Análisis de Hatred (PC)

El debate de la violencia en los videojuegos lleva latente más de 20 años, y se reabre cada vez que se lanza un videojuego especialmente salvaje y violento, sobre todo si nos invita a matar a personas inocentes (acabar con la vida de miles de soldados no está mal visto). Empezó cuando los gráficos mejoraron lo suficiente como para ofrecer imágenes más o menos realistas, véase Wolfenstein 3D (1992), Mortal Kombat (1992) o Doom (1993) , y alcanzó su punto álgido en 1997, cuando se lanzaron nada más y nada menos que Grand Theft Auto, Carmageddon y Postal. Tres grandes juegos que coparon un montón de minutos en la televisión, con muchos "opinadores" preocupados por cómo este tipo de videojuegos podían estar influyendo en la mente de los más jóvenes.

Hay mucha hipocresía al respecto, tanto o más violencia se muestra en el cine y en los propios informativos (mucho peor esta, ya que no es ficción), pero lo que diferencia a los videojuegos de otras formas de expresión cultural es que se trata de una experiencia interactiva, que nos haga partícipes de lo que está ocurriendo en pantalla, convirtiéndonos en asesinos virtuales. Por más estudios que se han hecho, todavía no queda muy claro hasta qué punto este tipo de violencia puede influir en la mente de ciertas personas, y es sin duda un tema muy interesante y polémica, del que hay mucho que hablar y debatir.

Toda esta introducción viene para poner en contexto a Hatred, el primer trabajo del estudio polaco Destructive Creations, un juego que ha generado polémica desde que se anunció, debido a su planteamiento. Encarnamos a un asesino lleno de odio y resentimiento hacia la humanidad (ni siquiera conocemos los motivos), y nuestro objetivo es acabar con la vida del mayor número posible de inocentes, un planteamiento similar a lo que ofreció Postal en 1997. Primero fue Epic Games quien no quiso que su motor gráfico (Unreal Engine 4) fuera mencionado en la publicidad del juego, luego Valve que lo eliminó de Steam Greenlight, para después dar marcha atrás, y finalmente GOG, la tienda online de CD Projekt, que ha decidido no venderlo.

Demasiado ruido para un videojuego de acción mediocre, al que su estrategia de generar polémica le ha salido bastante bien, ya que en las primeras horas tras ponerse a la venta ha conseguido situarse número uno de ventas en Steam.

No sabemos hasta qué punto sus creadores han tenido inquietudes artística o económicas a la hora de encarar este proyecto, pero lo cierto es que tampoco es un mal juego y una chapuza para sacar dinero, y tiene algunos puntos destacables, como su potente apartado visual y la lograda destrucción de los escenarios. Lo que le salva un poco de la quema, ya que por lo demás no hace nada demasiado bien.

Un día de furia

La diferencia de Hatred con otros videojuegos ultraviolentos, es que se toma demasiado en serio, y si produce humor, es de manera involuntaria. Casi todo los juegos en los que podemos matar civiles suelen poner una "barrera de protección" entre su propuesta y el jugador, ya sea a través del humor y la sátira, con una justificación argumental, o con un estilo gráfico caricaturesco o minimalista, que alivia el impacto de las imágenes que está ofreciendo.

En Hatred no se andan con rodeos, y controlamos a un tipo de aspecto terrorífico al que un día se le cruzan los cables y decide salir a la calle armado hasta los dientes para matar al mayor número posible de personas, hasta que alguien consiga pararle los pies. ¿La justificación? Ninguna, odia mucho a la humanidad y no sabemos por qué, y se comporta como si de un niño enrabietado se tratase, al que le han dejado sin postre y decide enfadarse y no respirar, solo que aquí con funestas consecuencias para todo el que se cruza en su camino.

Algo que quizás sería más llevadero si no fuera porque este personaje no deja de soltar estúpidas frases de odio, recreándose en lo que está haciendo, convirtiendo algo desagradable y grotesco en por momentos algo humorístico, de manera involuntaria. Para que os hagáis una idea funciona de manera parecida a los comentarios que sueltan los protagonistas de algunos juegos de 3D Realms, como Duke Nukem 3D, pero aquí en vez de ser graciosos son frases para recordarnos lo duro que es nuestro protagonista, lo trastornado que está, y cuánto odia a la humanidad, como si eso justificara de alguna manera lo que está haciendo. A lo mejor hay un extraño, retorcido y oculto humor en Hatred, pero nosotros no lo hemos pillado.

En lo jugable se trata de una aventura de acción en perspectiva isométrica, que también podríamos considerar un twin-stick shooter, y nuestro objetivo en unos escenarios bastante abiertos es acabar con la vida de un número de inocentes, para después escapar de allí. Con pistolas, rifles, escopetas e incluso explosivos, vamos asesinando a la gente que nos encontramos por unos entornos en un principio residenciales, y en cuanto cometemos los primeros asesinatos empieza a llegar la policía, que nos planta cara con sus armas. La cosa se complica cuando llegan los SWAT e incluso el ejército, y el juego nos invita de manera sorpréndete a ser cobardes, ya que nuestro objetivo es acabar con el mayor número de vidas, y nos recomienda que a veces es mejor huir de estas amenazas, para seguir matando inocentes.

