Análisis de Munin (PC, iPhone)
Muchas veces decimos que no hay semana en la que no salgan una buena ración de plataformas en 2D en Steam, un género cada vez más competido y en el que cuesta mucho destacar, y casi siempre estos llevan una buena ración de puzles, siendo géneros, el de los plataformas y los rompecabezas, que suelen combinar a la perfección. En este caso tenemos un juego de puzles puro, sin que los saltos sean importantes, de comerte la cabeza hasta extremos insospechados, y que imaginamos como de tantos otros títulos indie, que si hubiera salido hace unos años, hubiera tenido mucha más repercusión.
Pero el mercado está muy saturado de este tipo de juegos, y ya casi ninguno resulta fresco, novedoso u original, por muy bien que haga las cosas. Algo así es lo que le pasa a Munin, un modesto, correcto y bien diseñado juego de puzles creado por un pequeño estudio portugués, Gojira, y editado por Daedalic Entertainment, los alemanes expertos en aventuras gráficas, que ahora le están echando un mano a muchos estudios independientes. Con un par de teclas para mover al personaje y el ratón para saltar y girar el escenario, tenemos que ir resolviendo una serie de rompecabezas que van a poner a prueba nuestras neuronas.
Inspirado en la mitología nórdica, nos metemos en la piel de Munin el cuervo, fiel mensajero de Odín, a quien el dios Loki la ha despojado de sus alas y transformado en una joven mortal. Ahora sin poder volar, nuestra misión será atravesar los nueve mundos de Yggdrasil para reclamar sus plumas perdidas y volver a Asgard. Una premisa argumental que no va más allá de eso, ya que el juego no tiene ningún desarrollo argumental, y este contexto se utiliza solo para crear la ambientación, con un estilo artístico con bastante personalidad.
La jugabilidad, o mejor dicho, los controles, son muy sencillos. Con las teclas movemos al personaje, y podemos saltar tanto pulsando la barra espaciadora como el botón derecho del ratón. Es con este, moviendo un puntero y pulsando el botón izquierdo, como interactuamos con el escenario, rotándolo. Cada fase se desarrolla en una única estancia dividida en seis partes, que podemos girar en cuatro posiciones distintas. Con una única condición, que si estamos dentro de una cuadrícula, esta no se puede girar, y que a veces, al rotar una de estas partes, esta está vinculada a otra, que también giramos.
Haciendo esto tenemos que ir recogiendo todas las plumas de cada nivel, en un juego inflexible, en el que no hay objetivos secundarios, ni tiempos, puntuaciones o marcadores en línea. Hay que coger todas las plumas para pasar a la siguiente fase, ni una más ni una menos, lo que se convierte en un "pequeño" problema en los niveles más avanzados, en un juego de puzles que es bastante difícil. No hay un sistema de pistas y creemos que podían haber sido un poco más benévolos, dejándonos por ejemplo conseguir cuatro de las cinco plumas disponibles para pasar de nivel, y dejar esa quinta como un objetivo secundario. Pero no, todo el juego está diseñado para que el objetivo sea siempre recogerlas todas, y si te asustas con los grandes retos y temes quedarte atascado, este no es tu juego.
Con un primer mundo a modo de tutorial bastante fácil, perfecto para comprender de manera correcta las sencillas mecánicas, después de este se desbloquean tres mundos diferentes, que podemos completar en el orden que queramos, ir de uno a otro libremente, quedándose guardado en cada uno el progreso que hayamos tenido, las fases que hemos superado. En estos la dificultad ya se dispara, y eso que quedan otros cinco por conocer, todavía mucho más difíciles.
La diferencia entre unos mundos y otros, en un total de 81 fases, es que hay nuevos ingredientes, mecánicas distintas con las que tenemos que lidiar. La base siempre es la misma, mover al personaje, dar algún salto y rotar las seis partes del escenario para conseguir todas las plumas, pero a esto se le añaden multitud de trampas y objetos que hacen que en cada mundo las cosas cambien mucho, y se agradece muchísimo esta variedad jugable.
Por ejemplo, unas rocas enormes que nos pueden matar si nos impactan con suficiente fuerza, pero que también podemos empujar y utilizar para acceder a ciertos sitios, un mundo en el que el agua es protagonista, y tenemos que estar moviendo el líquido elemento para alcanzar determinados lugares, otro en el que hay unas esferas que activan unos interruptores, moviendo plataformas, o por ejemplo un peligroso mundo con fuego y lava, que nos mata al mínimo contacto.
Nuestro personaje es muy vulnerable, y basta con rozar unos pinchos o tocar alguno de los peligros para morir al instante, teniendo que empezar desde el principio la fase, ya que no hay puntos de control. Y esto a veces es un poco frustrante, ya que el control es bastante impreciso y un pelín tosco, y puede que ya hayamos recogido todas las plumas y ya en la última, por un pequeño error en el control del personaje, morir y tener que empezar desde el principio. Y fastidia, porque lo realmente difícil, el reto del juego, es saber la solución a los rompecabezas, y el control del personaje en el planteamiento jugable es algo secundario, que acaba siendo un escollo, más protagonista de lo que debería por un mal control.
Por lo demás como juego de puzles está muy bien diseñado, y a los fans del género sin ninguna duda les gustará, enganchándose a sus complicados rompecabezas. Hay fases más ingeniosas que otras, algo lógico teniendo en cuenta su generoso número, pero estas a partir de cierto momento, que no tarda mucho en llegar, son siempre complicadas, y te sientes reconfortado cada vez que te pasas una, porque nunca es fácil. Es una pena que la ambientación nórdica no se aproveche para algo más que decorar los escenarios, y si el control fuera más preciso y ágil, la experiencia sería más grata.
Sus creadores estiman unas 7 horas para completarlo, pero la verdad, o nosotros estamos un poco más torpes de lo normal por los calores del verano, o nos ha parecido que se puede tardar bastante más que eso en superarlo, ya que con alguna fase nos hemos tirado más de media hora tranquilamente. Los gráficos cumplen gracias a un correcto diseño artístico, bastante variado en gama cromática entre los diferentes mundos, y la música es acorde a la ambientación, con melodías de acompañamiento misteriosas y un tanto oscuras que no llegan a hacerse pesadas. Un apartado audiovisual que la verdad, nos ha parecido excesivamente "frío" e incluso hostil, pero sabemos que esto es algo totalmente objetivo, y habrá quien se sienta a gusto en su peculiar atmósfera.
Un buen juego de puzles
Sin ser demasiado sorprendente u original, y sin brillar demasiado en ningún apartado concreto, Munin es un correcto juego de puzles que encantará a los mayores aficionados al género, dado su elevada dificultad. Sin objetivos secundarios, sin pistas, sin modos de juego extra, simple y llanamente 81 fases que debemos superar, que nos pondrán a prueba hasta los límites de nuestra paciencia. A veces lo odiaras, otras lo amaras, y creemos que para conseguir esto, han tenido que hacer algo bastante bien sus creadores.