Uno nunca aprecia lo que es tener buenos vecinos –o todavía mejor, ningún vecino- hasta que tiene malos compañeros de portal. Al protagonista de Party Hard le ha tocado la mala suerte de vivir cerca de locales con fiestas juveniles que duran hasta las tantas, volumen a tope y decenas de invitados en estado etílico. Cuando la ley no está de tu parte es hora de actuar de forma drástica, arma en mano.
Party Hard es un juego independiente de Pinokl Games desarrollado en una Global Game Jam que no sólo presenta un planteamiento original sobre unas mecánicas ya conocidas, sino que lo hace bien. El objetivo es tal y como imaginas: acabar con las fiestas nocturnas por la vía rápida, la muerte de todos y cada uno de estos juerguistas ruidosos, sin pena ni remordimiento. La versión probada apenas muestra un par de escenarios de este juego, pero tiene muy buena pinta si la recta final del desarrollo no se tuerce.
Por la estética de vista superior un poco a lo Hotline Miami se podría pensar que estamos ante un juego de disparos y masacre sin miramientos. Es mucho más sutil, un Metal Gear o Hitman 2D consistente en acabar con los invitados sin ser vistos. La fiesta sigue su curso de manera normal, con decenas de personas deambulando por el piso, bailando en la pista central, vomitando, tomando un descanso o con parejas buscando un lugar íntimo. El protagonista dispone de un cuchillo, las trampas del entorno y su mala leche. El resto depende de nuestra creatividad y el humor negro.
El tipo de muerte más básico –aunque con la mayoría hay que currárselo más- consiste en esperar a que un despistado se aleje del bullicio y atacar fuera de la vista de mirones. En general siempre hay alguien con ganas de ir al baño o dar un paseo, momento que aprovechamos para cortar el cuello. Los cuerpos quedan en el suelo y tenemos dos opciones: esconderlos si hay cerca un lugar apropiado –que normalmente no es posible- o huir del lugar. Si otro invitado ve el asesinato, correrá a llamar a la policía, que llegará rápido y se acabará la partida sin remedio. Si sólo encuentran el cadáver, los agentes sacarán las bolsas negras pero se marchará sin más peligro para nosotros, siempre y cuando actuemos sin levantar sospecha.
Party Hard funciona bien porque hay decenas de individuos a los que controlar en un espacio reducido, y porque cada partida es diferente, su posición en la fiesta cambia. Lo divertido es que el juego usa un sistema semi-procedural con eventos aleatorios y diseños un poco alterados. Esto último, que hayamos comprobado, no modifica el mapa de los pisos, pero sí añade obstáculos –tipo altavoces, decoración…- y habitaciones que antes tenían una alfombra preparada para arder luego carecen de ella. No sabemos si eso dará mucho más incentivo para rejugar las fases por el simple hecho de mejorar las puntuaciones, pero sí que tras ser pillados por la policía la siguiente oportunidad será lo suficientemente distinta como para que no puedas automatizar lo que habías hecho anteriormente.
Si lo descrito no parece suficientemente interesante, destacamos dos aspectos que nos han gustado: la interactividad con el escenario y el comportamiento de la inteligencia artificial. Bien, tenemos un cuchillo, pero hay más maneras de matar en estas fiestas. ¿Un bidón de gasolina? Préndelo en una habitación cuando esté repleta de gente. ¿Una fuente eléctrica y un charco de agua? Fríe al incauto que pase por encima. Envenena el ponche, tira un árbol contra una ventana… en definitiva, puedes aprovechar la decoración para matar al momento o para dejar trampas con efecto retardado. Apenas hemos visto localizaciones, así que es difícil saber cuánta variedad de objetos y mapas ofrecerá la versión final, ni qué esconde cierto vendedor del mercado negro que permitirá comprar ítems.
Los ataques a gran escala causan pánico momentáneo –donde con suerte quizás caiga alguna muerte extra- y llamadas de alerta que funcionan parecido al de la policía o las ambulancias. Incendiar una habitación atrae a los bomberos, la aparición de drogas a la DEA que arrestará a quien se ponga por delante, y los casos de violencia, robos y demás, al equipo SWAT, agentes de seguridad y hasta soldados. Siempre que se arma revuelo, lo mejor es apartarse y pasar lo más inadvertidos posible hasta que la fiesta retome la normalidad y con eso, nuestros asesinatos en serie. El mejor consejo que podemos dar es tener paciencia, porque una mirada imprevista echaría a perder la jugada.
Cada tipo de personaje tiene cierta lógica. Las parejas suelen buscar lugares alejados, por tanto parecen un blanco fácil, pero también tienen a huir por pudor si nos ven cerca. Existe gente con diferente gusto a la hora de bailar, algo que el protagonista puede hacer para disimular en la pista o para provocar reacciones. Por ejemplo, hay a quien le gusta nuestro movimiento desgarbado y nos felicitarán, y a otros les parecerá incómodo, haciendo que se marchen –es una buena técnica para obligar a que cambien de habitación, dividir al grupo-. En el peor de los casos, habrá intolerantes que nos peguen un puñetazo sin más efecto que un ligero desmayo.
A falta de ver más contenido, como varios protagonistas –ignoramos en qué se diferencian-, apenas hay un par de aspectos que nos parecen mejorables. Uno es la música machacona, que recrea bien el ambiente de fiesta. El problema está en que durante las partidas más largas se vuelve muy repetitiva, sería preferible que el DJ cambiase de tema después de 5 o 10 minutos. Por otra parte, necesita un sistema de puntos de control en las fases con muchos fiesteros; acabar con más de 40 invitados es una tarea que lleva tiempo y un mínimo error te hará empezar de nuevo. Un juego como Hotline Miami gestionaba esto con los pisos, mientras que aquí no hay ningún seguro intermedio. Si la dificultad –no muy alta- no se dispara más adelante, apenas será una molestia.
Un aguafiestas muy sangriento
Sin hacer nada excesivamente tremendamente novedoso en lo jugable, la original idea de cancelar fiestas en un juego de sigilo y estrategia con la imprevisibilidad de cada partida hace de Party Hard uno de los títulos independientes que más nos ha gustado de los últimos meses. Puede que quede a un peldaño de ser rompedor, pero que hay calidad detrás es innegable.
La venganza es un plato que se toma frío y esos malditos vecinos recibirán pronto su merecido. El 25 de agosto te podrás desquitar de ellos de la manera más truculenta que imagines.