Mark Zuckerberg quiere conquistar la inteligencia artificial como ya conquistó las redes sociales. Y lo está haciendo a su manera: formando un laboratorio que suena más a escuadra galáctica que a equipo técnico, y ofreciendo cifras astronómicas para reclutar a los genios más codiciados del momento. Al frente de esta ambiciosa operación se encuentran Alexander Wang y Nat Friedman, nombres clave que han convertido el Superintelligence Lab de Meta en el lugar donde todo cerebro brillante de la IA quiere —o teme— acabar.
Mark Zuckerberg reúne a las mayores mentes de la IA en un equipo de élite: "Ha fichado a los Vengadores para conquistar el futuro"
En este nuevo tablero de ajedrez tecnológico, cada movimiento cuenta, y Zuckerberg ha empezado a robar piezas clave a sus rivales más directos. Una de las incorporaciones más sonadas ha sido la de Jiahui Yu, figura crucial en la evolución multimodal de los modelos de OpenAI, por la que Meta habría desembolsado hasta 100 millones de dólares. Y no es el único: el goteo de talentos provenientes de OpenAI, Google DeepMind y Anthropic está redibujando el mapa del poder en la inteligencia artificial.
Según Wired, algunas ofertas llegan a los 300 millones en cuatro años, incluyendo 100 millones solo en el primer año, parte de ello en acciones de Meta. Una cifra que deja atrás a los grandes ejecutivos del sector: Satya Nadella, CEO de Microsoft, recibió 79 millones en 2024; Dara Khosrowshahi, de Uber, apenas rozó los 40. En comparación, los nuevos fichajes de Meta juegan en otra liga.
El problema es que no todos están de acuerdo con estas cifras. Andy Stone, portavoz de la compañía, lo niega tajantemente y asegura que muchos están inflando sus ofertas para obtener mejores condiciones en otros lugares. Sin embargo, un ingeniero sénior de Meta sí reconocía a Wired que su salario rondaba los 850.000 dólares anuales, más que suficiente para comprender el calibre de esta guerra por el talento.
La tensión se nota al otro lado del campo. Mark Chen, jefe de investigación de OpenAI, reconocía en una circular interna el desánimo reinante tras las fugas: “Es como si hubieran entrado en nuestra casa a robarnos”. La batalla por la superinteligencia ha comenzado, el desarrollo tecnológico está dejándonos atrás a una velocidad pasmosa y Zuckerberg no solo quiere ganar: quiere arrasar.
