La guerra con unas gafas de cristales rojos es menos guerra porque no se ve la sangre y desde ese prisma, el de los espectadores, el de los que observan seguros no desde el burladero sino desde las gradas más altas, Alex Garland invita a la audiencia a mirar desde la distancia, pero a pie de trinchera en una road movie del horror acompañando a un grupo de periodistas. Civil War o es una película bélica al uso, tampoco de acción, es otra cosa que además recuerda al género de ciencia ficción apocalíptico marca de la casa.
La película, que se estrena en España el 19 de abril, es un vistazo de casi dos horas que invita a mirar con la impasividad con la que se pasa la página de Internacional del periódico, un trozo de papel donde a color se muestran los muertos del último bombardeo. Pero qué pasaría si la guerra no está lejos, si estuviera en tu país, si el enemigo fueran tus propios vecinos, te importaría lo suficiente como para quedarte a mirar y hacer algo o seguirías usando la página del periódico para limpiar los cristales.
Un escenario tan real que asusta
Efectivamente llega en un contexto geopolítico desgraciadamente perfecto y de actualidad, con las tensiones entre Israel y Palestina en el peor momento de los últimos años. Recata aquel concepto del corresponsal de guerra para traer un retrato increíblemente preciso de este, tanto que cualquiera diría que Garland alguna vez fue uno de ellos. Un reflejo de que en esta, la profesión que conforma el cuarto poder, también hay clases, el corresponsal de hotel, el que no se arriesga, el que va de la mano del ejército y el del chaleco amarillo, el de dormir en la carretera y el de arriesgar la vida para contar lo que de verdad importa, el periodista de raza.
Interese o no esta particular especie, la de los mercenarios de la pluma, Garland firma un filme junto a A24 en su línea, más realista que otras propuestas como Aniquilación o 28 días después, pero igual de cruda, incluso más ya que todo es tan plausible, tan realista que si dijeran al espectador a la salida de la sala que en realidad todo aquello ya está pasando en Estados Unidos se lo creería. Ya tuvieron una Guerra Civil, ya hubo un asalto al Capitolio en el año 2021, por qué no.
En el distópico escenario planteado por la película Texas y California, un estado que actualmente es un bastión del Partido Republicano y otro en el que se suele votar más a los demócratas, se alían contra el presidente de Estados Unidos que decide continuar por un tercer mandato, algo prohibido por la Constitución estadounidense. La radiografía de este Estados Unidos parece bien certera, les hay fieles al presidente haga lo que haga, también están los que le dan la espalda y hacen como si nada, como si la guerra estuviera en otro continente, pero en general las ideologías se diluyen. Incluso puede intuirse un guiño a la brecha generacional entre baby boomers y millennials/gen z, que en Estados Unidos está muy acentuada por cuestiones como la vivienda o el cambio climático. Los del ‘Ok, boomer’, los que se rebelan contra el sistema que sienten que nunca les tuvo en cuenta, los de las uñas pintadas y el pelo color fantasía frente a los que se tomaron y se toman en serio a los que mandan, porque así es como tienen que ser las cosas.
Una película bélica que no pertenece al cine bélico
Civil War tiene un ‘je ne sais quoi’ de aquellos filmes clásicos como El año que vivimos peligrosamente, en los que un grupo de periodistas iban al tercer mundo a retratar las brutalidades que cometería la población o el ejército en nombre de un dictador, solo que todo ocurre en el primer mundo, en la superpotencia por antonomasia que es Estados Unidos.
Los protagonistas, interpretados magistralmente por Kirsten Dunst y Wagner Moura, junto a Cailee Spaeny y Stephen McKinley Henderson, son periodistas que documentan las atrocidades del conflicto. Mientras Dunst encarna a una fotógrafa comprometida con mostrar la cruda realidad del conflicto, con la mirada fría que le aportan años de horrores, Moura ofrece una actuación llena de energía y mucho carisma que proporciona un contrapunto vital a la gravedad de la situación. Un grupo que se complementa con los eslabones más débiles, un hombre mayor y una fotógrafa novata, mostrando las diferentes facetas del impacto humano en tiempos de guerra.
Ciudades arrasadas, guerrillas, ejecuciones y los que como si estuvieran en modo espectador gracias al identificativo de “prensa”, se acercan lo máximo posible para captar cada asesinato, cada instantánea, a veces incluso amable y humana de un conflicto de estas magnitudes, de un Estados Unidos que cae en barrena hacia el colapso. No es un análisis de la polarización del país, el racismo o la intolerancia, tampoco de las motivaciones de cada bando, es un viaje necesario y espectacular, sobre todo en su tercer acto, que invita a ser testigos de los horrores bélicos desde el tú a tú, a vista de persona no de dron, la especialidad de los fotoperiodistas. La guerra según Gerda Taro y Robert Capa.
Una ejecución impecable en lo técnico
En el plano técnico, Civil War destaca. El sonido, intenso y envolvente, captura cada detalle de la guerra, desde explosiones hasta susurros de miedo, colocando al espectador en el centro de la acción en todo momento. La cinematografía, por su parte, no solo documenta la violencia, sino que también captura la belleza sombría del entorno, reflejando la complejidad de documentar un conflicto tan brutal sin dejar que el espanto afecte a la cordura.
La dirección de Garland es notable por cómo maneja temas tan densos con una mano experta, equilibrando el drama intenso con unos mínimos toques de humor que emergen a través de situaciones inesperadamente cómicas, proporcionando breves respiros en medio del caos y facilitando la resiliencia hacia lo que se está viviendo y observando.
A nivel de guion, aunque podría decirse que ha desaprovechado la oportunidad de profundizar más en los detalles específicos del conflicto y en el desarrollo de los personajes, Garland opta por centrarse en las experiencias personales y las realidades emocionales de sus personajes, lo que es un acierto. Ya que consigue un mayor impacto en el espectador así que mostrando un Día D con soldados anónimos muriendo en escena a cientos. Esta elección enfatiza las experiencias humanas sobre los detalles políticos, invitando a los espectadores a conectar emocionalmente con la historia e invitarles a pensar en las vidas de los que están delante y detrás de la cámara la próxima vez que abran el periódico.
Aunque también se destaca por su audaz comentario social y político. A través del prisma de la guerra civil, explora temas de división, autoritarismo y la poderosa influencia de los medios en la percepción pública. Visualmente, está al nivel de lo esperable de Garland, crudo, pesimista pero no negativo en todo, incluso encuentra belleza en los rincones más inesperados de la destrucción, algo que este director borda particularmente.
Civil War es mucho más que una película de guerra; es un examen introspectivo de la naturaleza humana, la sociedad y el poder destructivo de la polarización. A través de una combinación de narrativa convincente, actuaciones potentes, y una realización técnica impecable, Garland nos entrega una obra que no solo entretiene, sino que también invita a la reflexión y al diálogo sobre temas críticos de nuestro tiempo, sirviendo como espejo de las tensiones contemporáneas que resuenan a nivel global.
Hemos visto 'Civil War' en adelanto gracias a la cortesía de DeAPlaneta.
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