Análisis de Diddy Kong Racing DS (NDS)
Es innegable que si hablamos de Nintendo64, uno de los nombres que saldría a relucir sería Rare, ya que su fue una de las compañías más ligadas a la desaparecida consola de Nintendo. Por aquel entonces, la compañía británica pertenecía a la gran N y programaba para ella en exclusiva (situación similar a la que actualmente vive la compañía inglesa con Microsoft). Famosos eran los retrasos que sufrían sus juegos, pero aún más famosos eran los impresionante resultados. Uno de los títulos que con los que esta compañía obsequió a los usuarios de Nintendo64 fue Diddy Kong Racing, que venía a cubrir los deseos de aquellos que no habían tenido suficiente con Mario Kart 64. Sin embargo, lo cierto es que no se quedaba simplemente en una revisión del juego de Nintendo variando sustancialmente su planteamiento. Todo esto ocurrió en el año 1997 y ahora, diez años después, Rare vuelve a traernos su juego de carreras, pero esta vez para Nintendo DS.
Diddy Kong Racing DS es básicamente el mismo juego que nos encontramos en Nintendo 64 con algunos añadidos que lo harán aún más largo y variado. Como en su primera versión, aquí tendremos distintos modos de juego, siendo el más importante el modo aventura, bastante diferente a lo que nos ofrece cualquiera de los modos de Mario Kart. Además de este, tendremos los típicos modos de contrarreloj o multijugador, quedando los torneos relegados a un añadido dentro del modo principal que tendremos que desbloquear antes de poder disfrutarlos.
El sistema de juego es similar a otros juegos de la misma temática: nuestro personaje tendrá que enfrentarse a otros siete corredores con el objetivo de llegar primero a la meta. Para conseguirlo podrá hacer uso de objetos que le permitirán atacar a sus oponentes. Al contrario que en el título de Nintendo, aquí los objetos no los recogeremos al azar, sino que sabremos, por el color del globo que elijamos, que tipo de potenciador será, acumulándose sus efectos cuantos más globos del mismo color cojamos, hasta un máximo de tres. Así, podremos lanzar misiles, usar un turbo, dejar una mancha de aceite, cubrirnos con un escudo protector o acercarnos al coche que tengamos delante mediante un imán. Esto le da un componente más estratégico, aunque quizás disminuye la diversión al no tener que adaptarte al objeto que te ha tocado de forma aleatoria.
Sin duda, el modo principal es el modo aventura, que nos permite elegir entre un total de doce corredores, de los que sólo ocho estarán disponibles desde un principio. Aquí encontraremos la primera diferencia respecto a la versión de Nintendo64, y es que los personajes que son propiedad de Rare, como Banjo o Conker han sido sustituidos por miembros de la familia Kong. Tras elegir a nuestro personaje, que no podremos cambiar durante el modo aventura, nos contarán que el malvado Wizpig tiene atemorizada a la isla donde viven los amigos de Diddy, por lo que este tendrá que ir a ayudarlos. Empezaremos nuestras andazas en un mundo central, donde un elefante vestido de genio nos enseñará lo más básico y nos retará a una carrera. Tras esto, tendremos la posibilidad de explorar y descubrir que el mundo central conecta con otros mundos más pequeños, a través de los cuales podremos acceder a los distintos circuitos. Además, a través de este personaje podremos adquirir nuevos vehículos, lo que nos dará un total de tres: kart, avioneta y aerodeslizador.
Una vez en uno de estos mundos, que por cierto, son temáticos, y entrar en una de las carreras, descubriremos que en este primer mundo es prácticamente imposible perder, algo que vendrá bien a los jugadores más inexpertos para amoldarse al control y conseguir los primeros globos, que nos permitirán acceder a nuevos circuitos. Cuando hayamos ganado en todos los circuitos de un mundo (hay cuatro pistas en cada uno) deberemos enfrentarnos a un jefe que nos retará a una carrera. Desde luego vencer a estos jefes no será fácil y requerirá de todo nuestro esfuerzo, ya que todos son duros de pelar. Tras haber ganado por primera vez al enemigo final correspondiente, deberemos volver a pasarnos todos los circuitos, esta vez montados en una alfombra y con una vista en primera persona.
