Análisis de Etrian Odyssey (NDS)
Es posible que haya quien se haya olvidado ya de este Etrian Odyssey que nos ocupa, y es que el juego salió hace más de un año en otros mercados, como, por desgracia, sigue pasando con muchos títulos de rol en su viaje hacia Europa. Pero nunca es tarde si la dicha es bueno, y la verdad es que este título tiene unas buenas virtudes que le sirven como carta de presentación.
Se trata de un juego con sabor añejo completamente deliberado, simple en su trazo gráfico y tan directo y honesto en su desarrollo como los juegos del género de hace más de una década, convirtiéndose en una experiencia poco común hoy en día.
Sin embargo, la que es su principal virtud puede ser también uno de sus mayores inconvenientes, ya que es posible que resulte demasiado tosco en su desarrollo para parte del público.
De esta manera, lo cierto es que nos encontramos ante un juego de rol que parece destinado a un colectivo bastante reducido de usuarios, quienes sabrán apreciar todas sus virtudes y ese estilo "a la antigua" que le impregna por completo, pero el resto del público puede no entender ese estilo que hace que el juego pueda convertirse en una pequeña cuesta arriba por su estilo, desarrollo y, también, dificultad.
Todo en este juego gira en torno a la exploración de mazmorras, cuevas y sitios lúgubres y afines, con una historia muy reducida y llena de tópicos que apenas nos sitúa en el papel del clásico joven héroe, aventurero, que ansía conseguir fama a base de explorar los entornos de su aldea, tremendamente laberínticos y peligrosos, profundizando cada vez más en las oscuras profundidades que esconden los diferentes entornos del título. Los diferentes lugares que vamos a visitar, como los personajes, se muestran en pantalla un tanto genéricos y repetitivos mientras avanzamos por las diferentes zonas del juego.
Desde luego, cuando se presentan los personajes y enemigos ya en formato de ilustración la cosa luce mucho mejor, y aporta un aspecto mucho mejor, pero la verdad es que tanto a nivel técnico como artístico el juego se mantiene en un nivel muy básico. Si le añadimos el hecho de que la pantalla de abajo es completamente esquemática (aunque útil, con el mapa de la zona, las señalizaciones más importantes, y el menú), la verdad es que Etrian Odyssey se muestra ante nosotros, ya lo hemos dicho, como un juego algo tosco y feote.
Todo eso se compensa con su experiencia de juego, que nos permite crear tantos personajes como deseemos para nuestro grupo de héroes, siempre y cuando sepamos administrar nuestro dinero, claro. Esto es importante porque podemos formar un grupo de aventureros de hasta cinco personajes, y será importante que esté equilibrado, pero para eso habrá que invertir, por lo que hay que ir buscando un cuidado equilibrio entre volumen de personajes, inversión en estos, y ampliación del equipo (además de ir ahorrando para recuperar a los caídos en batalla, lo que es costoso). Esto se plantea, además, con una amplia libertad para el juador, lo que es magnífico para los más avezados, pero puede resultar tremendamente confuso si no somos habituales al género o no nos apetece leer con atención las instrucciones. Si le añadimos que el juego es exigente casi desde el principio, con una curva de dificultad –además- bastante acentuada, lo que nos encontramos es con un juego de rol que puede llegar a exasperar si no sabemos muy bien lo que va a ofrecernos.
En ese sistema de libertad absoluta concedida al jugador el dinero debe administrarse igualmente para ir consiguiendo el equipamiento necesario para los diferentes personajes que vayamos creando, de manera que podamos potenciar sus habilidades y, claro, también suplir sus carencias para conseguir un sistema equilibrado en los diferentes miembros que nos acompañarán en las rutas de exploración que tracemos. Pero hay que tener en cuenta un elemento fundamental: el juego no hace nada de manera automática, precisando la interactuación del jugador para absolutamente todo, lo que nos ofrece una gestión pormenorizada de todos estos elementos. A nosotros nos gusta, pero debemos insistir en que puede ser muy difícil si no tenemos mucha experiencia en otros juegos del género.
Y es que, en realidad, la gran carencia de Etrian Odyssey es no haberse planteado la necesidad de un sistema de entrenamiento para el jugador, un tutorial bien desarrollado, cuidado y extensivo que permita dominar todos los elementos a tener en cuenta, que son muchos y muy variados para, después meternos en faena con una dificultad progresiva mucho mejor diseñada, sin tirones en su diseño. Si los programadores hubiesen tenido esos elementos en consideración, más allá de que técnicamente pueda seguir siendo un juego un poco simplón, tendríamos un título excelente capaz de mostrar sus virtudes a un sector mucho más amplio de jugadores.
En cualquier caso, cuando nos metemos en faena, el concepto de explorar se lleva al máximo, y debemos interactuar con el mapa en la pantalla táctil muy a menudo para ir señalando absolutamente todo lo que nos encontremos: trampas, enemigos, y, en definitiva, la totalidad de elementos que haya en el entorno para ir construyendo nuestro mapa de los laberintos. Todo esto se hace de manera fácil, arrastrando los iconos con el stylus desde la lista de la derecha. No nos podemos descuidar a la hora de hacer esta tarea, pues buena parte de la clave par conseguir triunfar en el juego es marcar bien los elementos para poder eludirlos o encontrarlos cuando sea necesario, entre otras razones porque no sólo hay que explorar, sino también poder deshacer el camino hasta el lugar seguro que es nuestro hogar... único sitio en el que se puede salvar la partida, todo sea dicho.
Cuando estamos en esos entornos laberínticos, la sensación de desorientación (pero también la de inmersión) es muy intensa debido a que se ha planteado una perspectiva en 3D de formato subjetivo, moviéndonos paso a paso con la cruceta digital. Como vemos, el sistema es muy clásico y nos recuerda a muchos juegos veteranos de los ordenadores de 8 bits. Del mismo modo, las batallas son aleatorias y dinámicas y, potencialmente, cada paso que damos modifica los diferentes parámetros de los enemigos.
Eso sí, las luchas contra las criaturas de los laberintos dan el paso a una lucha por turnos muy característica de los juegos de rol. Se mantiene la perspectiva en primera persona, suavizando la transición entre ambos elementos jugables, y habrá que tener en cuenta los personajes que llevamos a la hora de plantear los enfrentamientos contra esos bichos, ya que hay que tener en consideración la clase de los miembros de nuestro equipo, así como sus cualidades y habilidades. Los personajes se colocan en dos líneas, que forman como dos conjuntos semiindependientes, lo que aporta un componente estratégico adicional.
Pero no hay que dejarse engañar por el hecho de que el título apueste por una presentación en primera persona con gráficos tridimensionales, ya que pese a eso la resolución es escasa (se percibe una notable pixelación), y todo resulta muy estático, con pocos cuadros de animación y escenarios que resultan inertes. Tampoco es que se vea realmente mal, pero se nota que el juego no es puntero y que, además, ha pasado todo un año (más, pues en Japón se lanzó en enero de 2007), lo que juega en su contra. Del mismo modo, la música tampoco es impresionante, sí consigue formar una atmósfera apta al mundo de fantasía y exploración que traza el juego, aunque en ese campo los efectos de sonido son repetitivos y abiertamente deficientes.