Análisis de Soul Bubbles (NDS)
Crea la suave brisa que acompaña a las burbujas hasta el final del camino.
Daniel Escandell ·
Actualizado: 21:31 17/8/2020
GRÁFICOS
8
SONIDO
8
NOTA
9
DIVERSIÓN
9
JUGABILIDAD
9.5
Análisis de versión NDS.
De vez en cuando llegan al mercado juegos que seguramente pasamos por alto, títulos que no vienen con el nombre de una saga bajo el brazo, o que no han sido rubricados por algún grupo o personaje de la industria del videojuego que sea popular, y Soul Bubbles tiene todas las cartas en su mano para entrar en esa lista de juegos que son grandes desconocidos y que, sin embargo, esconden virtudes fantásticas.
Partiendo de un aspecto desenfadado y bastante humorístico, que se ve reforzado por una acertada traducción sin complejos para una trama que se basa en darnos las excusas justas para disfrutar, muy a lo arcade, el juego va a ir formándose ante nosotros de manera limpia. Controlaremos a una suerte de espíritu que puede soplar burbujas, con el único y sano objetivo de llegar hasta la meta. Y nosotros no controlamos a la burbuja, sino al bufido, con el que hay que ir impulsando la burbuja, superar corrientes de aire, y, en definitiva, toda una serie de obstáculos por entornos cada vez más enrevesados. Además, mientras lo hacemos, hay que ir recogiendo unos puntitos brillantes (a ser posible, todos los que hay en cada nivel).
Muchas veces hemos defendido que en este tipo de juegos, tanto si son puzles como si son arcades, es importante que la mecánica base se pueda explicar de manera sencilla, y entendemos que Soul Bubbles cumple sobradamente con esa premisa. Eso significa que la manera de jugarlo es accesible, y por tanto la diversión está garantizada desde un primer momento. Bueno, eso siempre y cuando sus cualidades luego sean de calidad. Pero por eso no hay que temer. Además, en cierto modo la verdad es que nos recuerda un poco a un arcade tan soberbio como la saga Super Monkey Ball, quizás por lo de llevar una esfera, y no tener control sobre ella en realidad, y además ir recogiendo elementos en cada fase. Pero no nos entendáis mal: no es que no sea original, o que se juegue de esa misma manera; ni mucho menos. Y, de hecho, no puede haber mejor inspiración.
La puesta en práctica, de todos modos, es muy diferente: en Monkey Ball modificamos la inclinación de los escenarios, y con eso la física mueve la bola. Aquí, controlamos la dirección de los bufidos del pequeño espíritu (que no deja de ser poco más que una representación gráfica del cursor, e incluso sólo aparece en pantalla mientras la tocamos con el stylus). A Soul Bubbles habrá que añadirle ciertos elementos de puzle, que al principio apenas serán perceptibles. Pero es que si el juego empieza como un título de habilidad pura, su suave curva de dificultad va introduciendo cada vez más obstáculos, forzando al jugador a buscar la manera de solucionarlos y conseguir llegar a meta por la ruta óptima al tiempo que recogemos todos los elementos que hay en pantalla.
Todo eso se hace con el control táctil (bueno, en algún momento habrá que soplar, pero no temáis: nadie va a desmayarse por andar soplando todo el rato, y lo más destacado en este sentido está muy al principio del juego), que responde con una fiabilidad envidiable. De una manera muy intuitiva aprenderemos no sólo a soplar en la dirección deseada, sino también a controlar la potencia. Esto será algo a tener en cuenta, ya que un gran bufido puede dar un fuerte impulso, pero es imposible que sea constante, pues habrá que parar y tomar aire. Así que cuando tenemos corrientes en contra, ¿qué hacer? ¿Un soplido fuerte como nunca? ¿O uno constante pero más débil? Esto al principio no es que sea muy importante, pero cuando empieza a complicarse la cosa, este tipo de cuestiones pueden darnos la clave para seguir avanzando.
En el desarrollo contaremos con diversas máscaras, que nos otorgarán diferentes poderes especiales. Por ejemplo, el título nos introduce en el mismo tutorial la habilidad de cortar con un simple trazo, lo que se hace con modificadores que se introducen a través de la pulsación de las direcciones de la cruceta digital (o, si somos zurdos, con los botones frontales del otro lado de la consola). Con esa habilidad, por ejemplo, podemos dividir nuestra burbuja en otras más pequeñas para pasar por huecos mínimos y, por supuesto, volver a unirlas es igual de sencillo. Además, y para que no haya dudas, al pulsar una dirección de la cruceta digital, en la pantalla superior, donde tenemos el mapa del escenario, se nos indica cómo emplear ese poder: es imposible equivocarse, y resulta muy accesible y funcional.
Cuando rompemos la burbuja en otras más pequeñas, la verdad es que es posible que se nos quede por ahí perdido algún cacho, pero no habrá problemas. Bastará con pulsar la dirección inferior en la cruceta, con lo que la pantalla superior pasa a la táctil y podemos recolocar la pantalla donde deseemos al pulsar sobre la zona apropiada. Pero no debemos preocuparnos, pues es imposible perder del todo una burbuja, pues el mapa nos indica siempre su posición. Del mismo modo, si es necesario, con estos poderes adicionales también podremos interactuar con el escenario para, por ejemplo, cortar vegetación que no nos deje avanzar, o bien eliminar a enemigos.
