Análisis de Gravity Ghost (PC)

Ya hemos hablado de Erin Robinson más de una vez en la sección indiespensable de esta santa casa, pero por si acaso alguien ha estado despistado, lo volveremos a hacer. Desarrolladora con varios títulos a sus espaldas, colaboradora habitual con otros estudios, y además persona de la industria, de manera que no es extraño verla presentando eventos o galas.
Es innegable su talento, algo que ya hemos podido comprobar el títulos como Puzle Bots o Emerald City Confidential, entre otros. Pero ahora se enfrenta a algo completamente distinto, que es un juego de plataformas - habilidad, en lugar de ejercicios de pura reflexión.
Gravity Ghost nos pone en la piel de Iona, una chica que tras convertirse se lanza a encontrarse con su amigo, el zorro, en medio de la galaxia. Todo el juego es, en si mismo, una metáfora de la superación de una pérdida, así que no os debéis asustar si os digo que el argumento es bastante profundo, pero en lugar de ser concreto juega bastante con la abstracción y la imaginación del jugador para rellenar los huecos que va dejando.
Por desgracia, a día de hoy sólo está en inglés, de manera que o domináis este idioma u os perderéis parte de la gracia del juego.
Porque la otra, la de puro juego, es realmente entretenida. Para que nos entendamos, es una variación del típico juego de móviles donde se juega con la gravedad. No os asustéis, porque es una variedad muy agradecida. Como os hemos dicho, Gravity Ghost es un juego de plataformas, donde podremos saltar para que nuestra protagonista se pueda desligar del planeta, asteroide o espacio en el que se encuentre, y a partir de ahí poder llegar a otra zona de la pantalla.

Mientras no estemos con los pies firmemente posicionados sobre el suelo nuestra protagonista pululará por el espacio siguiendo la ley de la gravedad, con la posibilidad que la guiemos moviendonos a izquierda y derecha, lo que nos permitirá, con cierta habilidad, acabar en las zonas del mapeado que queremos.
Durante la partida nos encontraremos con varias maneras de progresión por parte del juego. La primera son las habilidades que irá consiguiendo Iona, de manera que nuestra navegación por esa galaxia onírica que ha realizado Erin Robinson cada vez será más cómoda. Nada más empezar el juego ganaremos la posibilidad de acelerar volviendo a tierra, para posteriormente adquirir habilidades como el planeo, el doble salto, atraer objetos, un movimiento de carga, etcétera.

Y lo mismo ocurre con una habilidad muy especial que dota de mucha frescura a este videojuego, y más de la manera que lo hace: Terraformar.
Y es que a diferencia de lo que estamos acostumbrados, aquí manipularemos la tierra (o los diferentes espacios donde nos encontremos) de una manera muy sencilla, totalmente alejada de esos intentos de editores de mapas en tres dimensiones que normalmente aparecen en los videojuegos que tienen esta característica. Terraformar aquí significa que podemos seleccionar un elemento, y dar vueltas alrededor de un planeta, para convertirlo en ese elemento. Aparecerán unos objetos que nos darán la pista de que estamos avanzando en el camino de convertir ese planeta en el elemento que hemos decidido, y al finalizar ese proceso el planeta se habrá convertido al elemento deseado.
Para ello, el pelo de Iona debe ser lo suficientemente largo como para poder envolver el planeta. Si no, tenemos que volver atrás y conseguir más pétalos que se encuentran diseminados por todo el juego.
Los elementos de la terraformación juegan un papel fundamental en la partida. Por ejemplo, el agua nos permite que un planeta sea atravesable, el fuego hace que nos repela, y la tierra que podamos hacer sólido un planeta.

Gracias a esta combinación de elementos, y a un montón de otros objetos que encontraremos durante el desarrollo de la partida, el juego cuenta con una grandísima gama de posibilidades para crear jugabilidades. Al principio todo será muy sencillo (salta, coge la estrella, vuelve a la puerta, siguiente pantalla), pero poco a poco se irá complicando, llegando al punto más elevado cuando la pantalla sea especial, ya sea tener que recuperar un cuerpo o alma perdida, encontrar una nueva habilidad, o sobre todo, superar el reto de un guardián.
Porque el juego esta dividido en 6 constelaciones, y cada una de esas constelaciones tiene un guardián, en forma de un animal que nos ofrecerá una prueba, un consejo y un elemento que llevaremos con nosotros a partir de ese momento. Conforme el juego avance se irá haciendo cada vez más difícil, pero en ningún caso es un juego imposible, y de hecho no podemos morir nunca.

Como véis, a nivel jugable es un título que no sólo es entretenido, sino que además pertenece a esa clase de juegos independientes que apuestan por la originalidad, y sobre todo, por la personalidad de su autor (en este caso autora) como bandera. Podemos, como he hecho en un par de ocasiones, compararlos con un título o un género en concreto, pero realmente es innegable que tenemos que concederle que no hay ningún juego exactamente como éste.
Y a todo esto tenemos que añadirle unos aspectos artísticos y sonoros muy destacables. La música corre a cargo de Ben Prunty, un músico que tal vez no sea demasiado conocido, pero es el encargado de ponerle sonido a juegos tan destacables como FTL, Scale o Star Crawlers. Os puedo decir que ha realizado un gran trabajo, y si bien no es una música que se nos queda en la cabeza para siempre, durante el juego ambienta muy bien la partida, y crea un espacio de relajación y disfrute para el jugador.

Y lo mismo podemos decir del arte, creado por Erin, como es de esperar. Evidentemente, los jugadores que sólo esperen gráficos hiperrealistas o modelados llenos de polígonos que pongan al límite sus nuevas tarjetas gráficas se quedarán decepcionados, pero hasta ellos deberán reconocer que hay momentos de una gran belleza plástica mientras avanzamos por la historia de Iona.
En resumen, Gravity Ghost es una agradable sorpresa en el espacio de los juegos independientes, y un título recomendable para todo el mundo. No es violento, tiene una historia interesante, es muy agradable de jugar, ver y oir, y además hace lo más difícil de todo: innovar. Si tenéis tiempo, yo no perdería la oportunidad de disfrutar la historia de Iona.

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