realmente tienen cierta desidia a la hora de hacer su trabajo, pero si nos enzarzamos en un tiroteo y aparece un agente, le dará igual que haya tres tipos disparándonos a nosotros mientras huimos o respondemos a sus disparos: el policía irá, indefectiblemente, a darnos con la porra en la cabeza. Si en una misión debemos destruir una propiedad de nuestros rivales, no sólo atraeremos la atención de sus matones, sino también la de la policía... y como hemos dicho, su planteamiento es claro siempre: nosotros tenemos la culpa de todo. No es que no les falte razón, pero es éste un hecho que se da no sólo en esta entrega, sino también en las anteriores, y que desde luego debe ser corregido de cara al futuro para proporcionar mayor verosimilitud, coherencia y variedad al universo de GTA.
Más allá de estas cuestiones, sin embargo, el juego opera tal y como se espera, con una jugabilidad bien llevada que hará disfrutar al jugador mientras progresa en la aventura, pese a esos puntos negros ocasionales. Pero desde luego, cuanto más cerca estemos del final del juego, acercándonos tanto al clímax narrativo como al de la acción, veremos cómo las misiones mejoran más y más, y, desde luego, toda la última hora de juego puede ser de una gran intensidad, mucho más acentuada si acabe durante las cinco últimas misiones. Toda una descarga de adrenalina que bien compensa haber superado las misiones frustrantes que van apareciendo salpicadas a lo largo del desarrollo del juego.
Liberty City Stories nos ofrece todo el arsenal que se puede esperar en un juego de la saga, tanto en armas para el combate cuerpo a cuerpo (desde bates hasta palos de hockey, pasando por cuchillos surtidos) como armas de fuego. Rifles, pistolas, ametralladoras... son armas recurrentes durante todo el juego que irán haciendo un hueco también para armamento pesado que, aunque escaso, se nos desvelará como terriblemente útil y placentero de usar contra los enemigos más odiosos. Fijaremos el objetivo con el botón R, pero si lo preferimos podemos usar un sistema para apuntar libremente, moviendo el stick analógico de la consola. Esto es útil porque el autofijado de blancos no siempre funciona, pero cuando lo hace en distancias cortas, ni el sistema para apuntar manualmente nos servirá de algo. Algo más útil será hacernos acompañar de otros gangsters de la familia Leone, que podremos reclutar en la calle. Su inteligencia y capacidad de actuación, por desgracia, es bastante limitada, con un comportamiento que puede ser bastante estúpido en ocasiones. Pero cuando funcionan, lo hacen bastante bien, y pueden ser de gran ayuda.
Si el armamento entra dentro de los cánones de la saga, los vehículos no podían ser menos. Coches, furgonetas, camiones y motocicletas estarán a nuestra disposición... y si no lo están, haremos que estén, convenciendo de manera expeditiva a sus propietarios legítimos de que es bueno que se despidan de su propiedad. Toda la conducción está bastante bien implementada, con vehículos que se controlan muy bien pese a que su respuesta es diferente en función de qué tipo de automóvil sea, así como es también diferente su resistencia, velocidad y aceleración. De este modo, quizás en algunos momentos necesitemos un coche con muchas plazas disponibles, y en otro la agilidad de una moto... al fin y al cabo, tenemos hasta 70 vehículos diferentes, lo que representa un espectro de posibilidades amplísimo.
Desplazarnos en esos vehículos por la ciudad sin tener nada concreto que hacer es una de las grandes sensaciones que ha logrado crear con solidez Grand Theft Auto, y podemos tanto pasear viendo qué hacen todos los transeúntes en su quehacer diario como optar por ejercer cierta violencia gratuita contra el mobiliario urbano o cualquier persona que esté por la calle. Por supuesto, esto tendrá consecuencias, aunque no estemos en una misión, por lo que la policía tomará cartas en el asunto por todos los medios posibles, incluyendo helicópteros, con tal de reducirnos. Liberty City Stories recrea magistralmente esa sensación en la PSP. Cuando estemos en un vehículo podremos seleccionar entre las diez emisoras de radio disponibles en el título para escuchar el estilo de música que más se ajuste a nuestros gustos. Hip-hop, reggae, pop-rock, e incluso gente contando sus neuras son algunos de los protagonistas de las diversas emisoras, que, si bien no cuentan con demasiados temas diferentes (siempre música licenciada), cumplen con su función. Con todo, lo mejor, como es habitual, son los comentarios de los pinchadiscos y las cuñas publicitarias, textos llenos de ironía y un humor negro apabullante.
