Ganímedes, una de las lunas que giran alrededor de Júpiter, es considerada como la luna más grande del Sistema Solar. No solo eso, sino que también tiene la particularidad de que alberga vapor de agua, una sustancia que como sabréis es indispensable para que se pueda gestar la vida. Este elemento ha sido detectado por el famoso telescopio espacial Hubble y puede ayudar a la humanidad a comprender mejor las atmósferas de los cuerpos helados del espacio. Este nuevo descubrimiento ha sido reportado por la NASA y han explicado más acerca de él (vía Xataka).
Ganímedes está recubierta casi en su totalidad por hielo
Ganímedes tiene un tamaño mayor que Mercurio o Plutón, nada despreciable. La luna de Júpiter contiene grandes cantidades de hielo; el frío es tal que toda el agua que hay en su superficie se congela. A pesar de que toda la superficie está envuelta de hielo, se lleva especulando desde hace un tiempo que su atmósfera podría contener este agua en forma de vapor, algo que ha podido ser confirmado recientemente por el estudio.
Los expertos encargados de llevar a cabo la investigación han analizado datos antiguos de Ganímedes y otros más recientes tomados por el telescopio espacial Hubble. Es importante destacar que fue hace dos décadas que el Hubble capturó imágenes ultravioletas de Ganímedes, un hecho que delató que podría haber moléculas de oxígeno en las bandas aurorales.
Dichas señales ultravioletas eran algo extrañas en ciertas ocasiones. Esto sugería que realmente también había oxígeno puro (un sólo átomo de oxígeno y no moléculas compuestas por dos átomos). Sin embargo, la misión Juno de la NASA analizó de cerca a Ganímedes para ver si estaban en lo correcto, pero los datos revelaron que casi no había oxígeno puro allí, por lo que el vapor de agua es la única opción lógica viable en la que piensan los científicos. Las moléculas de agua pueden ser la razón por la que los investigadores recibieron estas señales de Ganímedes. Para rematar, si se analizan las temperaturas de Ganímedes en diferentes puntos del satélite, estas coinciden con lo detectado en la atmósfera. Las temperaturas son lo suficientemente altas como para que en determinados momentos el hielo se transforme directamente en vapor de agua.