Análisis de Grimgrimoire (PS2)
Nippon Ichi trae a Europa un título de estrategia en tiempo real para PlayStation 2, un género que no se ha prodigado mucho en consola, pero con una estética que atraerá muchas miradas.
Grimgrimoire cuenta la historia de una joven estudiante de magia en un imponente colegio que guarda la Piedra Filosofal, una trama que a más de uno le sonará por sus similitudes con las novelas de Harry Potter, pero pronto descubriremos que este título no es un clon de las novelas de Rowling. El juego comienza con un pequeño flashbak unos días anteriores a un hecho que descubriremos más adelante y que inicia el desastre en la escuela, lo cual sirve de tutorial para hacerse a los controles y el sistema de juego de Grimgrimoire, así como la presentación de los profesores de cada materia, alumnos y la propia Lillet Blan, la protagonista, a través de la historia desarrollada por medio de diálogos hablados (por desgracia, sin traducción al castellano).
Diversos personajes, como los maestros de las materias, o compañeros de clase, con gran personalidad y exquisito diseño pueblan la parte argumental del título, que es en esencia el motor que anima a avanzar. Estas escenas están realizadas por medio de animaciones casi estáticas (poco expresivas, aunque con ligeros movimientos) de gran tamaño que si bien no son un gran alarde técnico poseen un atractivo apartado artístico que impregna en general todo el juego y escenarios.
Los primeros minutos del juego son sencillos ejemplos en los que se describe el sistema de recolección de energía que es utilizada en nuestro provecho para crear (o invocar) personajes en el escenario. Estamos hablando de un título de estrategia en tiempo real en forma de scroll lateral, y por tanto una de las nociones básicas consiste precisamente en llamar a pequeños duendes que extraen magia de un cristal en el mapa para llevarla a otro. Invertir en un gran número de estos recolectores (que a medida que avanzamos pueden ser de otro tipo, como fantasmas, sin limitaciones físicas del mapa) es la clave de nuestro avance.
Existen cuatro tipos de técnicas mágicas, Brujería, Química, Necromancia y Glamour, que son las señales circulares de invocación, cada una de las cuales puede disponerse en una zona del mapa (de forma invisible, está dividido en sectores) para realizar sobre ellos uno de sus tres conjuros y crear nuestras unidades o sirvientes, ya sean suministradores de energía, guerreros o incluso poderosas defensas fijas, con el objetivo de proteger las criaturas indefensas. Una de nuestras primeras decisiones críticas corresponde a la asignación de los cristales, ya que los diferentes tipos de recolectores no pueden extraer maná de cualquier fuente, solo de las asignadas. Por otra parte, las pequeñas hadas son una de las unidades de ataque más básicas del juego y la utilidad aumenta con su número, mientras que otras criaturas como dragones poseen un poder de destrucción más poderoso, pero el tiempo que lleva producirlos y su coste es mucho más elevado; de nuestras decisiones dependerá la estrategia a tomar.
Por su parte, los enemigos no dudarán en disponer de sus propias armas, muy similares a nuestros conjuros. Sus oleadas de monstruos atacarán nuestra cadena de suministros y sus defensas protegerán los objetivos a eliminar. La posición del los rivales se muestra en un mapa en pantalla por medio de puntos, aunque las fases en oscuridad complican su visión. Los sencillos retos van complicándose, y las últimas fases del juego serán un auténtico reto que pondrá a prueba nuestra estrategia. No existen las unidades perfectas, y tanto nuestro bando como el oponente poseen puntos débiles que habrá que cubrir en la medida de lo posible.
El campo de batalla es la propia torre del colegio, una serie de pisos conectados por escaleras, en los que según el momento de la historia se realizan cambios sutiles en el tamaño o la altura de la zona. Los enemigos generalmente están situados en la otra esquina del escenario, y de ahí parten hacia nuestra posición. Esta pantalla no es demasiado grande, así que obliga a estar siempre atento a los movimientos del enemigo.
Uno de los principales problemas de Grimgrimoire respecto a la jugabilidad viene dado por la naturaleza del control con el Dual Shock. A pesar de eso, no es un título que necesite de mucha velocidad, de hecho, el juego se pausa durante la elección de las unidades a crear, pero los constantes desplazamientos en la pantalla y la selección de unidades en grupo no gozan de la misma intuición conseguida en periféricos como un ratón. La concentración de animaciones en algunos escenarios complica la situación, obligando al jugador a controlar la situación en varios puntos simultáneamente. Los escenarios pecan de repetición, todos ellos constan de un aspecto similar, aunque cada uno incluye diferentes retos y posiciones de los elementos clave varía la dificultad de los retos.
Además de la aceptable duración, más de veinte horas, el juego incluye la función de repetir cualquier misión anterior y varios retos extra. Grimgrimoire es un juego atípico en el catálogo de PlayStation 2, pero con una fuerte personalidad y aspecto manga similar a otras producciones de Nippon Ichi que atraerá incluso a los que no son seguidores del género, lo que no quiere decir que estemos ante un juego sencillo y para todas las edades; al contrario, Grimgrimoire consigue poner a prueba nuestra resistencia y estrategia durante largas batallas sin interrupción u opción de salvar los avances. Disfrutar de retos como este durante partidas de hasta hora y media es una gran experiencia, pero requiere paciencia.
Técnicamente no es un juego que destaque en ningún apartando. Estamos hablando de un título cuyo mayor mérito se encuentra en mostrar en ocasiones gran número de personajes 2D o sprites simultáneamente en pantalla, así como destellos de luz y transparencias para los conjuros, y teniendo en cuenta la naturaleza del juego, realmente no es necesario más, cumple sobradamente. Lo que hace que Grimgrimoire llame la atención desde el primer momento es su dirección artística, y las excelentes animaciones de todas las criaturas que poblarán el lugar, destacando en especial los seres de mayor tamaño (como el dragón o la planta carnívora) que resultan espectaculares.
El gran fallo se encuentra en la repetición del mapa de batalla, ambientado en la torre de la historia, que apenas contiene diferencias batalla tras batalla. Poco importa una vez estamos jugando el aspecto del escenario (no así su arquitectura, que afecta al combate), pero se echa muy en falta variedad de entornos, ya que hablamos de los mismos elementos (escaleras, pasillos, puertas) reubicados de diversas maneras para cada misión. Un giro en la trama que llevase la acción a otro lugar habría ayudado a enriquecer la belleza de las partidas.
En el apartado sonoro encontramos los dos doblajes del juego, inglés y el original en japonés, un gran detalle que sin duda algunos agradecerán, no así la comentada ausencia de traducción que hace perder muchos detalles de la trama, especialmente por las numerosas referencias a palabras relacionadas con la magia y criaturas, similar al que se puede encontrar en guiones de los juegos de rol. La banda sonora posee un buen nivel, aunque quizás este sea uno de los apartados menos inspirados de Grimgrimoire.
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