En este modo, nuestro objetivo será ir pinchando con nuestro puntero todos los globos que aparezcan en pantalla y de paso recolectar las monedas que encontraremos. Este modo, aunque bastante fácil de superar con el número de globos exigido, es divertido, y nos permitirá desconectar durante unos minutos de las carreras, convirtiéndose en un reto conseguir reventar todos los globos. Tras completar todos los circuitos en este modo, deberemos enfrentarnos por segunda vez al jefe del mundo, que habrá mejorado su pericia y nos pondrá las cosas mucho más difíciles. Tras vencerle, descubriremos que podemos tener un tercer enfrentamiento con él, lo que nos ofrecerá una carrera en la que veremos a nuestro corredor desde una vista cenital.
Esta vez, tendremos que ir dibujando el camino que recorreremos, haciendo girar una rueda que aparecerá de vez en cuando en una esquina de la pantalla para acelerar y pulsando dos veces encima de nuestro personaje para usar un objeto. Esto, que en un principio parece original y divertido, se convierte en una tortura que seguramente sólo probemos una vez antes de dejarla en el olvido, ya que afortunadamente no repercute en el desarrollo de la historia y el no superarla no significa quedarnos no poder avanzar. Por último, cuando hayamos acabado con el enemigo final al menos las dos primeras veces y pensemos que le hemos sacado todo el jugo al mundo en el que estamos, descubriremos que podemos acceder a un torneo por puntos o tratar de encontrar una llave que estará escondida dentro de uno de los circuitos.
Si tenemos en cuenta que en un principio hay cuatro mundos, y que en cada uno de ellos tendremos que pasarnos cuatro circuitos en dos modos diferentes y además vencer al jefe dos veces obligatoriamente, obtendremos que Diddy Kong Racing DS tiene una duración tremenda, siendo especialmente recomendable para un jugador. Sin embargo, parece que no les pareció suficiente a los creadores del juego, pues incluyeron contenido que podremos desbloquear consiguiendo monedas que se encuentran repartidas por los circuitos. No queremos desvelar todos los secretos, pero sí creemos importante señalar que entre otros muchos, podremos comprar el desafío de las monedas, que ya estuvo presente en Nintendo64, y que nos obligará a encontrar una serie de monedas que se encontrarán desperdigadas por el circuito y además llegar primeros y un editor de circuitos. El editor, si bien no nos ofrece demasiadas opciones y puede resultar algo simple, es un complemento ideal para el modo aventura que nos permitirá diseñar circuitos a nuestro gusto para cuando nos cansemos de los que el juego nos ofrece.
Además del modo aventura, tendremos el desafío de las monedas y el editor, como hemos dicho antes, además del modo contrarreloj y el modo multijugador. Respecto al éste, hemos de decir que Rare ha trabajado muy bien, pues permite jugar hasta ocho jugadores con una sola tarjeta, estando disponibles un buen número de circuitos e incluso, si hemos desbloqueado la opción, correr en las pistas que hayamos creado en el editor. Pero no sólo podremos jugar con otros que estén a nuestro alrededor, sino que el juego tiene modo online, lo que nos permitirá ponernos en contacto con otros jugadores a partir de un lobby. Este mundo central nos pondrá las cosas muy fáciles para localizar jugadores preparados para competir, pudiendo ver antes sus estadísticas para decidir si correr contra ellos o no.
Cuando la compañía británica lanzó este juego en Nintendo64, llamaba la atención sus cuidados y coloristas gráficos, bastante por encima de los del Mario Kart64. Hoy, diez años después, no llaman tanto la atención, aunque no por ello dejan se lucir estupendamente. Se podría decir que es una conversión perfecta, tanto que tendremos que sufrir algunas de las habituales ralentizaciones de las que hacía gala en su primera versión, que son especialmente notorias cuando usamos un turbo con alguno de los vehículos. Esto es sin duda dejadez por parte de los programadores y, como veremos un poco más adelante, no es el único detalle por su parte que baja el resultado final del juego. Al margen de estos errores, tanto los juegos como los escenarios lucen bien, siendo estos últimos bastante sólidos, tanto durante los circuitos como en el mundo central. Un aspecto negativo es sin duda la sensación de velocidad, que es similar al modo 50cc del Mario Kart DS, restándole vistosidad al juego.
El sonido al igual que el apartado gráfico, es muy similar al de la versión de Nintendo64. Nos encontraremos con lo habitual del juego, pequeños cortes de sonido para cada uno de los personajes según golpeen o sean atacados y melodías que cumplen su cometido de acompañar sin estorbar. Como nota curiosa, debemos decir que en uno de los modos desbloqueables podremos poner nuestras voces a los personajes mediante el micrófono de nuestra DS.
