La guerra por el liderazgo en inteligencia artificial ya no solo se libra en los laboratorios, sino también en los despachos. En los últimos meses, Meta ha iniciado una ofensiva estratégica para fichar a algunos de los investigadores más brillantes del sector, especialmente de la OpenAI de Sam Altman y Anthropic. Aunque los titulares se han centrado en supuestas ofertas de hasta 100 millones de dólares, Mark Zuckerberg asegura que el dinero no es lo más decisivo. ¿Qué es, entonces, lo que convence a estos expertos para cambiar de bando? Según Zuckerberg, hay dos factores clave: acceso masivo a GPUs y libertad para trabajar en equipos reducidos.
Meta contraataca: cómo Zuckerberg está atrayendo a los talentos de OpenAI con algo más que dinero
La fuga de cerebros en OpenAI —la empresa responsable de ChatGPT— ha sido especialmente notable, hasta el punto de provocar tensiones internas. Mientras algunos medios apuntaban a que los bonus de Meta eran astronómicos, Zuckerberg ha matizado recientemente que muchas de esas cifras están infladas.
Lo que de verdad atrae a los investigadores, dice, es algo mucho más valioso que el salario: poder trabajar con menos barreras y más capacidad de cómputo.
En una entrevista reciente, Zuckerberg desveló el razonamiento que está detrás de esta estrategia de atracción de talento. "Una de las razones más importantes por las que los investigadores vienen a Meta es que pueden tener más influencia directa en su trabajo. Tienen acceso a más computación", afirmó. Y resumió con una frase que ha corrido como pólvora entre la comunidad tecnológica: "Quiero el menor número de personas a mi cargo y la mayor cantidad de GPUs."
Meta ha invertido miles de millones en infraestructura y ha acumulado un arsenal de GPUs NVIDIA, esenciales para entrenar modelos de IA avanzados. El objetivo no es solo técnico: se trata también de construir un entorno atractivo para los expertos, en el que puedan trabajar sin burocracia, con libertad creativa y los recursos más potentes del sector.
Mientras tanto, OpenAI intenta contener los daños. Sus trabajadores están agotados, y la empresa ha tenido que conceder una semana de descanso general para combatir el burnout. La presión por mantener el liderazgo ha dejado huella. Mark Chen, director de investigación de la compañía, comparó la fuga de talento con “si alguien hubiera entrado en nuestra casa y nos hubiera robado algo”. La batalla por la IA no es solo una cuestión de algoritmos. También lo es de cultura laboral, poder de cómputo y visión de futuro. Y en ese terreno, Meta ha movido ficha con fuerza.