En estos escenarios abiertos nos dan total libertad a la hora de elegir por dónde vamos dejando un reguero de muerte y destrucción, pero a veces hay unos objetivos secundarios que de manera inteligente sirven de puntos de control. Por ejemplo irrumpir en una fiesta y acabar con todos, o asaltar un complejo fúnebre, y si realizamos uno de estos objetivos no tendremos que empezar desde el principio si nos matan. Eso sí las reapariciones son limitadas, tres por nivel, y estamos ante un juego bastante difícil, en el que nos llegamos a enfrentar a un abundante número de policías, y la mejor munición escasea. De hecho debemos administrarla, guardar lo más potente como las balas de los rifles y las granadas y cócteles molotov para los enemigos armados, y usar el armamento más abundante y menos efectivo para matar a la gente indefensa, que apenas ofrece resistencia.

La manera de recuperar vida es uno de los elementos más polémicos del juego: ejecutando a gente herida e indefensa en el suelo. Aquí es donde sus responsables se han recreado, y las ejecuciones son bastante variadas, algunas especialmente salvajes, sobre todo aquellas protagonizadas por el cuchillo. Son aleatorias, nosotros no las decidimos, y no siempre se muestran con una cinemática, para no ralentizar en exceso el ritmo de juego. Por ejemplo si estamos mal de vida a veces conviene pegar una patada a un policía, tirarlo al suelo, y ejecutarlo, recuperando toda la vitalidad.

Dejando a un lado su violencia desmedida y gratuita y lo polémico de su planteamiento jugable, lo que propone no está mal y funciona por momentos, aunque se acaba haciendo repetitivo y tedioso, y eso que no es un juego demasiado largo. Hay algún momento interesante que aporta variedad, como una fase en un tren, o el hecho de poder conducir un vehículo, pero el control en la conducción es un verdadero desastre y no funciona, y estos momentos que se salen de la norma acaban siendo la excepción. Un juego puede ser aparentemente repetitivo y ofrecer las mismas mecánicas del principio hasta el final (véase Hotline Miami), pero a través de un gran diseño apañárselas para mantenerte siempre entretenido y sorprendido. Hay muchos detalles que hacen que no termine de funcionar Hatred, pese a que el núcleo jugable en los primeros minutos pueda parecer sólido.

La manera de correr apretando el stick izquierdo no termina de funcionar bien (habitual en los shooter en primera persona, pero mal implementado aquí), algo que tenemos que utilizar también para saltar obstáculos. La cámara se sitúa mal, no es inteligente a la hora de moverse, y debería dar más ángulo de visión hacia la zona que estamos mirando, lo que nos obliga constantemente a usar el botón de apuntar para ver qué tenemos delante. El botón de cambiar arma y de ejecutar es el mismo, por lo que a veces cambiaremos de arma involuntariamente, y son pequeños pero abundante defectos, que acaban molestando más de la cuenta.

Lo que acaba de romper la experiencia del todo es una inteligencia artificial absurda, en la que la gente se mueve sin sentido y viene corriendo hacia ti, un tarado que está asesinando a cientos de personas a su alrededor. También hay unos cuantos glitches que no ayudan demasiado, en las animaciones o en el hecho sorprendente de que puedas coger objetos a través de las paredes… Y un protagonista que se va quedando atascado en diversos elementos de los escenarios, haciendo que la acción en interiores sea algo muy torpe.

Finalmente lo mejor del juego son sus gráficos, con un estilo artístico arriesgado pero que funciona muy bien. Imágenes en blanco y negro que solo muestran algunos elementos de color, como el rojo de la sangre o el naranja del fuego, ofreciendo una detallada y muy lograda destrucción de los escenarios, gracias al Unreal Engine 4. Las cinemáticas de las ejecuciones aunque de lo salvajes que son a veces llegan a resultar hasta desagradables, hay que reconocer que son muy espectaculares y están muy bien hechas, gracias también a una buena iluminación, que da un gran toque de realismo. Del sonido no hay nada que decir, pasa completamente desapercibido, excepto la macarra voz del protagonista, y un juego de acción desenfrenada como este pedía a gritos una banda sonora muy cañera, que estuviera a la altura.

Generar polémica como razón de ser

Si sus creadores querían que su juego llamase la atención, lo han conseguido, aunque a diferencia de otros títulos muy polémicos (Carmageddon, Postal, Grand Theft Auto, Manhunt), este no es un gran juego, por multitud de motivos. Corto, repetitivo y poco pulido, solo si te gusta mucho la acción isométrica, y que además ofrezca un gran reto (en los dos niveles de dificultad superiores, Hatred puede llegar a ser muy difícil), te lo recomendaríamos. Si te quieres desahogar al llegar a casa del trabajo y pasar un rato entretenido matando a centenares de inocentes Hatred también puede funcionar, pero tienes que saber que se ha quedado en poco más que una curiosa anécdota, y hay muchos y mejores videojuegos violentos con los que pasar el tiempo, tanto en la forma como en el fondo.