Sin duda uno de los aspectos más molestos del juego son los tiempos de carga, que nos asaltarán demasiado a menudo. Es cierto que no son especialmente largos, unos 2 o 3 segundos, pero su número es excesivo. Por poner un ejemplo: si estamos en el mundo centrar y queremos ir a un circuito, deberemos ver una pantalla de carga al pasar al mundo donde esté el circuito, otro al entrar en el mismo y otro al llegar a meta (eso si no queremos empezar de nuevo la carrera o si al vencer nos obsequian con un globo, lo que hará que tengamos otra pantalla de carga más). Esto se hace insufrible y hace que nuestra partida se vuelva tediosa y en ocasiones, frustrante. Sin duda esto se debe a la dejadez de los programadores a la hora de programar la conversión, ya que parecen haberse olvidado de optimizar.
Si al menos la pantalla de carga fuese vistosa, la espera sería más llevadera, pero encima nos encontraremos con las dos pantallas en negra y un pequeño velocímetro abajo que se cargará hasta una cuarta parte antes de dar paso a la acción. Al margen de este problema, el juego es bastante divertido y tiene una duración tremenda incluso sin tener que añadirle los extras. Sin embargo a veces se hace monótono, pues el juego nos hace recorrer los mismos circuitos varias veces o nos ofrecerán retos basados en la pantalla táctil que son más frustrantes que entretenidos. Aún así el juego es divertido, y el hecho de que los vehículos respondan de forma tan distinta entre sí hará que los distintos circuitos sean más diferentes entre sí, dependiendo de sobre que corramos. Esto que en un principio debería ser una ventaja no lo es tanto, ya que mientras que el kart y la avioneta se manejan estupendamente, lo cierto es que el aerodeslizador echa de menos el mando de Nintendo64, y la cruceta de DS sólo conseguirá que nos movamos bruscamente y acabemos estampándonos contra las paredes. Es cierto que ya en la versión anterior el aerodeslizador era el vehículo más difícil de controlar, pero es que en esta ocasión es mucho más incontrolable, lo que hará que tengamos que dedicarle horas extras para aprender a manejarlo.
Como hemos visto antes, Rare ha tratado de sacarle partido a las posibilidades especiales de la consola, algo que ha conseguido con desigual resultado. Y es que si el reto de los globos puede ser divertido, se nos antoja muy incómoda la forma de acelerar en la salida. Para conseguirlo deberemos centrarnos en la pantalla de abajo y describir círculos o soplar (dependiendo del vehículo) para así conseguir un turbo. Puede que la idea sea buena, pero en la práctica, acabaremos dando de lado esta opción, pues nos impide estar atentos al comienzo de la carrera además de resultar bastante incómodo. Durante nuestra aventura también deberemos hacer uso de las funcionalidades propias de nuestra DS y aunque algunas serán entremetidas, otras no lograrán más que un resoplido por nuestra parte.
Diddy Kong Racing no es un mal juego, aunque quizás el resultado final queda empañado por unos añadidos que no le hacen ningún bien. Y es que siempre es interesante que un juego incorpore funcionalidades que nos permitan disfrutar de las posibilidades táctiles de la DS, pero cuando una compañía se empeña en meterlas con calzador, el resultado suele ser nefasto. Esto le pasa al juego, y es que la mayoría de las veces en las que tengamos que usar nuestro puntero se nos harán muy fastidiosas y, siempre que tengamos oportunidad, trataremos de obviarlas.
Otro punto negativo del juego es que, aunque es extremadamente largo si queremos conseguirlo todo, esto se consigue a costa de obligarnos a recorrer una y otra vez las mismas pistas, teniendo que hacer todo el tiempo lo mismo, lo que a la larga acabará resultando muy monótono, sensación que no ayudan a aliviar los continuos tiempos de carga. Aún así es un juego que nos ofrecerá grandes ratos de diversión si conseguimos sobreponernos a tener que repetir todo el tiempo las mismas acciones.
Es sin duda una gran opción para aquellos que suelen jugar solos, pues el modo aventura es muy largo y el editor de circuitos cumple sobradamente, y una mejor opción para los que gusten de jugar en compañía, pues tanto el modo multijugador como el online son muy buenos. Tal vez Mario Kart le supere en casi todos sus apartados, pero sin duda el Diddy Kong Racing es una buena alternativa o mejor aún, un genial complemento.