De todos modos, también podemos mover la pantalla pulsando en los bordes de ésta, si nos resulta más cómodo, y es que está claro que se ha puesto muchísima atención al sistema de control, construyendo un sistema plenamente intuitivo que no debe engañarnos: pese a su simpleza, estamos ante un juego con muchas posibilidades jugables.
Su estructura de fases hace que el juego resulte ligero, favoreciendo mucho el desarrollo de partidas cortas sin perder nuestro progreso, lo que se adapta de manera muy natural al tipo de partidas típicas de una consola portátil. Y es que pasados los tres niveles iniciales que sirven de tutorial, y tras los que recibimos el título de “cuidadorâ€, el juego pasa a estructurarse en una serie de docenas de fases. Antes de dar ese paso, conseguiremos los últimos poderes que vamos a necesitar en el juego: una máscara de pájaro que nos permite crear nuevas burbujas, y la de elefenta, que nos permite desinflarlas o hacerlas estallar. Con eso, tenemos cubiertas todas nuestras posibilidades de juego que van a variar, como se puede intuir fácilmente, según tengamos que manejar una o más burbujas, con todo lo que ello conlleva. La acertada combinación de esas posibilidades nos abrirá huecos imposibles, permitirá superar enfrentamientos contra los enemigos, y demás.
El componente de exploración para conseguir llegar a todos los huecos de los escenarios combinando las múltiples habilidades de control sobre las burbujas es esencial para ir recogiendo todos los elementos que hay en cada fase, lo que es importante para, llegado el momento, conseguir el acceso al último y definitivo mundo. La verdad es que en el tutorial es fácil conseguir recogerlos todos, al igual que en los primeros mundos, pero luego la cosa va haciéndose cada vez más complicada. Conseguir el cien por cien será un importante incentivo para la rejugabilidad del título, aunque sería de agradecer que se hubiese insistido un poco más en la importancia de recoger todo el polvo que hay en las fases, por mucho que se intuya. Del mismo modo, es importante recuperar a una cantidad mínima de espíritus en cada mundo (al menos una quincena) antes de poder pasar al siguiente, haciendo que el desarrollo sea progresivo pero no necesariamente lineal.
De esta manera, cuando encontremos una fase que se nos haga muy cuesta arriba, ya sea porque se juntan elementos y se nos hace difícil de superar, como unos pinchos, un poco de fuego y varios enemigos, basta con pasar a otra fase y ya volveremos más tarde a ésa. Y es que para todos esos peligros habrá que encontrar la manera más apropiada de interactuar con el entorno, lo que puede requerir en ocasiones un poco de imaginación e ingenio y no sólo la simple localización de los elementos necesarios. Es ahí donde surgen los principales elementos de puzle, en hacernos pensar cómo superar esos peligros, y, también, en interactuar con las circunstancias especiales de los escenarios, como diferentes gases (ligeros o pesados) e interruptores, lo que influirá en la creación de burbujas y, claro, en su comportamiento para poder activar esos dichosos interruptores o superar obstáculos concretos.
Y es que, llegado cierto momento en el juego, empezará a ser conveniente estudiar bien los entornos antes de ponernos de lleno en la faena para ver cómo plantear los retos propuestos, ya que hacerlo en una secuencia inapropiada puede abocarnos al fracaso. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la progresión de la dificultad es suave, muy bien llevada, y no presenta escalones para el jugador, por lo que toda la experiencia resulta agradable, aunque en ciertos momentos podamos quedarnos atascados. Y es que aunque los primeros mundos son muy sencillos, su curva de dificultad progresiva, constante e implacable hace que superar con éxito los últimos mundos ya sea cosa de tesón, paciencia y mucha habilidad.
Soul Bubbles se ha construido con un apartado técnico sencillo que se sustenta muy especialmente en entornos bidimensionales pero con un estilo visual que encandila. Su ambientación en la naturaleza dota de una vida muy especial a todos los escenarios, con un aspecto casi orgánico, donde el cuidado trabajo artístico se impone sobre un apartado técnico que parece sencillo, pero que esconde estupendas deformaciones y animaciones para las burbujas, una física cuidada, y, en definitiva, un aspecto sólido y muy consistente. La música mantiene esa línea, ambiental, acompañando todo el rato a la acción pero sin inmiscuirse en ella. Echamos en falta algunas voces, que hubiesen sido la puntilla perfecta para la presentación, pero salvo eso, cumple con creces en todos sus aspectos.
Conclusiones
Con un buen humor que se intuye desde el mismísimo mensaje de advertencia del juego, pasando por todo su planteamiento, Soul Bubbles es un juego con encanto, uno de esos títulos que maravillan por su espíritu, como Patapon o LostWinds, juegos donde lo artístico vuelve a cobrar importancia por encima del virtuosismo técnico. Suave y complaciente al principio, empieza a desvelar la crueldad de sus diseñadores superado la mitad de su desarrollo, cuando el jugador empezará a ser consciente de que todo se ha ido complicando poco a poco para llegar, finalmente, a una recta final compleja pero satisfactoria una vez logramos ver los créditos finales. Y todo ello con un desarrollo siempre atractivo que nos atrapa y transporta a este mundo mágico.
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