La salud auditiva, ese tesoro que solemos dar por sentado, juega un papel esencial en el buen funcionamiento de nuestro sistema sensorial. Esto es aún más crítico durante las etapas formativas de la vida, sobre todo en la juventud, donde los hábitos son moldeados.
En un mundo donde las nuevas tecnologías se integran cada vez más a nuestra rutina, el uso de auriculares y cascos se ha convertido en algo habitual, y, con frecuencia, en algo que va más allá de lo recomendado, especialmente cuando el volumen alcanza niveles elevados.
Un especialista explica los riesgos de la reprogramación cerebral relacionados con el uso de este aparato electrónico habitual
No es de extrañar, por tanto, que los expertos en salud se muestren cada vez más preocupados por esta tendencia. En Reino Unido, por ejemplo, el debate ha centrado su foco en los auriculares con cancelación de ruido, esos dispositivos que nos ofrecen la promesa de aislarnos del mundo exterior para sumergirnos completamente en lo que deseamos escuchar, mientras bloquean los ruidos no deseados.
Según el Daily Mail, hay una creciente alarma en torno al riesgo de que la población, particularmente los jóvenes, desarrolle una dependencia insostenible de estos dispositivos electrónicos. La inquietud va más allá de lo evidente, y se extiende al temor de que el uso continuado de estos aparatos pueda tener efectos profundos en la capacidad auditiva de los jóvenes.
El proceso podría ser aún más insidioso de lo que parece: se habla de una "reprogramación" cerebral que podría hacer que, al despojarse de los auriculares, los jóvenes pierdan la capacidad de filtrar el ruido de fondo de manera natural, una habilidad crucial que facilita la concentración en otros sonidos sin necesidad de herramientas tecnológicas.
Esta hipótesis se ve respaldada por un aumento de casos derivados a los servicios de audiología del NHS, como recoge el mismo medio. Franki Oliver, director de audiología del Real Instituto Nacional para Personas Sordas, es tajante al respecto en una entrevista publicada en la prensa británica: “Un filtrado artificial excesivo de los sonidos de fondo, mantenido durante muchas horas, podría dificultar que el cerebro aprenda a discernir el momento en que se retiran los auriculares, lo que afectaría su capacidad de adaptación al entorno sonoro real”.
Este tipo de reconfiguración cerebral, si es que se confirma, abriría un campo de estudio aún por explorar y con implicaciones potencialmente graves para las generaciones futuras. Ante estos riesgos, los especialistas están presionando por una mayor investigación sobre los efectos del uso prolongado de auriculares.
En este contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace un llamado claro a la precaución: recomienda limitar el uso de auriculares a un máximo de 60 minutos diarios y mantener el volumen por debajo del 60% de la capacidad del dispositivo, una medida destinada a mitigar el riesgo de daños auditivos a largo plazo. La tecnología, al parecer, puede ofrecer comodidad y aislamiento, pero a qué costo para nuestra salud auditiva es una pregunta que, cada vez más, debemos empezar a plantearnos seriamente.















