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Prime Video reescribe la relación entre Sherlock Holmes y Moriarty en 'El joven Sherlock' y enfada a los fans de los libros

Si el plan sale bien, marzo de 2026 puede traer una versión donde el enigma no sea solo quién mató a quién, sino en qué momento exacto una amistad se rompe lo suficiente como para volverse guerra.
Prime Video reescribe la relación entre Sherlock Holmes y Moriarty en 'El joven Sherlock' y enfada a los fans de los libros
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Actualizado: 16:53 23/12/2025

La próxima apuesta de Prime Video por el detective más explotado —y, aun así, más flexible— llega con un giro que no busca “actualizar” a Holmes, sino descolocar su mito desde el origen. El joven Sherlock se estrena el 4 de marzo de 2026 y plantea a un Sherlock de 19 años, todavía impulsivo y sin pulir, metido en un caso que amenaza con mandarlo a la cárcel antes de convertirlo en leyenda. La serie viene con sello de espectáculo: Guy Ritchie dirige y produce, y el lanzamiento está planteado como evento de plataforma, con temporada completa disponible desde el primer día.

El escenario, en teoría, es clásico: Oxford en la década de 1870, un asesinato que prende la mecha y una conspiración que escala hasta el “globo-trotting” (viajes, sociedades, secretos), ese combustible perfecto para una ficción que quiere ser misterio pero también aventura. La descripción oficial insiste en una idea muy ritchieana: el genio no nace elegante, nace desordenado, y el estilo llega después de chocar contra el mundo. Al timón del guion está Matthew Parkhill como showrunner, con la promesa de “reimaginación” sin perder la silueta reconocible del personaje.

El truco: Moriarty como amigo antes que enemigo

El cambio realmente llamativo, el que te vende la serie en una frase, está en la relación con James Moriarty: aquí no entra como sombra tardía, sino como amigo, algo que no ha gustado a muchos fans de la saga literaria que así lo han expresado en redes sociales. Moriarty lo interpreta Dónal Finn, y la idea —según Parkhill— nace de preguntarse qué pasaría si el futuro archienemigo fuera, primero, el compañero que mejor te entiende: “una amistad increíble”, dice, y no es casual que cite como referencia el tipo de camaradería fatalista de Butch Cassidy and the Sundance Kid. El resultado es un truco narrativo muy eficiente: conviertes el destino en amenaza constante, porque el espectador ya sabe cómo termina esa historia… aunque todavía no sepa por qué.

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Ese planteamiento choca con el canon de Conan Doyle por un motivo simple: Moriarty aparece tarde y como concepto casi mitológico, presentado en “The Final Problem” como el gran organizador del crimen —Holmes llega a llamarlo “el Napoleón del crimen”— y, desde ahí, se entiende la caída hacia Reichenbach como duelo inevitable. El joven Sherlock intenta hacer algo distinto sin “romper” lo escrito: Parkhill sostiene una regla de oro (“no puedo reescribir nada de Conan Doyle”), así que el juego consiste en inventar lo que no está contado: el hueco emocional, el primer vínculo, la traición que no figura en los relatos. Es una maniobra delicada: si funciona, la rivalidad deja de ser un mecanismo de thriller y se vuelve tragedia personal.

Familia, origen y la incógnita Watson

El reparto ayuda a sostener ese tono de “origen” con músculo dramático: Joseph Fiennes encarna al padre de Sherlock (y, en un detalle muy llamativo, es tío real de Hero Fiennes-Tiffin), con Natascha McElhone como madre y Max Irons como Mycroft, además de nombres como Colin Firth y un conjunto que suena a producción británica de alto voltaje más que a simple serie juvenil. En las piezas promocionales, la familia aparece como un eje, casi como si la serie quisiera explicar que el método de Holmes no nace solo del intelecto, sino del roce con su entorno: clase, educación, expectativas, heridas. Ahí está el riesgo y la gracia: convertir la “máquina de deducir” en alguien que todavía está aprendiendo a ser persona.

La pregunta que queda flotando es qué hará con el otro pilar del universo Holmes: Watson. Por ahora, el propio equipo sugiere cautela (“nunca digas nunca”), pero sin prometerlo, porque traerlo demasiado pronto sería tocar la cronología con las manos sucias. Y, en paralelo, el gancho de marketing ya está claro: no te están vendiendo solo “cómo Holmes se vuelve Holmes”, sino también cómo Moriarty se vuelve Moriarty, con la insinuación de que uno empuja al otro como piezas de dominó.

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