El uso continuado de botellas de plástico para agua podría tener consecuencias mucho más graves de lo que se pensaba hasta ahora. Así lo advierte un nuevo estudio publicado en Communications Biology por un equipo de científicos chinos, que señala a estas botellas como la principal fuente de exposición a microplásticos en humanos.
Más allá del debate ambiental, este trabajo pone el foco en los efectos directos que este tipo de contaminación invisible puede tener sobre la salud humana. El estudio, basado en experimentos de laboratorio y análisis moleculares, apunta que estos microplásticos no solo se ingieren, sino que pueden traspasar las barreras del sistema digestivo y llegar a órganos internos como los riñones e intestinos. Una vez allí, pueden desencadenar procesos de inflamación sistémica y dañar tejidos sensibles, alterando el correcto funcionamiento del organismo.
Una amenaza diminuta y casi imposible de evitar
En particular, los investigadores destacan la presencia del benzopireno, un contaminante ambiental tóxico que tiende a adherirse a estos plásticos microscópicos, facilitando su entrada al cuerpo. La característica más alarmante de los microplásticos es su tamaño. Con menos de cinco milímetros de diámetro, son difíciles de detectar y casi imposibles de eliminar del entorno o del cuerpo una vez ingeridos. Su presencia es hoy casi ubicua: están en el agua, en los alimentos, en los suelos y en los océanos.
Muchos provienen de la degradación de objetos plásticos más grandes, como las botellas de un solo uso, que con el tiempo se fragmentan y liberan partículas invisibles al ojo humano. Frente a esta realidad, los expertos recomiendan repensar nuestros hábitos cotidianos. Apostar por botellas reutilizables de vidrio o acero inoxidable, filtrar el agua del grifo y reducir el uso de plásticos desechables son estrategias sencillas pero efectivas para reducir la exposición.
Un nuevo foco de preocupación sanitaria global
También se insiste en revisar el uso de bolsas, envases y productos empaquetados en plásticos innecesarios, no solo por el bien del planeta, sino por la salud pública. Aunque queda mucho por investigar, este estudio contribuye a una creciente evidencia científica sobre los riesgos asociados a la exposición continua a los microplásticos. Lo que antes era visto como una preocupación ambiental se revela ahora como un problema sanitario de primer orden.















