Intel ha empezado el 2018 de la peor forma posible, con un fallo de seguridad en sus procesadores que sólo puede arreglarse con una solución que puede hacer que su rendimiento baje hasta en un 30%.
Según el portal The Register, nos encontramos con un fallo en el diseño del firmware de todos los procesadores Intel de los últimos 10 años.
Este error afecta al control entre el Kernel de Windows, Linux o MacOS y el procesador, provocando que los Kernel no controlen de la forma adecuada los permisos de las aplicaciones y que, por error, puedan permitir que ciertas aplicaciones maliciosas puedan tener permisos globales en nuestro sistema operativo, dejando a nuestro ordenador expuesto a ataques e incluso dejando al descubierto nuestras contraseñas.
Para solucionar este error de seguridad a corto plazo, los diferentes sistemas operativos del mercado están trabajando en un parche que, presumiblemente, separará por completo la memoria Kernel del resto de los procesos de usuario, algo que hará que el procesador tenga una carga de trabajo extra que ralentizará su rendimiento entre un 5 y un 30% dependiendo del modelo.
Sobre el papel se trata de una caída de rendimiento grande aunque, según PC Gamer, es poco probable que notemos una bajada realmente perceptible en el rendimiento de nuestros juegos o tareas de escritorio, apuntando a que este problema afectará, sobre todo, a los entornos en la nube como los de Google Compute Engine, Microsoft Azure o Amazon EC2.