FaceApp es la típica aplicación para móviles que suele ser un éxito en las reuniones de amigos: simplemente publicando una imagen, el sistema de la aplicación puede hacernos sonreír, cambiar nuestro sexo o, como última novedad, envejecernos.
Los resultados, sin lugar a dudas, son tan buenos que resulta desconcertante. Y todos estamos contribuyendo a entrenar el algoritmo que sostiene a FaceApp.
Esta red neuronal ha aprendido a analizar miles de millones de imágenes, siendo capaz de detectar en el rostro humano diferentes características: el sexo, la edad y rasgos.
Gracias a este exhaustivo estudio, la red generadora ha de conseguir engañar a una segunda red, que discrimina los resultados: si consigue engañarla, el resultado es válido. De lo contrario, el algoritmo aprende de este error y mejora de forma automática.
Sin embargo, como todos habréis adivinado ya, los resultados no somos nosotros de mayores. Simplemente, es una foto nuestra que ha sido modificada con los rasgos de alguien anciano. A cambio, no obstante, estamos alimentando al algoritmo y entrenándolo para que aprenda a generar sus resultados.
La cuestión reside en que, aunque FaceApp no vende sus imágenes a terceros, nunca se sabe si desde Yandex - empresa que financia esta aplicación - estarían dispuestos a vender su tecnología a otras aplicaciones como Instagram, o si su pulido algoritmo se utilizará en otras apps... con intenciones maliciosas.
