Análisis de Party Hard (PC, PS4, Switch, Xbox One)
En julio os hablamos de Party Hard, un curioso juego de sigilo y asesinato pixel-art que sorprendía positivamente por su idea original: acabar con todos los ruidosos invitados a fiestas. Aquella versión sólo permitía jugar a uno de los niveles, pero ya con el juego final podemos decir que se trata de un título muy divertido, repleto de mala leche y humor negro. Tiene algunos aspectos que no nos han entusiasmado tanto, pero en líneas generales difícilmente decepcionará.
Party Hard va de personas cabreadas. Muy cabreadas. Lo suficiente como para ir a las fiestas nocturnas y acabar con toda la gente que está pasando allí el rato, uno a uno.
Existe una pequeña historia sobre el policía que persigue a este asesino en serie –nosotros-, que está realizando una masacre en diferentes lugares, desde los guateques más caseros hasta las fiestas de lujo en Las Vegas. Así, armados con un cuchillo, empezamos a sumar bajas lejos de las miradas indiscretas hasta que no queda nadie en pie.
Cada mapa está repleto de objetos con los que interactuar, y es lo más divertido de su planteamiento. Pon veneno en el ponche, haz explotar el microondas, electrocuta a toda la pista de baile, usa gasolina para quemar una habitación, enciende un coche que atropelle todo lo que se le ponga por delante, electrocuta, lanza por la borda, tira desde el rascacielos, asusta a animales salvajes, en resumen, multitud de trampas listas para ser activadas sin que la masa detecte al autor del estropicio. Muchas de ellas se generan aleatoriamente, pues aunque el mapa de cada zona es fijo, el contenido de ciertas salas sí varía con cada intento. Esto le da un punto extra de rejugabilidad, pero es justo admitir que son cambios mínimos y tampoco justifican una nueva pasada, sólo añaden un poco de imprevisibilidad.
La mayoría de muertes dejan el cadáver a la vista. Hay en todos los niveles algún tipo de armario, contendedor o hasta ventilación que actúa de trituradora para eliminar pruebas. Es la manera más profesional de jugar e impide que otros invitados den la voz de alarma, pero en la mayoría de muertes no será posible deshacerse del cuerpo. No importa: la llegada de la policía, bomberos o ambulancia no son el fin de la partida. Eso sí, es importante que nadie nos localice cerca del asesinato, o seremos un blanco para el agente. En esta versión final creemos que se ha mejorado un poco más la detección de las personas, y no dudarán en reconocernos si nos ven salir de una sala con muertos. Cambiar de ropa –si la has obtenido- es una forma rápida de dejar de ser sospechoso.
La pantalla de Party Hard es algo así a un pequeño mundo abierto, con la actividad siempre en marcha. La mayoría del público tiene un comportamiento típico, y como os comentamos en nuestras impresiones, hay grupos de personas charlando, parejas que buscan intimidad, solitarios borrachos, gente con sueño o ganas de bailar, cada uno con un tipo de reacción a nuestras acciones y al movimiento de despiste –bailar-. Si quieres provocar movimiento entre invitados estáticos, fuerza rechazo y acabarán marchándose a otro lugar.
El juego no obstante comete algunas concesiones que cantan un poco a favor de dar más jugabilidad. Por ejemplo, a veces la policía nos descubre y nos persigue, pero si logramos huir durante un tiempo, sea porque estamos lejos o usamos algún atajo –escaleras, compuertas- se dará por vencido. Es un aviso porque el siguiente agente será más intransigente y muy probablemente supondrá nuestro fin, además un trabajador –con gran parecido a Mario- bloqueará las salidas. Y créenos, nada da más rabia que perder cuando apenas quedan tres borrachos de los 50 originales: debes empezar desde el principio.
A medida que avanzamos en la historia aparecen nuevos ambientes y artilugios. Un vendedor del mercado negro nos ofrece, si consigues contactar con él, venenos o granadas –humo, cegadoras- que siempre tienen algún tipo de utilidad. También empezarán a aparecer guardias de seguridad patrullando la pista o rincones VIP, y no dudarán en ir a por nosotros si nos ven –independientemente de si hemos actuado-.
Con la variedad de mapas, que van reduciendo el número de ayudas y escondites, hace que las buenas impresiones de la beta de Party Game se confirmen con el lanzamiento final. Hay varios personajes para desbloquear, entre ellos un policía que pasa más inadvertido cuando está moviendo cadáveres, y la dificultad está bien equilibrada, cualquier fase se supera con paciencia.
Lo que sí es cierto es que de vez en cuando la inteligencia artificial hace algunas cosas extrañas y que por la perspectiva utilizada no es fácil detectar diferentes alturas, y si estamos a la vista de otra gente. Aquí tiene un poco de culpa el arte del juego, con una definición baja que impide ver claramente detalles de la decoración –ventanas-, o la ausencia de una interfaz tipo radar de Metal Gear -¿hasta dónde nos ven?-. Estas cosas se aprenden a base de reintentos e intuición, por eso según jugamos es más fácil saber si puedes arriesgar o no.
Party Hard nos ha gustado por su planteamiento y los aciertos –que tiene y muchos-, aunque es justo decir que sufre de pequeños problemas que tienen relativa fácil solución. La recta final de cada fase suele bajar el ritmo mucho porque a veces quedan bailarines que directamente no reaccionan a nuestro baile. Es entonces, con cuatro invitados en la pista central, cuando se tira del asesinato poco elegante, rezando que el personaje que está junto a él no se percate o incluso acabando con todos rápidamente, sin que llamen a la policía.
El otro serio inconveniente es su falta de rejugabilidad y duración. Una vez aprendidas las armas en rotación hay poco incentivo para volver al juego –la típica puntuación si acaso-, y estamos ante un juego corto, que se puede superar en pocas horas. ¿Remedios que podría utilizar Pinokl Games para reducir esto? Muchos, desde la inclusión de un editor a un generador aleatorio de planos –no únicamente el mobiliario-.
Los gráficos apuestan por la resolución 8-bits simplemente por inercia. Se puede entender que sus creadores huyan del realismo porque hay escenas y muertes muy truculentas, pero resta a la ambientación. Y ya no sólo por una cuestión personal y subjetiva, es que hay combinaciones de escenarios y gentío que hace realmente difícil saber dónde estamos. Una pena porque tiene algunos guiños graciosos, invitados con disfraces conocidos y situaciones absurdas.
La música que ya criticamos en nuestro anterior artículo nos ha parecido que no está bien explotada; sin ser mala, su ritmo machacón y la melodía tan repetitiva acaba por molestar al cabo de 5 o 10 minutos que puede durar cada fase –más si quedas bloqueado-. Mejoraría bastante con más sonido ambiente y un DJ que cambiase discos cada poco tiempo. Los actores de doblaje de las secuencias suenan muy forzados –todavía más que David Hayter haciendo de Old Snake- pero esto aquí es un tema intrascendente.
Conclusiones
Party Hard es un proyecto parido en una Game Jam que sólo necesita que sus autores revisen aquello susceptible de mejora. Hay suficiente potencial para que este mismo concepto se pueda mejorar en desarrollo, gráficos, variedad y contenido. El balance final en cualquier caso es positivo.
Quedaría un poco lejos de ser el nuevo éxito independiente e imprescindible, pero no podemos negar que durante su breve duración entretiene, y su precio de lanzamiento es razonable -poco más de 10 euros-.