Análisis de X-Blades (PS3, PC, Xbox 360)

Una aventura entre el bien y el mal donde la protagonista tendrá que luchar contra los más fieros enemigos para conseguir acabar con el mal y hacer que el mundo vuelva a su estado de equilibrio. El título, que empieza con un cliché bastante gastado por los diferentes juegos que ya pudimos jugar anteriormente, se presenta como una alternativa a los juegos existentes pero no llega a dar lo esperado por un título del género. Además de no innovar, recae una y otra vez en los mismos elementos que sus hermanos mayores, por eso, recuerda más a aquello que, con los avances de hoy día, podría haber sido y no fue.

Nos encontramos delante de otro de los juegos que no va a pasar a la historia por sus innovaciones y méritos respecto a sus antecesores. Otra vez, la edición de un juego del que se esperaba alguna innovación ha vuelto a fallar estrepitosamente dejando la puerta abierta a otras compañías que quieran probar suerte en este tipo de temática. El destino de XBlades: Postmortem queda definido a la cuarta pantalla, cuando el jugador, harto de matar extrañas criaturas, opta por un título de más peso en cuanto a la historia se refiere.

Postmortem nos pondrá delante a una heroína –posiblemente una de las únicas cosas atractivas del juego– el objetivo de la cual será eliminar a sus rivales a la máxima velocidad posible con la máxima violencia posible, haciendo gala de una gran cantidad de poderes y, por supuesto, de un gran modelado corporal. Puede que lo más despampanante del juego sea nuestra protagonista, una rubita que con dos sables-pistola en mano se irá abriendo camino a través de ruinas y templos matando a las criaturas más variopintas.

Un juego que promete pero acaba perdiendo fuelle

No es la primera vez que un juego entra por los ojos en su presentación. El video inicial nos muestra unos videos cuidados con una historia que en principio promete. El dibujo y la fotografía, basados en el anime, le dan un toque innovador al juego y la música que lo acompaña acaba de aliñar unas premisas perfectas para el juego. La banda sonora, con temas entre en metal y el techno acompañarán a nuestra heroína a través de cuarenta mundos diferentes que, aunque en un principio puedan parecer muchos, al final decepcionarán por la brevedad de algunos y también por la repetitividad final, ya que en las partes avanzadas del juego el jugador notará un cierto bucle tanto en los enemigos como en el desarrollo del juego. Al final, el juego se reduce a apretar el botón de disparo tantas veces como sea posible para encadenar el mayor número de golpes seguidos para ejecutar combos y recibir más puntuación. A esto ayudará el nivel de furia de la protagonista –que aumentará según los ataques- y la habilidad del jugador para romper las piedras que nos proporcionaran, también, éste mismo poder.

Aunque en un principio el juego muestra unos gráficos que prometen mucho, al final se trata siempre de lo mismo, un decorado que contendrá muy pocos aspectos modificables y que, generalmente, se reproducirá a lo largo del tiempo. Los únicos elementos con los que podremos interactuar serán unas vasijas de diferentes tamaños y formas que nos darán más almas –unidades que servirán para comprar objetos y adquirir nuevos poderes– cuya lista encontraremos en el menú principal del juego junto a otros elementos que iremos desbloqueando durante las diferentes batallas contra nuestros rivales -.

Bestiario amplio, pero aburrido al final

Hablando de enemigos, el juego tiene un amplio abanico de posibilidades en cuanto a nuestros rivales se refiere. Desde las criaturas más indefensas hasta los espíritus más fiero tendrán sitio en un título que tampoco destaca por su excesiva dificultad. Uno de los problemas de XBlades es que no ha sabido innovar más de lo que lo hicieron otros de sus antecesores con más renombre y reconocimiento en el mercado de esta clase de temática. Onimusha o Ninja Gaiden por nombrar algunos, se abrieron paso a través de la innovación mostrando un tipo de juego no muy visto hasta el momento y desarrollando una serie de nuevas sensaciones que el jugador no había visto hasta la fecha. Lo repetitivo del juego y la facilidad con la que la protagonista se deshace de hordas enteras de enemigos reduce el juego a un simple movimiento de periférico y muchas ganas de apretar un mismo botón.

En el apartado de poderes y objetos que la protagonista puede manejar, es posible que al principio encontremos un aliciente para continuar la aventura. La acumulación de almas, que usaremos como créditos para canjear nuevos elementos, la obtendremos mediante el sistemático trinchamiento de nuestros oponentes que lejos de atacar, se limitarán a perseguirnos mientras conseguimos que nuestro nivel de furia alcance el mínimo para lanzar magia al enemigo principal.

