Durante más de una década, la dieta paleo ha sido considerada por sus defensores como el regreso a los hábitos alimenticios de nuestros antepasados cazadores-recolectores. Sin embargo, un reciente estudio arqueológico en Israel ha puesto en jaque la premisa principal de esta tendencia: que los humanos prehistóricos basaban su alimentación en carne magra y evitaban los alimentos ricos en carbohidratos. El hallazgo de restos de plantas ricas en almidón y métodos avanzados de procesamiento vegetal en un yacimiento de hace 780.000 años sugiere que nuestros antepasados dependían mucho más de los alimentos vegetales de lo que se creía.
Un descubrimiento que cambia la narrativa paleolítica
El yacimiento, ubicado a orillas del río Jordán, ha proporcionado pruebas claras de que los antiguos cazadores-recolectores no solo recolectaban plantas, sino que también desarrollaban técnicas para procesarlas. Los arqueólogos encontraron semillas, frutas y otros restos vegetales fosilizados, junto con herramientas que demuestran que nuestros ancestros tenían un conocimiento sofisticado del procesamiento de alimentos vegetales. Este descubrimiento contradice directamente la idea central de la dieta paleo, que sostiene que los humanos prehistóricos evitaban los carbohidratos en favor de la carne.
La dieta paleo: más ficción que ciencia
Aunque la dieta paleo ha gozado de gran popularidad, los expertos han señalado desde hace tiempo que su fundamento histórico es, en el mejor de los casos, débil. El doctor Juanjo Cáceres, historiador especializado en alimentación, advierte en Xataka que "no sabemos realmente qué vegetales consumían los humanos del Paleolítico". Además, señala que esta dieta se basa más en prejuicios y estereotipos que en evidencia científica sólida. La falta de pruebas arqueológicas durante mucho tiempo permitió que estas ideas tomaran fuerza, pero los descubrimientos recientes están comenzando a pintar un cuadro mucho más complejo de la dieta de nuestros antepasados.
El papel de los carbohidratos en la evolución humana
Los alimentos ricos en almidón habrían sido esenciales para la supervivencia de los cazadores-recolectores, proporcionando una fuente de energía constante y fácil de almacenar. Los investigadores creen que estos carbohidratos desempeñaron un papel crucial en el desarrollo del cerebro humano, ya que aportaban glucosa, un nutriente esencial para las funciones cognitivas. Esta teoría refuerza la idea de que las dietas restrictivas basadas en modas y suposiciones históricas son, en muchos casos, un error.
Los riesgos de romantizar el pasado
La popularidad de la dieta paleo es un claro ejemplo de cómo los prejuicios y las ideas simplificadas sobre el pasado pueden influir en nuestros estilos de vida modernos. Comer como nuestros ancestros puede parecer una forma atractiva de regresar a lo "natural", pero los expertos advierten que nuestras necesidades nutricionales actuales son muy diferentes a las de los humanos prehistóricos. Además, la ciencia moderna de la nutrición tiene mucho más que ofrecer en términos de salud y bienestar que las conjeturas sobre la alimentación de hace cientos de miles de años.
¿Deberíamos abandonar las dietas basadas en la prehistoria?
El consenso entre los expertos es claro: las dietas modernas deben basarse en la ciencia actual, no en suposiciones sobre el pasado. Los descubrimientos en Israel son una advertencia contra la idealización de la dieta paleolítica y refuerzan la importancia de una alimentación equilibrada y adaptada a las necesidades del ser humano contemporáneo. Si bien hay aspectos positivos en reducir los alimentos ultraprocesados y optar por ingredientes naturales, los hallazgos arqueológicos recientes nos recuerdan que las soluciones simples y las teorías reduccionistas rara vez son las mejores opciones para nuestra salud.