La música no es tan definitoria de los ambientes y época como fue en Vice City, con toda su intensa vena ochentera, y la música urbana de finales del siglo XX de San Andreas. En este sentido, Liberty City Stories está mucho menos definido y carece de temas que puedan ser considerados tan populares para el público mayoritarios como los de los otros dos juegos, pero desde luego encontraremos nuestra emisora favorita, ya sea Rise-FM (Sing It Back, Free), Double Cleff FM (con fragmentos de varias obras de Verdi, Mozart y Leoncavallo), Head Radio (Keep Dreaming, Take The Pain) o K-JAH Radio (Lean Boot, Ring My Number).
Y si no nos gusta ninguna, podremos confeccionar nuestra propia selección a través de un surtido de temas que tendremos que confeccionar obligatoriamente mediante un software proporcionado por Rockstar a través de su página web, llamado Rockstar Custom Tracks, y que se puede descargar desde aquí en su versión 1.0. Esta música deberá extraerse directamente desde el disco compacto, y hace que sea imposible usar cualquier archivo (MP3, por ejemplo) que ya hayamos creado previamente a partir de nuestra colección de discos, algo que es relativamente molesto. Por lo menos incluye la siempre útil posibilidad de descargar la información del álbum para no tener que escribir la información de cada pista.
El programa cuenta con un botón que con una sola pulsación (dos, si contamos que hay que seleccionar para qué juego creamos el MP3) extrae, comprime y pasa la canción a la tarjeta de memoria de nuestra PSP, tanto si la hemos conectado mediante USB como si usamos un lector de tarjetas estándar para el ordenador. El único inconveniente, más allá de tener que sacar un buen puñado de CDs de sus cajas, es que el proceso no es tan veloz como sería deseable. El archivo generado se colocará en una carpeta creada expresamente para tales fines y tendrá extensión propia («.gta») que lo hace inoperativo por completo para cualquier otro fin. El ratio de compresión es bueno (unos cuatro minutos se traducen en algo menos de 2MB), y su calidad de audio en la consola es más que satisfactoria. Quizás suenen un poquito más bajas, pero es algo que podemos corregir desde las opciones del juego.
Una de las grandes novedades de Liberty City Stories es su modo multijugador para hasta seis personas. Este modo se desbloqueará bastante pronto en el juego, tras completar una misión, pero todos los jugadores que quieran participar en la partida tendrán que haber superado ese punto. Los modos multijugador incluyen el clásico deathmatch, es decir, todos contra todos, el juego de capturar la bandera, y rey de la colina, las variantes tradicionales de cualquier juego de acción en primera persona que se hacen un hueco cada vez más importante en las opciones multijugador de los juegos en acción en tercera persona, como éste que nos ocupa. Este modo se ve más beneficiado cuantos más jugadores puedan participar, ya que los entornos son relativamente grandes, y sólo contra otra persona puede ser un tanto desolador. Es un añadido interesante, más sencillo y directo que el visto en San Andreas, que, sin ser un joya (pues al fin y al cabo el juego no está orientado precisamente en este sentido), nos puede dar unas tardes de diversión con unos amigos.
Tiene también algunos fallos en el control, que nos pueden dejar vendidos en ocasiones, sobre todo con respecto al tema de usar armas de fuego, pero es difícil plantear alternativas dada la enorme cantidad de acciones a realizar. Es un fallo evidente en momentos puntuales, y como tal debe ser considerado en esa justa medida. Musicalmente es excelente, tanto por calidad, como por cantidad, y lo mismo se debe decir de las muchísimas líneas de diálogo que ofrece durante las escenas, conformando una presentación digna de elogio para una historia algo floja en ocasiones pero convincente y atractiva en líneas generales.
Estamos ante un GTA en toda regla que se sitúa a medio camino entre lo que vimos en GTA III y Vice City con algunos elementos extraídos de San Andreas para darnos una experiencia de juego única en consolas portátiles, que tan sólo puede ser refinada en las próximas entregas que sus creadores se decidan a ofrecernos.