En el menú de lucha encontraremos varios elementos desbloqueables divididos en hechizos, munición, mejoras generales, objetos y mapa. Visualizados uno a uno, las posibilidades son amplias aunque hay algunos que brillan por su nulidad como por ejemplo el mapa, cuyas indicaciones son inexistentes a la par que inútiles dado que el camino será siempre marcado por unas puertas que desprenderán un gas rojizo que impedirá que pasemos y se convertirá en hojas flotantes una vez derrotado nuestro enemigo principal permitiéndonos el acceso a la nueva fase. Cada final nos mostrará nuestras estadísticas entre las que destacan el número de monstruos muertos –escandaloso desde la segunda pantalla– o el número de almas conseguidas después de la carnicería de turno.

Entre los otros apartados del menú podemos destacar el de Hechizos, que desbloquearemos a través de nuestros progresos a lo largo del juego, y entre los que podremos elegir hielo, fuego o magia oscura por ejemplo que compraremos con las almas conseguidas matando a nuestros rivales. Estos hechizos nos servirán, eligiendo correctamente, para eliminar a nuestros contrarios. Por ejemplo, si el enemigo se trata de un fantasma le fulminaremos con un rayo de magia oscura mientras que si se trata de una especie de armadillos nos bastará con los sables –que podremos imbuir con magia de fuego o rayos– que incorporan unos útiles revólveres que ayudarán a limpiar el escenario cuando sea necesario.

Por otra parte, también tendremos acceso a las mejoras generales de combate –que nos ayudarán en a subir nuestros atributos en combate tanto aéreo como cuerpo a cuerpo entre otros– y también mejoras en la munición de los revólveres, que harán que esta sea más mortífera y afecte de modo diferente a los rivales.

Otro de los objetivos de la partida, por salir un poco de la dinámica psico-killer de la protagonista, es encontrar diversos fragmentos de materiales preciosos que nos ayudarán a desbloquear más habilidades para potenciar nuestra furia o curarnos – también durante el combate – en caso de ser necesario.

Podemos decir que XBlades: Postmortem no quedará en nuestras estanterías como un mito destacable en este tipo de juegos. Frente a la repetitividad del juego se sitúan unos gráficos más que monótonos en los que siempre aparecerán templos en ruinas que tratados de otra forma podrían dar para una gran variedad de escenarios en los que desarrollar la acción. La sola modificación de algunas de estas situaciones para que fueran más interactivos le darían un toque diferente al juego que peca de estático en muchas ocasiones. Por otro lado, las diferentes batallas se convierten en muy largas en comparación al juego, que se quedará en muy corto.

A su favor podemos destacar algunos puntos interesantes que introduce el juego: el estilo anime da una bocanada de aire fresco al género, que normalmente se caracteriza por heroínas mucho más épicas y no tan estilo manga. El diseño de la protagonista se ha centrado en agradar al público. Hay que decir que se trata de un modelado muy conseguido con mucho más cuerpo que ropa por lo que el jugador disfrutará de excelentes vistas durante toda la partida, excepto cuando un ejército de cuarenta animales de la más variopinta calaña se encuentre encima de ésta.

Otro de los factores destacables del título es la rapidez con la que se aprenden las diferentes acciones a realizar para avanzar en el juego. Pese a eso, esta rapidez jugará en contra de los desarrolladores porque hace que en la cuarta pantalla el jugador ya note ciertos síntomas de repetitividad. Asimismo, cabe destacar que algunas de las pantallas son efímeras mientras que en otras, el que lleve el mando se verá obligado a saltar durante diez minutos por una habitación donde saldrán pinchos desde el suelo. Bastarán pocos segundos para darse cuenta de la secuencia de los pinchos para adivinar su recorrido e ir pasando por los sitios vacíos y evitar ser trinchados por dichas lanzas. El problema, igual que en todo el juego, que normalmente nuestra heroína no sufrirá ni un rasguño pese a ser atravesada por decenas de lanzas, atacada por cuarenta criaturas distintas o recibir diferentes impactos ya sea de fuego, hielo, magia oscura o puñetazos…el objetivo será no parar de repartir estopa durante todo el tiempo de juego dejando a nuestros enemigos hechos pedazos.

En definitiva, es posible que XBlades: Postmortem no llegue a cuajar en el mercado dadas las carencias que observamos a lo largo del juego. Divertirá a aquellos que no estén muy iniciados en esta clase de género pero terminará por repetirse. A los más avezados a este tipo de títulos, directamente les aborrecerá sobremanera. Ni los desarrolladores aportan innovación ni el juego consigue crear un ambiente que permita al jugador meterse de lleno en la historia.