Con el avance imparable de la tecnología, resulta cada vez más habitual que las inteligencias artificiales se integren en nuestra vida cotidiana. En estas fechas, de hecho, su uso se dispara: no solo entre estudiantes que buscan apoyo para trabajos o creadores de contenido que necesitan generar ideas, sino también entre adultos que recurren a estas herramientas para obtener información de forma rápida, directa y sin complicaciones.
Hace unos meses, varios usuarios preguntaron a ChatGPT cuál sería el número agraciado con El Gordo de la Lotería de Navidad. A partir de un análisis de todos los sorteos celebrados entre 1812 y 2022, la inteligencia artificial se aventuró a sugerir una posible combinación que -pese a estar disponible únicamente en una administración de Elche- se agotó en cuestión de horas.
Este es el fundamento lógico que explica por qué nadie puede predecir ‘El Gordo’ de la Lotería de Navidad 2025
Sin embargo, por muy elaborado que sea el análisis y por muy sugerente que parezca la “predicción” -cualquier cosa puede vestirse de datos-, no deja de ser una simple especulación. Ni siquiera las inteligencias artificiales pueden anticipar con certeza la combinación ganadora: el día del sorteo puede suceder cualquier cosa, incluso lo contrario de lo que indican las estadísticas acumuladas durante siglos.
Poco después de que su sugerencia se convirtiera en noticia -de una manera bastante viral-, la propia herramienta adoptó un discurso más preciso de cara a sus futuras respuestas y consultas. Si ahora le preguntas qué número ganará El Gordo de 2025, responde con claridad: “No puedo decirte con certeza qué número va a ganar El Gordo de la Lotería de Navidad 2025, porque el sorteo es aleatorio y cada número tiene la misma probabilidad (1 entre 100 000)”.
ChatGPT se ampara, como cualquier modelo de lenguaje basado en el razonamiento más básico en base a la asimilación de datos, en el fundamento básico de este juego: la Lotería de Navidad es puro azar, y todos los números compiten en igualdad de condiciones, sin importar qué ocurrió en años anteriores. No existen métodos infalibles, estrategias secretas ni combinaciones con “ventaja”. Solo queda esperar… y confiar en la suerte.
Lo mismo ocurre con los videntes y supuestos adivinadores: tampoco ellos pueden señalar la combinación ganadora. Igual que la inteligencia artificial, carecen de cualquier garantía. Lo que suceda el día del sorteo es rotundamente impredecible y no depende de patrones, repeticiones históricas o intuiciones místicas, sino de un único factor: el azar.
